Capítulo 6

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Me levanto de madrugada sintiendo la garganta cerrada y temblando a más no poder por la inminencia del inicio de los juegos del hambre, los cuales no voy a poder ver porque debo ir a la capacitación en las minas. A mi lado tengo a Posy, quien quiere dormir conmigo la mitad del tiempo. Paseo mis dedos por su cabello negro carbón con reflejos azulados a causa de la luz de luna que se filtra a través de la ventana; las puntas tocan sus mejillas sonrosadas dándole un aspecto angelical. Sonrío con solo verla, tanto ella como mis hermanos son la razón por la cual estoy dispuesto a arriesgarme y en un futuro no se vean obligados a pedir teselas.

Le doy un beso a mi hermana en su mejilla regordeta, cuando siento que no soy capaz de volver a dormir. Una vez bañado, uso el uniforme que nos proporcionaron para el trabajo; me obligo a tomar una pequeña ración de pan y queso de cabra, pero el desayuno me cae como si tuviera piedras en el estómago. Meso mis cabellos en varias ocasiones buscando calmarme pero por más que trato, es imposible. Siento una leve caricia en el cuello, me incorporo para ver a mi madre mirarme preocupada, le sonrío buscando tranquilizarla pero tal parece que fracase en mi intento de sonrisa porque ella sólo acentuó su gesto.

— ¿Estás bien, Gale?—pregunta finalmente. La miro por lo que parecen varios minutos sin tener una respuesta clara, sonrío con pesar y le respondo:

—A decir verdad, no. Quisiera tener la oportunidad de ver a Katniss en el baño de sangre, mamá, temo que cuando termine mi capacitación en la mina me entere que ella no sobrevivió. Casi no he podido dormir por eso.

Mi madre me agarra de la cara y me obliga a verla, lo cual logra calmar un poco mis nervios. Siempre hace eso cuando me ve contrariado.

—Hijo te estás adelantando a los hechos. Los juegos aún no han empezado y, hasta que eso pase lo mejor es que no me permitas que los nervios te dominen. Tienes que estar en las minas dentro de poco e ir en este estado puede llegar a ser peligroso, Gale. Necesitas tener en claro tus pensamientos para evitar accidentes, no quiero que nada te pase—dice mi madre. Entiendo su preocupación, después de la muerte de mi padre, mi madre ha estado temiendo el día que yo comenzara a trabajar allí. Si pudiera decidir, jamás lo haría pero en este Distrito no tenemos otras opciones.

—Tienes razón, mami—le digo solo para tranquilizarla. Le doy un abrazo para reforzar mi postura, no quiero que ella se sienta mal por el hecho de tener que verme bajar a las minas.

Cuando la hora de empezar mi trabajo se acerca, le doy un beso a mamá y le pido que no se despegue del televisor para que me cuente todos los detalles sobre Katniss. Sigo el camino de pisadas ennegrecidas por el carbón que me llevan directo a las minas, en el camino me topo con varios de mis ex compañeros de clase; nos saludamos con asentimientos de cabeza y sin una palabra continuamos nuestro camino hasta llegar a la entrada de una de las minas, donde nos espera Bristel.

Sin decir palabras nos conduce hasta el ascensor no sin antes equiparnos con los instrumentos de seguridad. Disimulo ante todos la tristeza que me causa no poder ver a Katniss hasta dentro de seis horas pero no tengo de otra, las capacitaciones son obligatorias y las hacen precisamente en época de juegos. La única razón por la cual las minas estarían cerradas sería si nuestros competidores llegaran al grupo de ocho, cosa que no ha pasado desde que el borracho de Haymitch Abernathy ganó sus juegos.

Empezamos nuestra jornada de capacitación en el mismo socavón de la vez anterior, siendo supervisados celosamente por varios trabajadores; después de lo que parecen horas, empiezo a sentirme incómodo por la mirada escrutadora que me lanza mi supervisor. Repaso todas las instrucciones que nos enseñan en el colegio en un intento por entender que estoy haciendo mal. No encuentro nada y sigo con mi labor, pero me distraen las voces de dos compañeros situados a mi izquierda. Al parecer la persona que esta sobre ellos los está regañando porque se equivocaron en algo; sin descuidar mi trabajo escucho atento lo que él dice y creo que su reacción es exagerada. Este es nuestro segundo día de capacitación, no pueden pretender que rindamos como lo haría alguien que lleva meses e incluso años dedicándose a la minería. Niego con la cabeza en repetidas ocasiones y continúo con mi trabajo. La media jornada avanza con una horrible y asfixiante lentitud, por momentos me siento tentado a dejarlo todo y subir a la superficie para saber noticias de los juegos del hambre, pero no me conviene hacerlo.

LAMENTO DE UN CAZADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora