Capítulo 6.

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Antes que nada, vuelvo a agradecerles por el apoyo y comentarles que, este tipo de escenas pasionales (me da cosita llamarlo así, porque siento que aún falta bastante para alcanzar ese título) es algo que me cuesta porque busco que este tipo de escenas sean sensuales y que no sean burdas o desagradables, pero intento de a poco ir mejorando e ir incorporando nuevas ideas que me permitan a mí escribir desde la mirada sensual, y pasional. Por eso, cualquier comentario o crítica será bien recibido.

🤍 Sin más, que lo disfruten. 🤍


Los platos estaban vacíos, ya iban por la mitad de la segunda botella de vino y ellos continuaban charlando y riendo, Elliot se había jurado no tocar más el tema y Olivia lo agradecía, lo que menos quería en ese momento era hablar de ese tipo de cuestiones. Aún no se sentía lista para hacerlo, para confesar lo que más le dolía, ya habría tiempo, o al menos eso esperaba.

La música del restaurante era una compañía agradable para ese par, que compartían miradas cómplices, y sonrisas pícaras, ambos presentían que las cosas no iban a quedar allí, que iban a ir más allá y eso les gustaba, y mucho.

—¿Vamos? —Susurró él mirando la hora en su celular, la noche recién comenzaba y Elliot deseaba disfrutarla al máximo— Quiero que me acompañes a un lugar.
—¿Sí? ¿A dónde? —Indagó ella de manera curiosa, pero él negó con su cabeza, no estaba dispuesto a darle más información, al menos hasta que llegarán al lugar que tenía pensado.
—Ya verás.

Luego de abonar la cuenta, y de tomar sus cosas ambos se marcharon al auto de Elliot, nuevamente él le abrió la puerta y ella con una sonrisa agradecida se subió al coche esperando en algún momento acostumbrarse a esos gestos y lo esperó. Se miró por el espejo retrovisor y aún su maquillaje estaba intacto, el reflejo que le devolvía la conformaba y a decir verdad se sentía más hermosa y segura que nunca.

Elliot se subió al auto en cuestión de segundos y la miró a los ojos con una sonrisa que la estremeció.

—No te preocupes, sigues igual de hermosa que cuando te vi salir del edificio.
—¿Siempre eres así de encantar a las personas con tus palabras? —Indagó ella con una sonrisa y algo ruborizada, aún no se acostumbraba.
—Sólo contigo. —Respondió él, acercándose a Olivia quién mirándolo fijamente gimió cuando sus labios se encontraron.

Aprovechar los momentos que podían estar juntos era el objetivo que ambos tenían cada vez que se veían, y lo único que deseaban era perpetuar cada segundo, donde podían ser ellos mismos, dónde iban conociéndose, donde descubrían esa conexión que era única, e inigualable, era una conexión que no habían sentido y que, aunque no lo reconocieran iba más allá del sexo.

Se dieron un par de besos más y Elliot encendió el auto, dirigiéndose al lugar que tenía en mente. Al llegar se bajaron del coche y Olivia sólo pudo sonreír sorprendida ante la idea que había tenido ese hombre.

—¿Un boliche? Hace años que no vengo.
—Hoy quiero que nos liberemos, y que disfrutemos bailando. —Le comentó Elliot mirándola a Olivia, quién besando sus labios asintió entusiasmada por la propuesta— Ven. —Tomó su mano y entrando al lugar pudieron ver la gran cantidad de gente bailando y disfrutando del momento.

Se dirigieron a la barra y luego de pedir dos tragos brindaron conectando sus miradas a modo de inicio, uniendo sus labios una incontable cantidad de veces sintiéndose envueltos y encantados por el roce de esas pieles carnosas. Decidieron no hablar demasiado, a causa de la música fuerte, por ende, tan solo rieron y Olivia tomando la mano de Elliot y aún con los tragos en sus manos se dirigieron a la pista a mover sus cuerpos al ritmo de la música. Aquel recurso había sido para la mujer una de sus armas de seducción, ante el mover sensual de sus curvas, y los constantes roces con una intención pícara Liv había logrado excitar a ese hombre que perdido en la figura femenina intentaba seguirle el ritmo intentando contener esas ganas animales de poseerla en ese mismo instante.

—Juegas muy sucio. —Susurró Elliot en el oído de Olivia provocando un leve cosquilleo que logró en cuestión de segundos humedecer la parte íntima femenina completamente.
—¿Y no te gusta eso?
—Me encanta.

A través de esos movimientos ambos se habían liberado permitiéndose disfrutar de bailar juntos, jugueteando como si fueran dos niños, deseándose como si sus vidas se fueran en ello. Las horas fueron pasando, hasta que, algo pasado de copas y tragos decidieron salir del lugar a causa del sofocante calor y las incontenibles ganas que sentían, se necesitaban y era algo que no podían negarlo, sus cuerpos eran el eco constante de una necesidad pasional, y de un deseo dulce que marcaba sus corazones y sus mentes a tal punto que ambos pensarán en ello queriéndolo materializar en el otro.

Subiéndose con algo de prisa a la parte trasera del coche de Elliot la mujer castaña desató todas esas sensaciones contenidas besándolo locamente, atrayéndolo a su cuerpo queriendo tatuar la piel de él en la suya. Olivia quitó la camisa de Ell, acariciando con intensidad la trabajada espalda masculina mientras que, el hombre perdido en esas pasiones que solo ella despertaba en su interior se encargó de desnudarla en cuestión de segundos, con varios objetivos, uno de ellos contemplarla sin cesar.

—Quisiera que existieran palabras que puedan explicar de manera única lo hermosa que eres, y lo mucho que me encantas Olivia. —Exclamó Elliot observándola de pies a cabeza, deteniéndose por unos segundos en su parte íntima, su vientre, sus pechos, sus labios, sus ojos— Eres una diosa en todo sentido.

La castaña se ruborizó por completo, y uniendo sus labios con los de él continuó con el trabajo de desnudarlo para por fin, en cuestión de minutos estar los dos en igualdad de condiciones.

—Tú también me gustas mucho más de lo que puedo explicar. —Añadió ella, acariciando con sus labios el lóbulo de la oreja de Elliot para luego morderlo con suavidad.
—¿De veras te gusto? —Indagó Elliot inseguro y Olivia volvió a morder el lóbulo de su oreja.
—Me encantas. —Susurró y acariciando sus mejillas volvió a mirarlo para luego besar sus labios.

Las caricias fueron aumentando en intensidad, no podían parar de tocarse ni de mirarse a los ojos admirando las reacciones que los cuerpos sentían ante el toque del otro. Los besos también habían aumentado su intensidad, y las pieles ardían cubriéndose de una leve capa de sudor. Elliot había rozado más de una vez con su miembro la entrada de Olivia, y ella liberando gemidos comenzó a suplicarle para que lo hiciera de una vez. Él encantado ante esa pasional imagen que la mujer le devolvía entró en ella de una estocada envuelto en un placer común donde ambos se preocupaban por el placer del otro, donde habían decidido liberarse para poder ir más allá, para poder disfrutar juntos, siempre juntos.  

La carta || Bensler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora