En nuestro viaje de regreso, no nos habíamos percatado de lo hermoso que era el recorrido, entramos a un sendero totalmente lleno de árboles de ramas color verde, solo el camino los separa unos de otros, era algo maravilloso, el niño y Leila miraban con asombro como algunos pinos se levantaban más allá de las nubes, o esa era su perspectiva, aún había algunos pájaros cantando en las copas de los árboles, lo que indicaba que las esporas todavía no llegaban a esa parte del lugar y nos sentimos agradecidos de quitarnos las máscaras, podíamos respirar con tranquilidad, aunque fuera por unos momentos; Keila ayudaba a Elizabeth a cambiarse las vendas, a su vez que Selene me ayudaba con las mías, los dos abuelos contaban historias de cómo habían visto crecer ese bosque, ellos y sus familiares ayudaron bastante replantando muchos de esos árboles, Leila y el niño escuchaban con atención, sabía que aún quedaban muchas buenas personas en la tierra, me sentí aliviado que los hayan escogido a ellos para salvarse, por otro lado, Alfred tenía una conversación con su padre en los asientos delanteros, de vez en cuando parecía sonreír, aun iba contando la fascinante historia de los tardígrados, su padre hacia una cara de desaprobación y eso le causaba gracia a Alfred, me perdí en mis pensamientos ¿Qué habría pasado si nos hubiéramos conocido en situaciones diferentes a esta? Tal vez seriamos buenos amigos.
Llegamos a un pequeño paramo, a la distancia se distinguía un poblado, tal vez ahí nos deberíamos de bajar, para seguir un camino diferente.
En el pueblo misteriosamente no había nadie, al parecer los oficiales habían evacuado esa parte hace días, solo unos cuantos perros se veían al horizonte, esperando a sus dueños que jamás volverán.
-Bajemos aquí un momento para estirar las piernas- dijo el General algo cansado -ya estoy viejo, no soporto manejar por tanto tiempo.
-Yo te ayudo padre, a mí no me ha pasado gran cosa, puedo manejar hasta el campo militar- dijo Alfred con emoción en sus palabras.
-¡Noooooooo!- el grito algo desesperado del niño llamo nuestra atención y corrimos a donde estaba -no dejen a papá manejar, la última vez vomite por media hora- terminó en una súplica ahogada.
-Niño, deja de hacer eso, me asustaste- le dije algo enfadado por el susto que nos acababa de propinar a todos, Elizabeth corrió a donde estaba su hijo, sus dolores habían desaparecido por un instante, después volvieron al ver la broma del niño.
-Silencio, no manejo tan feo- afirmo Alfred cruzando sus brazos y haciendo una mueca de berrinche.
-Así déjalo hijo, no te preocupes, no quiero limpiar lo que sea que salga del cuerpo del pequeño- dijo el General en tono algo burlón -vamos por algunos víveres y continuemos nuestro camino- terminó de hablar el General algo serio.
Dejamos a los abuelos en el convoy y nos separamos para ver que podíamos encontrar, Keila y yo fuimos a una casa pequeña de adobe, las puertas estaban cerradas, pero al ser de madera eran fácil de tirar, logramos entrar, no había mucho, en la entrada una mesa rectangular con cuatro sillas, en el fondo un lugar adecuado como cocina, los lugareños aún cocinaban a la leña, por lo que no se nos hizo raro ver como habían perfeccionado el lugar para poner un horno y ahí cocinar sus alimentos, un pequeño gabinete con algunos trastos, pero no nos interesaba eso, más bien buscábamos la alacena por el poco alimento que pudieran tener.
-Genial- dijo Keila -la encontré, mira amor, hay verduras en conserva y harina de trigo, con esto podemos hacer una buena comida- teníamos hambre, llevábamos buen rato sin probar alimento -ve por algo de leña, yo iré preparando la masa para comer algo antes de partir- Keila era buena cocinando más cuando yo le ayudaba.
Me dispuse a buscar algo de leña en el corral que tenía la casa atrás, encontré unos pedazos de troncos y regresé a la cocina, Keila ya había preparado la masa para hacer tortillas mientras yo encendía el fuego, terminé la labor y regresé afuera para llamar a los demás y que entraran a la pequeña casa que por el momento nos acogía.
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Darkness: el día que inicio y finalizo todo
FantasiEl planeta tierra por fin había tomado cartas en el asunto sobre la destrucción ocasionada por los humanos, desastres naturales estaban a punto de comenzar, no sin antes mandar un virus mortal, solo pocos podrían sobrevivir ¿A quienes les daría esa...