Epílogo - Primera Parte.

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Muchas veces en la vida nos enfrentamos a diversas situaciones que nos modifican la vida, que nos impulsan a cambiar y que nos ofrecen un panorama que nos ayuda a seguir, a continuar. Hallamos personas que nos marcan, que aparecen en nuestra vida para enseñarnos, algunas se van y otras permanecen, es la ley de la vida somos entes que vamos cambiando, evolucionando y aprendiendo con el paso del tiempo.

Meses después de aquella declaración de amor a orillas del mar Olivia había quedado embarazada, después de tantos test con resultados negativos habían perdido la esperanza hasta que una madrugada, después de un día con vómitos y mareos habían decidido ir al médico, y con los resultados de un análisis de sangre tanto Elliot como Olivia habían recibido la hermosa noticia de que iban a ser padres. A partir de allí los dos comenzaron a planificar su vida juntos, se mudaron a una casa más grande donde les permitiera vivir con comodidad, continuaron trabajando, y Olivia luego de cumplir los siete meses y medio decidió tomarse una licencia por maternidad para cuidar al cien por ciento a su bebé. Todo marchaba bien, mejor de lo que podían esperar.

Un mes y medio después las contracciones habían comenzado, y Olivia intentaba respirar con tranquilidad, mientras que Elliot con ansiedad y muchos nervios preparaba todo a su alrededor, sabía que pronto tendrían que marcharse a la clínica y no quería que nada le faltara a Olivia ni a su bebé. Dejó los bolsos sobre la cama, y fue ayudando a su novia a cambiarse, con cuidado.

—Me duele mucho. —Susurró Olivia intentando respirar, sus lágrimas comenzaron a caer— ¡Ay!
—Tranquila amor, ya falta cada vez menos. —La animó Elliot mientras terminaba de ponerle una campera, ayudándola a pararse caminaron con cuidado hacia el auto.

Elliot volvió al interior de la casa para tomar los bolsos y luego cargarlos al auto, y una vez que todo estuvo listo se marcharon rumbo a la clínica. Él intentaba no pisar ningún bache e ir lo más rápido que podía mientras que, Olivia respiraba profundo quejándose con algunas contracciones que la dejaban sin aire. A través del espejo retrovisor Elliot podía vigilarla, y una sonrisa nerviosa se instaló en su rostro, ya faltaba menos para recibir al nuevo integrante de la familia, al tan soñado bebé, al primer hijo de ambos. En cuestión de minutos estacionaron frente a la clínica y gracias al aviso que él había dado varias enfermeras junto al obstetra de Olivia la recibieron en la puerta acostándola en una camilla, decidieron revisarla allí y una vez que constataron que estaba a punto de parir a su bebé la llevaron a la sala de partos donde realizarían las primeras maniobras.

Mientras tanto, en el pasillo Elliot caminaba nervioso intentando tranquilizarse, buscando aguantar aquellos minutos que se hacían eternos. Podía ver como las enfermeras y algunos médicos entraban y salían de la sala de partos, y eso lo ponía más ansioso, necesitaba saber que estaba ocurriendo, necesitaba saber cómo estaba Olivia, y cómo estaba su hijo.

—¿Elliot Stabler? —Le preguntó una de las enfermeras, él asintió con su cabeza y ella sonrió— Olivia Benson ya está lista para parir, y nos ha expresado que quiere que usted esté con ella. Tiene que colocarse esta ropa —Le entregó una bolsa donde estaba todo lo que él necesitaba para entrar a la sala de partos. Elliot la tomó entre sus manos— y luego tiene que venir conmigo.
—Está bien, muchas gracias. —Agradeció él con una sonrisa nerviosa, dirigiéndose al baño se cambió de ropa y se marchó junto a la enfermera, al entrar a la sala de partos vio a Olivia respirando y sudando a causa del dolor— Acá estoy mi amor. —Sonrió Elliot colocándose al lado de la castaña y tomando su mano, ella lo miró y sonrió.
—Ell, mi amor. Ya falta menos. —Pronunció Olivia mientras respiraba y cerraba sus ojos, una contracción atravesó su cuerpo y uno de los médicos se colocó frente a ellos robando su atención.
—Olivia ha llegado el momento, cuando yo te diga vas a pujar lo más fuerte que puedas ¿Sí? Yo te iré diciendo los momentos donde debes hacerlo y entre medio respirarás profundo. ¿De acuerdo?
—Sí. —Pronunció Olivia luego de respirar profundo.
—Bien... A ver, uno... dos... tres ¡Puja!

Olivia siguió las indicaciones del médico, mientras su mente se perdía en los recuerdos. La carta que Elliot había escrito cayendo en manos equivocadas, la cita en el bar, la primera vez con él, todo había sido completamente extraño, seguido de una avalancha de emociones, su vida había comenzado a cambiar, y lo sabía, la llegada de Elliot Stabler había marcado un antes y un después en su historia.

Ella continuó pujando mientras ese hombre del cual se había enamorado seguía sujetando su mano dándole palabras de aliento, era increíble como su idea de amar había cambiado estando juntos, desde tener la estúpida política de no enamorarse hasta sentir que su vida se acababa si no estaba al lado de Elliot. Todo había sido un completo mar de emociones que la iban envolviendo y la iban arrastrando hasta llegar al día más feliz de su vida, ese que tanto había soñado.

El dolor que sentía en ese instante no era nada, si lo comparaba con esas noches de soledad donde sentía que todo iba a terminar, donde sentía que su vida no tenía sentido, donde sentía que nada de lo que ocurría lo había soñado alguna vez. Más de una vez había planeado con acabar todo, con volar alto y abandonarlo todo, pero había algo que la frenaba, quizá la esperanza de que algo mejor podía venir extinguía todos sus planes, y por fin la vida había sido generosa, la llegada de Elliot y todo lo que había vivido a su lado era su recompensa, su gran premio.

Un último puje fue suficiente para que un pequeño llanto irrumpiera en la sala de partos y fue allí, en ese instante donde todo cobró sentido para Olivia y para Elliot quiénes dejaron fluir sus lágrimas y una gran sonrisa se dibujaron en sus rostros. Él se acercó a sus labios para besarla y decirle cuánto la amaba, y ella que aún se disputaba entre el dolor y la felicidad por la llegada de su hijo sonrió emocionada encontrándose con esas pupilas azules que la habían enamorado.

—Te amo mi amor, felicidades mamá.
—Yo también te amo, felicidades papá.

Un par de besos más pudieron darse, cuando una de las enfermeras les acercó a los flamantes padres al pequeño envuelto en una toalla que no paraba de llorar, y una vez que Olivia pudo tomarlo en sus brazos y apoyarlo contra su pecho el bebé dejó de llorar identificando claramente ese olorcito y la suavidad de la piel, y más aún fue la serenidad que experimentó el pequeño integrante cuando pudo oír la voz de Olivia dándole la bienvenida.

—Hola mi amor, bienvenido al mundo mi vida. —Susurró Olivia mientras miraba a Elliot quién con una sonrisa acarició la manito del bebé— Papá y yo te amamos con todo el corazón principito hermoso.

Aquellos primeros minutos eran un espectáculo a la vista, el pequeño ya se había calmado y luego de varios mimos más por una cuestión de protocolo una enfermera lo llevó a hacerle los primeros estudios y a vestirlo con la ropa que le había entregado Elliot minutos antes de entrar a la sala de partos. Otra de las enfermeras que estaba ahí se acercó a Olivia y los miró a ambos.

—¿Nombre y apellido del bebé?
—Bruno Stabler Benson.  

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¡Se me pianta una lágrimita! Comienzo a despedirme de esta mini aventura, aún falta otra parte más, pero espero que disfruten de esta parte y les guste. GRACIAS SIEMPRE ❤

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⏰ Última actualización: Dec 21, 2021 ⏰

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La carta || Bensler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora