CAOS EN EL PARAISO

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-Alfred- habló Elizabeth con algo de angustia -ya no veo a tu padre, espera, lo volví a ver, está corriendo hacia la carpa en donde se encuentra el calamar, hay algo que no cuadra, se está poniendo una de las máscaras de gas, lo cual me recuerda que ellos también van a necesitar algunas- nos volteo a ver con algo de desprecio- así que tomen las que están en el fondo del remolque, en el cuarto, debajo de la cama encontraran una caja, dentro de ella hay varios objetos ahí encontraran unas cuantas máscaras, llévenselas, nosotros no las ocuparemos- daba instrucciones muy precisas, al parecer ella era la que controlaba la relación, nosotros nada las seguíamos al pie de la letra, sacamos también un par de lámparas y unos guantes, nos harían falta más delante -Alfred, tu padre entró a la carpa, creo que deberías de ir con él, yo me quedare aquí para despedir a nuestros amigos, no olvides la máscara y "eso" en caso de que algo pase- terminó de hablar y Alfred no dijo nada, solo obedeció y salió del remolque.

-¿Qué está pasando allá afuera Elizabeth?- pregunté con algo de nerviosismo, sabía que Elizabeth estaba en contra de sus protocolos, solo por el simple hecho de encubrir a su novio -en cuanto nos digas que salgamos, nos iremos corriendo directamente hacia donde nos digas.

Elizabeth no contestó, se quedó observando que Alfred llegara a la carpa para ayudar a su padre en lo que fuera que estaba pasando, lo vio ponerse la máscara, y luego entrar -listo, ya entro- susurró -ahora mis amigos, creo que es hora de irnos- regresó la vista hacia nosotros y tomó una de las mochilas en las que estábamos guardando las cosas, se la cargo en el hombro y cuando íbamos a salir del remolque, Leila tomó fuertemente de la mano a Keila, la hizo que se agachara para decirle algo en el oído, yo no alcancé a escuchar, pero por la cara de Keila, no era algo bueno.

-¿Qué esperan? Tenemos que salir de aquí lo antes posible- Elizabeth alzó la voz con desesperación.

De un momento a otro, Keila puso a Leila detrás de ella, como si la estuviera protegiendo, yo no comprendía que estaba pasando, pero mi deber como padre y esposo, era proteger a mi familia y si Keila se ponía en esa posición algo malo estaba pasando, así que me puse cara a cara con Elizabeth, su mirada había cambiado y si antes nos miraba con desprecio, ahora era rabia lo que irradiaba de su ser.

-No sé qué este pasando aquí, ni lo que Leila le acaba de decir a Keila, pero al parecer ella no confía en ti y esa es una mala señal- le recriminé a Elizabeth.

Elizabeth empezó a reír histéricamente -¿Saben cuánto tiempo hemos esperado a que este día llegue?- si antes no entendíamos lo que pasaba, ahora menos, las palabras de Elizabeth nos confundían aún más.

-No tienen una maldita idea, los estábamos esperando para la total aniquilación de toda la raza humana- su voz cambiaba de tono a uno más grave, sus ojos desorbitados daban una mala señal, ahora más que nunca queríamos salir del remolque, el cual empezamos a percibir aún más pequeño, pero era solo nuestra imaginación -cuando las esporas salgan de ese calamar, los invadirán a ustedes, los últimos descendientes de la diosa Asase Ya ¿pensaban que era un mito? Pero no es así, ella existió, pero la fueron olvidando poco a poco, hasta el punto que solo era un escrito en alguna pared y como hubo muchos más dioses, la desecharon como trapo viejo, ahora ella muestra todo su poder al ser que la mantuvo en un martirio constante, al que eliminaba bosques enteros en un abrir y cerrar de ojos, ustedes que se mataban unos a otros ¿Por qué? ¿Por poder? ¿Dinero? ¿Fama? ¿De qué les sirve eso ahora que todo esto acabara? Es verdad que algunos alcanzaron a irse, pero no importa, después de esto, nunca podrán volver, la cuestión era terminar su pobre existencia aquí y ahora, probablemente el General sabía lo que realmente pasaba y le habían dado datos de que ustedes eran de utilidad para volver a la tierra, pero nosotros no se los permitiremos, no los necesitamos más en esta tierra, ustedes son como la plaga, no tienen respeto por el mas mínimo ser que consideran inferior, cuando todos tenemos derecho de vivir plenamente, tener una vida pacífica y créanme, jamás volverán aquí, ninguno de su raza- sacó un cuchillo que tenía escondido en su espalda y amenazó con lanzarse a nosotros y terminar el trabajo ahí mismo; me alejé hacia donde estaba mi familia, sin quitarle la vista a Elizabeth, o a la persona que creíamos que era, después de eso no sabíamos quién era realmente, solo sabíamos que no nos quería con vida.

Darkness: el día que inicio y finalizo todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora