Capítulo 7

9 0 0
                                    

Vuelvo mi vista a la pantalla, estoy aquí para mirar la lucha de Katniss no para comerme con los ojos a la madre de Peeta Mellark. Tener la certeza de quien es ella, me molesta porque entre todas las mujeres de las cuales pude sentir algo tenía que poner mi atención precisamente en esta mujer.

—Sabes, Mary, no te mataría ser más amable—susurra el señor Mellark algo enojado.

—Le dije Hola, Joseph, ya deja de darme lata—responde de igual humor

—Fuiste despectiva con él, nada te costaba saludar de mejor forma...

—No fui despectiva, ese niño me saludó y yo le devolví el saludo. Ahora ya para el regaño y miremos los juegos que en algún momento puede aparecer, Peeta.

Me alejo unos pasos de ellos para poder concentrarme en las imágenes que muestran, Katniss ha desaparecido de la pantalla, en su lugar muestran a la pequeñita del Distrito Once en la cima de un árbol, mira hacia abajo posiblemente escondiéndose de algún tributo más fuerte. De un momento a otro y para sorpresa de todos, la niña salta de un árbol a otro sin apenas esfuerzo, como una ardilla voladora. Definitivamente lo que dijo es cierto, cuesta atraparla y no debe ser descartada.

Horas después, de camino a nuestra casa, mis hermanos y yo, junto a las Everdeen estamos algo más relajados ahora que Katniss tiene agua en su botella y una reserva a pocos metros de distancia. Amelia comenta feliz con mi madre que las posibilidades de su hija habían aumentado, y ahora sin sufrir los síntomas de la deshidratación está en mejor forma. Cenamos juntos en el hogar Everdeen, escuchando a los comentaristas de los juegos indagar sobre las posibilidades de Katniss, además del avance de los profesionales y sus cazas nocturnas; pero el tema que parecía acaparar el programa eran los amantes trágicos del Distrito doce, el como la acción de Peeta de hace dos días para salvar a Katniss era una prueba irrefutable de los sentimientos que le profesaba, y el gesto de superioridad de ella después de escuchar la conversación puede ser un indicio de una alianza secreta, una estrategia para evitar ser atrapados por los profesionales, algo muy ingenioso según ellos quienes manifiestan estar ansiosos a la espera del encuentro de este joven enamorado con la chica a la que ha querido desde siempre sin que ella lo supiera.

Salgo de la casa cuando me colman la paciencia ante tanta estupidez, esos imbéciles no saben nada de Katniss, solo están especulando en base a un supuesto acto de protección a su amada ¡Que buen chiste! Peeta Mellark solo está protegiendo su pellejo, puedo asegurar sin temor a equivocarme que sabe acerca de las intenciones de los profesionales y de estar en riesgo su vida no dudaría en matarla. Me quedo rezagado en la entrada de la casa, tratando que la rabia que tengo se disipe pronto, lo menos que quiero es dar explicaciones del porqué de mi actitud. Escucho la puerta abrirse y para sorpresa mía, Prim está en la entrada mirándome extrañada.

— ¿Estas bien, Gale?—Pregunta, sentándose a mi lado—. Dejaste a todos preocupados por tu salida intempestiva.

—Estoy bien, solo que los comentarios de esos tipos me sacaron de quicio—resoplo hastiado—, solamente ellos se creen esa estupidez de historia de amor

—No sabemos, cualquier cosa pudo pasar entre Katniss y Peeta en el Capitolio—asegura suspicaz. Pensar en esa posibilidad me molesta más de lo que estoy dispuesta a aceptar, el solo pensar que Katniss puede sentir por Peeta algún sentimiento romántico me enferma.

—No lo creo, Katniss no confiaría lo suficiente en el hijo del panadero como para tener una relación—gruño

—Eso no podemos asegurarlo, he hablado con Peeta antes, las veces que iba a venderles queso de Lady—continua como si supiera que toca una fibra sensible en mí—. Él es muy amable y simpático, creo que confiar en él sería bastante fácil.

LAMENTO DE UN CAZADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora