Al entrar a la carpa, era enorme, de afuera no se notaba tanto, pero ya al estar aquí se notaba, había un camino circular, de plástico al parecer, ligero para facilitar su transporte, llegué hasta un cuarto sellado con una puerta, la abrí y había muchos más cuartos con ventanas enormes que dejaban ver todo lo que había ahí adentro, era raro, no había mucho movimiento a pesar de que el General salió herido de aquí, se notaba zonas de lucha, pero no demasiadas, pasé por un cuarto donde había muchas máquinas para sacar muestras, un laboratorio portátil, había frascos transparentes con algunos líquidos, azul, uno que asemejaba que era sangre, totalmente rojo, varios tubos de ensayo, había un par de computadoras en los muebles, una laptop que seguía encendida y lo que jamás podría faltar, una cafetera, esos científicos trabajaban a marchas forzadas al parecer y necesitaban estar bien despiertos, mire que había un desorden en el otro cuarto, restos de sangre seca pintaban la pared, pero no había cuerpos ni nada que mostrara con quien se peleó el General aquí adentro; seguí mi camino hasta donde se encontraba el calamar, al llegar a donde estaba nuestro amigo, aún estaba en la arena, no habían sido ni para ponerlo en una de las mesas que había en todo el lugar, llegué y me incline a verlo, lo toque y solté un suspiro -¿Qué hago aquí?- me pregunté inclinando la cabeza.
-¿Qué haces aquí? Te estarás preguntando joven Robert- una voz exageradamente grave retumbo mi cabeza, me levanté lo más rápido que pude y empecé a mirar en todas las direcciones -¿Quieres saber por qué tú y tu familia están aquí? No es así joven Robert- no encontraba el origen de esa voz por más que buscaba por todos lados.
-¿Quién eres? ¿Cómo sabes mi nombre? Sal y hablemos cara a cara- le respondí casi al instante.
-¿Qué acaso no me ves? Me acabas de tocar, sentí tu corazón acercarse a mí, pero no solo te necesito a ti, sino a toda tu familia, como los últimos descendientes de la diosa de la tierra Asase Ya- mis ojos voltearon a ver a aquel ser que yacía en la arena, inmóvil, a punto de fallecer.
-¿C... c... como es que me estás hablando?- le pregunté asombrado, me incliné de nuevo buscando uno de sus ojos para verlo más cerca, por fin lo vi, ese ojo totalmente redondo, la pupila totalmente negra con la cristalina amarilla, era algo raro de ver, a pesar de que lo habíamos visto de cerca, nunca nos percatamos de sus ojos.
-Solo ustedes nos pueden escuchar, Leila con la inocencia que tiene capta mejor las cosas y ustedes se negaban a prestar atención a lo que les rodea, por eso en un principio me enfoque en Leila, para poder atraerlos a ustedes, o por lo menos a ti y ya que estas aquí, necesitamos hablar, antes de que todo esto culmine- nada tenía sentido, ¿Por qué no sabíamos nada y no nos querían decir nada? Solo que éramos descendientes de un ser del cual solo habíamos escuchado una vez y del cual de pura casualidad nos habíamos acordado que existía.
-Ahora bien joven Robert, hablemos, en exactamente dos días toda forma de vida humana perecerá por todos sus pecados, pero esta vez no habrá ciclones, huracanes, sequias, porque han sabido salir de todo eso muchas veces, esta vez será un ser microscópico, nos hemos estado preparando en los últimos años, ya fue suficiente de todo el daño que le han hecho a la tierra, la raza humana ha sido la peor plaga que le ha sucedido a la tierra- en algo estábamos de acuerdo, solo en que éramos la peor plaga, de la exterminación, no me parecía tan buena idea, no todos eran malos, había gente buena allá afuera -al parecer no les han informado cómo funciona el virus al que han llamado "las esporas", atacan su sistema nervioso directamente, por eso justo después de inhalarlos no se pueden mover, a lo que concierne a los demás seres vivos, se aloja en un punto exacto del cerebro, haciendo una mutación instantánea, lo que cual también se refleja en su cuerpo, para hacer más simple esto, acelera el metabolismo del cerebro haciéndolo funcionar a un porcentaje más rápido y así se da una evolución acelerada, suena a locura para ustedes, pero no saben de lo que es capaz ni su propio pensamiento, si tan solo se concentraran en eso y no en hacer el mal, muchas cosas hubieran sido diferentes- su voz se hacía más débil al hablar, al parecer era el siguiente en morir, ya no tenía fuerzas para seguir adelante, solo estaba esperando a hablar con alguno de nosotros y partir.
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Darkness: el día que inicio y finalizo todo
FantasyEl planeta tierra por fin había tomado cartas en el asunto sobre la destrucción ocasionada por los humanos, desastres naturales estaban a punto de comenzar, no sin antes mandar un virus mortal, solo pocos podrían sobrevivir ¿A quienes les daría esa...