Que si se trata de hallowen, siempre te trataría de llevar a una cada embrujada en broma. Tú aceptas a lo que ella nerviosa responde que sí, (se moría de nervios por dentro ya que te lo decía jugando).
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—¿E-estás se-segura de que qui-quieres ve-venir aquí?—Tartamudeó y tragó grueso la albina con una sonrisa nerviosa. Mirando a su amiga la tocó del hombro para ver si la estaba escuchando.
Esta volteó y suspiró.
—Yashiro-san, ya no hay vuelta atrás~
—¿Q-qué...?—Preguntó con una gota pasando por su sien.
—¡Sip! Hanako-san no está aquí, así que no puede salvarte... ¡Pero aquí estoy yo! ¡Para defender siempre a una princesa!—Alagó, obviamente a la persona que tenía al lado.
—Confío en ti. —Dijo con voz decidida y comenzó a abrir la puerta de aquella casa lenta y cuidadosamente.
La amiga de la albina entró primero para que Yashiro entrara con confianza.
Claro como cebo, digo digo...
—Yashiro-san no hay nada de que temer. Vamos.—Alentó a la albina a entrar a la casa.
Ella asintió y agarró la mano de su amiga y se adentró a la casa.
Ambas iban vestidas de brujas para ese día.
Aunque la amiga de la albina llevaba una escoba, ya saben, ¿para más realismo?
Comenzaron a caminar por aquella casa "embrujada" digo "embrujada" por que Akane alquiló la casa para que vinieran niños, asustarlos y robarles sus dulces para su querida Aoi.
Pero ellas entraron como tontas a averiguar si salían malditas o no.
—[...]-san, tengo miedo...
Aquella chica rió levemente y comentó:
—Para que me das la idea de irnos a una casa embrujada. —Siguió riendo levemente hasta que escuchó un sonido, más bien, los crujidos de la madera vieja como si alguien caminara a su dirrección con una tranquilidad super sospechosa, cuando ya logró verlo mejor, era alguien de piel blanca, ojos rojos y cabello azabache castaño.
Y ella sintió que iba a comerlas vivas.
—Yashiro-san. —Llamó a su amiga. —Corre.—Agarró la mano de su amiga y comenzó a correr hacia cualquier habitación cercana a donde él no alcanzaría. Se encerró en una con su amiga y respiraron agitadamente por el maratón que se acaban de dar hace un segundo.
—¿Q-qué, q-qué fue lo que vi-viste, [...]-san?—Cuestionó la albina, exhausta de tanto correr.
