Vivo.

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"Por aquello que encontré en tus ojos
Por aquello que perdí en la lucha.
Conocer la otra mitad es poco
Comprender que solo estar es más puro.

Me pondré el uniforme de piel humana
No esperaba tanto resplandor.

El fin de amar
Sentirse más vivo."

—Vivo - Gustavo Cerati.


Sus miradas se habían fundido como el chocolate en contacto con el fuego, ninguno sabía que decir, y aunque ansiaban tocarse, abrazarse, comprobar que todo eso era la realidad no se animaron, se sentían demasiado cobardes para ello, por ende, se limitaron a observarse, a dejar caer sus lágrimas y a esperar que alguno de los dos rompiera el hielo.

—¿Qué haces aquí? —Se animó a preguntar Olivia secando sus lágrimas aún los dos parados en el umbral de la puerta.
—La misma pregunta me hago yo, Amanda me citó a comer aquí, íbamos a cenar juntos, pero creo que me he equivocado de lugar.
—Yo estaba esperando a Carisi, estaría por llegar, pero...

En ese momento el celular de la mujer castaña vibró, al mirar la pantalla Olivia vio un mensaje de WhatsApp de su mejor amigo que le respondió todas las preguntas, ellos lo habían armado todo con Amanda, era un plan reconciliación, una trampa que cada uno le había tendido a sus amigos para que, sin reclamos accedieran al lugar. Liv volvió a mirar a Elliot y suspiró profundamente.

—Amanda y Carisi lo planearon todo, ni ella se reuniría contigo, ni él conmigo.
—Entiendo. —Elliot suspiró profundamente y rascó suavemente su nuca, luego de saber la trampa se encontraba aún más perdido, y sin saber qué hacer.
—Am... ¿Quieres quedarte a comer? Hice pastas. —Propuso Olivia con cautela, después de todo el daño que le había hecho a Elliot no quería continuar equivocándose ni obligarlo a estar con ella si él no lo deseaba así.

Los segundos que él se demoró en responder se volvían una eternidad para la mujer, al final Elliot asintió con su cabeza aceptando la invitación para alivio de Olivia quién corriéndose de la puerta lo dejo entrar a la cabaña. La calidez del lugar le devolvió la sonrisa a Elliot quién dejando sus cosas en una mesita que había cerca de la entrada se sentó junto a Olivia una vez que todo estuvo listo para cenar. Era sumamente extraño para los dos encontrarse en esa situación después de lo que había ocurrido, en otra ocasión estarían hablando sin parar riendo y besándose, pero habían pasado muchas cosas que los limitaba tan solo a mirarse, a no emitir una palabra y a compartir una cena donde solo podían oírse las respiraciones del otro.

—Está pasta esta deliciosa. —Elogió Elliot a su compañía y ella agradeció con una tímida sonrisa en su rostro, ninguno de los dos podía negar que se habían extrañado esos interminables días.
—Gracias. —Pronunció ella jugando en su plato con un puñado de fideos que tomó con el tenedor, era difícil para Olivia estar en esa situación dónde se encontraba imposibilitada de abrazarlo, de besarlo, de decirle cuánto lo sentía, cuánto lo amaba, y cuánto lo había extrañado.
—Yo... leí la carta que me enviaste por mail Liv. —Susurró él captando su atención por completo, un terrible nudo se había formado en la garganta femenina.
—Creí que no lo harías. —Comentó Olivia con su mirada fija en el plato, no pensó que él abordaría el tema tan rápida y directamente— Hubiera entendido si elegías no hacerlo.
—Lo sé, no respondí porque no pude, no supe qué decir.
—Está bien, era algo esperable para mí Elliot.
—¿En qué fallé Liv? —Preguntó él intentando conectar sus pupilas con las de ella, Olivia en ese instante dejó caer sus lágrimas— ¿No era lo que esperabas? Intento encontrar respuestas y no las hallo.
—No fallaste en nada, la que se equivocó fui yo. Cómo te dije en la carta intenté olvidarte, reemplazar tu cuerpo por otro, eliminar de una forma descarada el amor que encendiste en mí, pero simplemente no pude, y lo único que logré es lastimarnos. No me perdonaré nunca el dolor que te cause Ell. Eres más de lo que esperaba, por eso hoy no hago más que culparme y sentirme la peor basura del planeta.

Elliot no podía verla sufrir, cada lágrima que ella derramaba significaba un puñal que se clavaba en su corazón. Después de varios días de mucho pensar y de alejarse de todo él había podido entender la historia de Olivia, había podido entender su mecánica de defensa, había podido entender a la mujer que se escondía detrás de una máscara, de un caparazón. Ella era el ser más sincero, libre y hermoso que había conocido, Olivia representaba todo aquello que alguna vez había soñado, y sabía que cualquiera podía equivocarse, nadie es perfecto, y él lo sabía. Si medía en la balanza que pesaba más sabía que no podía continuar alejado de esa mujer.

Motivado por sus impulsos Elliot tomó la mano de Olivia, impulsándola para que se pusiera de pie y guiándola a su antojo la castaña terminó rodeada por los brazos de ese hombre, al volver a ese escondite que más de una vez había añorado ella continuó llorando como si fuera una niña pequeña, buscando solamente el perdón de Elliot, buscando sanar sus heridas como sea.

—Shh tranquila. —Susurró él acariciando su cabello mientras la envolvía entre sus brazos— Todo está bien.
—Perdóname, mi amor. Perdóname. —Repetía ella escondiendo su rostro en el pecho de Elliot— Tú eres todo lo que necesito, no aguanto un segundo más sin ti y seré una puta egoísta, pero no puedo más, no puedo sin ti Ell.

Elliot pudo notar en cada una de sus palabras una necesidad imperiosa, una necesidad que estallaría en mil pedazos, podía notar el arrepentimiento que Olivia sentía, y cómo de una manera desesperada le rogaba un perdón que ya él le había dado en silencio. Su mano se dirigió al mentón femenino, y levantando el mismo lograron conectar sus miradas una vez más, extrañamente él sonrió dulcemente ante esa imagen, tenía a la mujer de su vida en sus brazos, y a pesar de todo lo que había ocurrido no podía dejarla ir, no se lo perdonaría y eso lo tenía claro. Sin esperar una reacción de Olivia, Elliot se acercó a los labios femeninos y los capturó entre los suyos, sintiéndose vivo, devolviéndole la vida a esa mujer que poniendo una de sus manos en la mejilla masculina buscó profundizar ese beso que la hizo sonreír con sinceridad por primera vez en muchos días, y que la llevó a aprovechar así cada segundo que estaba viviendo al lado del amor de su vida. La posición que se encontraban era algo incómoda, por ende, alejándose unos segundos Elliot se puso de pie y la acorraló contra la pared más cercana que encontró.

—¿Estás seguro? —Preguntó Olivia mirándolo a los ojos, mientras con las yemas de sus dedos acariciaba con suavidad su mejilla. Elliot le robó un beso y asintió con su cabeza.
—No hay otra cosa que desee más que hacerte el amor, que sentirte cerca otra vez.
—Hazlo entonces. —Susurró ella capturando sus labios otra vez, sus manos se posicionaron en la nuca masculina mientras que las manos de Elliot se ubicaron en la cintura de Olivia.

Con su total permiso Elliot desprendió los botones de su vestido, a medida que lo iba haciendo dejaba a la vista la ropa interior de Olivia que hacía juego con el color de la ropa. Sus manos inquietas deseaban perderse en cada parte de su cuerpo, tatuar caricias en su piel, la sensación de calor invadía las palmas y los dedos de Elliot, quién en cuestión de segundos quitó la prenda que cubría en parte la anatomía femenina.

La mirada masculina recorrió de punta a punta el cuerpo de Olivia quién volviéndolo a besar intentó imitar cada acción que él había tenido antes sobre ella, y recibiendo una gran ayuda de Elliot acabó quitando también su ropa para dejarlo en cuestión de escasos minutos en ropa interior.

—Me gustas mucho. —Susurró Elliot en el oído de Olivia, mientras con sus labios acariciaba la mejilla, su oreja y el lóbulo de la misma— No te das una idea cuánto.
—Tú también me gustas mucho. —Gimió ella al sentir la erección de Elliot rozar su entrepierna.

En pocos movimientos Elliot alzó a upa a Olivia, y sonrió ante el pequeño grito que ella soltó al entrar su espalda en contacto con la fría pared. El hombre se detuvo a mirar esa sutil, pero sensual imagen que ella indirectamente le regalaba y gracias a las indicaciones de su compañía acabaron en la habitación los dos acostados, desnudándose bajo la tenue luz de las lámparas, entre caricias y besos. Más de una vez los dos habían buscado sentirse vivos en cosas vanas, sin pensar que esa sensación de vida, de libertad y de placer la encontraban en el amor, en el deseo y en compartir momentos juntos donde los intereses de cada uno se cumplieran, sin pensar que todo eso lo encontraban en el otro. 

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Mi corazoncito salta de alegría, por aquí amamos las ideas de Carisi y Amanda que decirles. ¡Espero que les guste! ❤

La carta || Bensler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora