Capitulo 8: Vaya día

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POV _____

Hoy era un día diferente. No solo tenía dos clases que adoraba, programación y fotografía, sino que también llevaba en mente un plan de venganza que prometía ser memorable. Programación siempre me había sido fácil, y desde los ocho años, la fotografía había sido mi refugio, mi forma de ver el mundo. Cuando cumplí 16, Enzo y Pierre me regalaron una Nikon D5600, y con esa cámara, capturé los mejores momentos de Londres, una ciudad que respiraba historia y vida en cada rincón. Aún guardo esas fotos como un tesoro.

Pero hoy no era solo sobre clases, no señor. Hoy era sobre justicia, sobre lo que me hicieron ayer. No, no olvidé. Ted, también conocido como Tiffany, no saldrá ileso de esta. Justo cuando tenía su primer partido, decidí que sería el mejor momento para ejecutar mi pequeña venganza. Llevaba conmigo globos con agua, una toalla empapada en tinte, y un poco de jabón mezclado con ceniza, todo listo en una bolsa, esperando el momento perfecto. Pero primero, las clases.

Entré a la clase de Programación con una sonrisa que delataba mis intenciones.

—¡Buenos días! —dije, irradiando una energía poco usual.

—Señorita Baskerville, diez minutos tarde —gruñó el profesor Downey, que además de enseñar programación, parecía haber sido entrenado por un reloj suizo.

—Lo bueno siempre tarda en llegar —le respondí, mientras me deslizaba en el asiento al lado de Emily, que me lanzó una mirada curiosa.

—¿Por qué estás tan... animada hoy? —me susurró sin despegar los ojos de su laptop.

—Tengo razones para estarlo. —Le respondí mientras copiaba su código en la pantalla. El día solo iba a mejorar.

El profesor, como si tuviera un radar para conversaciones secretas, nos interrumpió:

—Señoritas Baskerville y Rudd, ¿algo más interesante que la clase?

—¿Quiere que le diga la verdad o que le mienta? —solté antes de pensarlo dos veces.

El salón estalló en risas, pero la mirada del profesor casi me envía a la dirección. Afortunadamente, logré controlar mi lengua el resto de la clase. Lo que sí no pude controlar fue la velocidad con la que terminé mi tarea. En menos de veinte minutos, tenía la laptop libre de virus, como si nunca hubiera existido.

—¿Ya acabaste? —preguntó el profesor, incrédulo.

—Sí, profesor. ¿Puedo irme?

Con su aprobación, me dirigí a mi clase favorita: fotografía.

Toqué la puerta de la sala, y el profesor Norman me invitó a entrar. Como siempre, estaba rodeado de cámaras y fotos que contaban historias.

—¿Te gusta la fotografía, verdad? —me preguntó mientras echaba un vistazo a mi cámara.

—Me encanta —respondí, y le mostré algunas de mis capturas de Londres.

—Tienes talento —dijo sorprendido. Me dijo que los profesores de la universidad estarían revisando los trabajos de los mejores estudiantes y que podrían ganar una beca. ¡Una beca! Mis fotos en un museo... Esto era demasiado para procesar.

La clase terminó, y era el momento de pasar a la acción. Junto a mi grupo, disimuladamente colocamos los globos y la toalla teñida en los vestuarios de Ted y sus amigos. La broma estaba lista para ejecutarse al final del partido.

El partido transcurrió con más tensión de la que esperaba. Por momentos íbamos ganando, pero Ted, como siempre, arruinaba todo con su egoísmo. Quedaban dos minutos, y estábamos perdiendo por tres puntos. Y entonces, como era de esperar, estalló una guerra... pero no en la cancha, sino en las gradas. Emily le lanzó una dona a Amybeth, y pronto todos estábamos en medio de una guerra de comida que retrasó el partido. La directora apareció, furiosa, y nos citó a su oficina al día siguiente. No me importaba, todo iba según el plan.

Cuando el partido terminó, Ted salió del vestuario con ceniza y tinte por todo el cuerpo, mientras sus compañeros parecían personajes sacados de una película de terror. La escuela entera estalló en carcajadas. Los chicos habían caído en nuestra trampa, y yo me sentía en la cima del mundo.

Después, nos fuimos a la cafetería a celebrar. Mientras limpiábamos el desastre del partido, decidimos ayudar a Aria, que se veía desbordada de trabajo. Pero la calma nunca dura, y Ted apareció con su grupo, haciendo un pedido enorme solo para molestarme. No dejé que sus palabras me afectaran, y cuando finalmente le entregué su comida, lo dejé en claro.

—Para la próxima, Ted, no pidas un testamento de comida si tienes prisa —le dije con una sonrisa irónica.

El día había sido largo, pero aún no había terminado. Cuando llegué a casa, Enzo y Pierre me esperaban. Habían escuchado sobre la dirección.

—¿De verdad te mandaron a la dirección? —preguntó Enzo.

—No fue mi culpa. Solo me defendía del bullying —respondí con un suspiro mientras miraba a mis hermanos cabalgar a lo lejos.

Después de cambiarme y agarrar mi cámara, decidí que necesitaba un momento para mí. Monté a Apolo, ese nombre le había puesto, y cabalgué hacia los campos abiertos. Mientras disfrutaba del paisaje, Apolo, decidido a sorprenderme, me llevó a un pequeño lago escondido entre los árboles. Era un lugar mágico, perfecto para tomar algunas fotos. Pero antes de que pudiera disparar, una ardilla apareció y, como si fuera parte de la broma del día, se llevó mi cámara. Lo que siguió fue una persecución absurda y épica.

Me subí a mi caballo y el siguió a la ardilla, a lo lejos pude ver una cerca donde la ardilla se metió, la verdad me importo poco pasarla, estábamos hablando de mi cámara. Me baje de Apolo ya que la ardilla ya no era visible. 

 —Ven pequeña ardilla. Donde estas, condenada —dije buscándola. 

—¿Tu qué haces aquí? —pregunto una voz Sadie, maldita sea en que me metí. 

 —No, ¿tú qué haces aquí? —pregunte mirándola. 

 —Estas en mi casa, no recuerdo haberte invitado —dijo Sadie con los brazos cruzados. 

 —Y nunca lo esperaría, gracias. Sera difícil de creer, pero una ardilla se llevó mi cámara y la estoy... Ahí está —dije mirando como esta salía del árbol con mi cámara—. Condenada ardilla, dame mi cámara. 

 Me acerqué a ella y la atrapé, quitándole la cámara, Sadie miraba todo confundida. 

 —¡Ja! —dije con mi cámara en manos, pero sentía a la ardilla enojada. 

—Vamos era mía. Espera... dame lo mejor que tengas ardilla, esto es una selfie —agarre la cámara y le tome una foto, para luego tomar una selfie en ambas fotos, la ardilla salía con cara de confusión, cosa que me hizo reír—. Sales divino, te llamare Roco.

 —¿Eres Blancanieves o por qué hablas con los animales? Es raro —dijo Sadie mirándome. 

 —Vamos, no tiene nada de raro pelear con una ardilla y luego ponerle nombre. Super normal —dije mirando como la ardilla se iba.

—¿Es tuyo? —pregunto Sadie yendo hasta mi caballo. 

 -Si, se llama Apolo —dije riendo—. A mis hermanos les encantan. ¿Tu vives aquí cierto? Vaya casa. 

 —Mi padre tiene el mejor viñedo de este lugar y no te miento al decir que con tu presencia aquí, todo terminara secándose —dijo Sadie arrogante y volvimos a nuestras diferencias ¿Acaso no puede haber alguien más bipolar que esta chica? Necesita ir a terapia. 

 —A veces no te entiendo. ¿Sabes que, Sink? Vete a la mierda —dije subiendo a mi caballo.

Salí de ahí con el viento chocando en mi rostro, pequeñas cosas que te reinician la vida. Al volver dejé a Apolo en el establo con algunas zanahorias, cosa que repetí con Berlín y Nairobi. Comencé a redactar una parte para la mini película. 

 "Una chica, que tuvo una infancia horrible y otra que tuvo la vida perfecta. Dos chicas que se llevan mal, ambas en diferentes bandos, ¿podrían llegar a llevarse bien? Las diferencias entre ellas hacen las cosas más difíciles, ¿alguien puede llegar a saber cómo se sienten ambas?" 

Vaya día. Ahora a escribir la canción, definitivamente estaba cargada de cosas, no se si mi cerebro podrá con tanto que procesar.

Feeling Good║Sadie Sink y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora