No era de agradarle festividades especiales. Bueno, más o menos gracias a la mujer que si le encantaban este tipo de celebraciones.
Mejor si era navidad.
Ella emocionada, y él con una cara reflejando desinterés por lo que hacía la contraria.
Que ella con emoción lo abrazaba admirando sus decoraciones que habían en la biblioteca.
—¡Esto es demasiado lindo!—Exclamaba, con un brillo en sus ojos que era imposible de describir, pero a la vista de Tsuchigomori era algo... ¿muy brillante?
—¿Por qué te emocionas por esto? Ni siquiera tenemos rega-
La chica dejó de abrazarlo e interrumpió al contrario sacando una pequeña caja envuelta con un moño con tirantes rojos de su espalda, la estaba escondiendo de él.
—¿Quién dice que no te daré regalos?—Con una sonrisa en su rostro que hacían que sus ojos se achinaban le preguntó a su compañero de trabajo.
—¿Hablas en serio?
Ella asintió.
Él se quedó callado, observando el regalo. Creía que como ya eran adultos, o como él un misterio, no se regalarían nada y que solo se la pasarían ordenando la biblioteca.
—No tengo nada para ti...—Habló con sinceridad ante ella.
Ella solo se dignó a reír con levedad.
—No me importa Ryujiro, solo quiero que pasemos el rato. Pero creo que me excedí... amo la navidad. —Avergonzada por sus decoraciones volteó su mirada hacia abajo.
—No es necesario.—Tomó el regalo de la fémina y lo abrió. —¿Una pluma...?—La tomó entre sus manos, poniendo la caja en el escritorio.
—Dijiste que estabas harto de tener que escribir con lapiceros usados y que no podías salir por que eres un misterio... así que te la compré por eso.
—Gracias...—Sonrió con levedad, poniendo la pluma en su escritorio bien acomodada. Para poder escribir tranquilo en la mañana.
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𝐊𝐨𝐮 𝐌𝐢𝐧𝐚𝐦𝐨𝐭𝐨
Ya era la media noche y todavía la pareja del rubio no bajaba de su cuarto.
—¿No va a venir, Kou?—Le preguntó Teru a su hermano.
—Eeeh... ¡Por supuesto! ¡Solo que se quedó en mi cuarto! Dijo que haría algo importante.
—Pero eso fue hace como media hora...
Parpadeó un par de veces, sin pensarlo dos veces fue directo a su cuarto.
No abrió la puerta con brusquedad, al contrario, lo hizo lentamente por si ella se encontraba durmiendo.
Y ahí estaba, en la cama de Kou, durmiendo plácidamente con un regalo en manos, no parecía ser grande pero él estaba tranquilo con que no se hubiera lanzado de la ventana.
