Capítulo 2

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PERDER O PERDER

CAPÍTULO 2

PASADO

La primera vez que se vieron, Natsuki tenía 22 y Shizuru 24 años, se cruzaron una mañana tranquila, con un cielo nublado y una ligera brisa, como si hubiesen coincidido en medio del ojo de la tormenta.

Kuga salió a hacer su ejercicio matutino, iba por su séptima vuelta corriendo alrededor del parque cuando vio un auto gris oscuro estacionado en la orilla de la acera por la que tendría que cruzar, el coche tenía una llanta pinchada, vio como una chica que estaba de espaldas a ella sacaba un gato del maletero.

Sintió el impulso de acercarse. -¿Te doy una mano?-. Dijo como quien le hablaba a un viejo conocido.

Al escucharla, la mujer volteó a verla, sus ojos eran de un intenso rojo, tan vivaces que, por un instante, pasó por alto el hecho de que esos mismos ojos estaban contemplándola de pies a cabeza.

-Ara-. A modo tenue, enarcó una ceja. -¿Siempre ayudas a desconocidos?-. Dijo con un acento muy marcado.

-No-. Mostró un gesto similar a una sonrisa. -Pero llamaste mi atención-. Esa franqueza captó el interés de la otra.

Después de analizarla, Fujino dedujo que esa extraña que se le había acercado de la nada era joven, más joven que ella, pero menor o no, su expresión era tan dura como la de un soldado que acababa de regresar de la guerra, sus ojos, verdes y frívolos, lejos de desconcertarla, le resultaron atractivos.

-Creo que aceptaré tu ayuda-. Le sonrió e hizo ademan de que sacaría la llanta de repuesto.

Kuga negó con la cabeza. -Déjamelo a mí-. Sin mucho esfuerzo, cogió la llanta y la puso en el suelo.

-Ara-. Con la sudadera que la menor traía puesta, no pudo apreciar sus músculos. -Eres una chica fuerte-. Puso más atención.

-Me gusta ejercitarme-. Colocó el gato bajo el auto, se movía con una naturalidad que se ganó una mirada expectante, se percató de eso. -También se me da la mecánica-. La observó de reojo.

-Que conveniente-. Conectó su mirada con la esmeralda. -Dime, ¿la atractiva mecánica me dirá su nombre o tendré que adivinarlo?

-Natsuki-. Contestó mientras retiraba la llanta dañada. -¿Y tú?-. No pasó por alto ese "atractiva", pero disimuló su sonrisa.

-Shizuru-.

Tan solo un par de días después, coincidieron por segunda vez.

Aquella tarde el clima era pésimo, Shizuru entró a una pequeña cafetería para resguardarse de la lluvia que no había estado pronosticada, se sentó en la barra y pidió un expreso doble, quería que la cafeína la restaurara, su día de trabajo había sido agotador.

-Aquí tiene-. Pusieron su café frente a ella.

-Gracias-. Le dio un sorbo.

-Esa es mi mesa-. Escuchó una voz masculina en el fondo. -Quítate-. Tomó otro trago, estaba muy bueno, quizá podría volver luego.

-¿Y a mí qué?-. Esa voz le pareció conocida. -Jodete-.

-Dije que te quites-. El anciano que atendía el local miró la escena con preocupación, Shizuru lo meditó un segundo.

-¿Te crees que estamos en un bar?-. Le respondieron al chico. -Es una cafetería, toma un café o vete a la mierda-. Ahí, Shizuru estuvo segura de que sí era quien creía.

-Una zorra no me dirá que hacer-.

-Un estúpido no estará molestándome-.

Se escuchó el movimiento de dos sillas.

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