Con los antebrazos apoyados en la baranda de su balcón, SeungHyun masticaba lentamente una manzana mientras observaba tranquilo el ir y venir de la inquieta ciudad alemana. El día era claro y despejado, el manto de sol que abrazaba el paisaje demasiado tacaño para su gusto, con una brisa helada que flameaba los negros cabellos hacia atrás en suaves ondulaciones, obligando a la gente en la calle a sujetarse fuerte a sus abrigos y hundir un poco más el rostro en sus bufandas, colándose indiscreta por todos los rincones, hundiéndolo todo bajo la gris melancolía del otoño que se iba. El día definitivamente se mostraba algo hostil, pero ¿qué era un poco de frío para alguien que se había criado en las frías ciudades de Rusia? Nada, sino una gélida caricia, una metáfora más de lo que le había concedido siempre la vida.
Una semana había transcurrido ya desde que Vladimir lo rescatara de la pesadilla con los oficiales alemanes. Una experiencia traumática, sin dudas, pero al igual que esa fría brisa que ahora golpeaba su rostro, el recuerdo de aquella noche era algo que le hería las entrañas y el orgullo, sí, pero que de ninguna forma podría derribarlo. Vladimir había tenido razón en ese sentido: lo que no lograba matar a SeungHyun, definitivamente lo hacía más fuerte.Y así era. Tal como había hecho desde siempre, una vez más estaba transformando lo que podría haber sido su ruina en la fuente de energía que necesitaba para continuar y crecer, superarse y vencer. No podía permitir que aquel hecho lo derrumbara como hubiera sucedido con cualquier persona. Porque él no era cualquier persona. Él era Choi SeungHyun y debilidad era una palabra que no podía permitir tener en su vocabulario.
Mientras se recuperaba en cuerpo y mente, había utilizado cada minuto de aquella semana en ordenar sus pensamientos, recapacitar sobre sus acciones y revisar sus prioridades. En pocas palabras: decidir qué rumbo tomaría su vida. No le había sido fácil tomar esas decisiones, claro que no, pero ya era momento de dejar su corazón a un lado y permitir que su mente escogiera las opciones más conveniente para él. Se había acabado el sentimentalismo. Abandonar su camino de disciplina de hierro sólo lo había llevado a la ruina.Lo primero y principal era volver a Rusia. No era bueno ni para su salud mental ni para su economía continuar en aquella ciudad. Llevaba casi dos meses en un hotel cinco estrellas sin haberlo disfrutado siquiera; aquel templo del relax había sido de todo menos placentero para él: conflictos, dudas, tentaciones, debilidades... en esos meses había tenido más crisis emocionales que en los últimos diez años juntos. Su vida simplemente se había paralizado: no entrenaba, no dormía bien, no probaba bocado hasta que Vladimir lo obligaba... No podía permitirse continuar así.
Consciente de que debía jugar todas sus cartas si pretendía salir del país, accedió a ese maldito examen médico y a cuantas preguntas quisieron hacerle. No podían acusarlo de no cooperar. Había permanecido manso como un cordero, recostado en aquella aséptica camilla, mientras los doctores separaban sus piernas para insertar hisopos y cánulas en su intimidad, extrayendo muestras, tomando fotografías. Ni una palabra, ni una protesta, con Vladimir a su lado tomándolo de la mano, acariciándole la frente, transmitiéndole en silencio el amor y la protección de siempre. Se había expuesto como un cadáver en la mesa de autopsia para que todos pudieran observarlo, cortarlo y llevarse un pedazo de él. Así era como se sentía. Un cadáver en exposición. Un ser abandonado e insensible, frío y reseco, indiferente a todo lo que lo rodeaba. Y más aún desde que había tomado la decisión más importante de todas... No volvería a ver a JiYong.Vladimir tenía razón, siempre la había tenido, y aunque se le partiera el corazón debía aceptarlo y hacer lo que él decía. Si le hubiera hecho caso desde el primer día, si hubiera volado a Rusia la misma noche del ataque, nada de todo aquello habría sucedido. Su obsesión por JiYong lo había llevado a la ruina. Y si bien ya no se podía deshacer lo hecho, al menos podía evitar seguir hundiéndose en el pozo ciego de su desgracia.
Decir adiós a JiYong...
Después de todo solo habían sido un par de dulces besos y una noche de placer, nada más. Mucho menos que lo que había tenido con tantos otros que ni siquiera recordaba el nombre. Un capricho, simplemente, eso debía ser. Un capricho que, como bien decía su entrenador, se había salido de control y había ido demasiado lejos. Amor verdadero... en verdad sonaba ridículo. Pretender amor profundo por solo unas miraditas ardientes, por un encuentro sexual, por tejer con deseos sueños delirantes, cursis e irrealizables. El amor debía ser otra cosa y no lo que le quemaba adentro cuando besaba a JiYong. El amor debía acercarse más a la adoración incondicional que Vladimir le profesaba, perdonándole todo, entregándole todo... No, JiYong no era el amor, por más que tuviera la sonrisa más encantadora del mundo, la piel más suave, los ojos más dulces, el trasero más tentador...
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Sangre Sobre El Hielo (кровь на льду) | Gtop
Короткий рассказLa sangre tiñe el mundo del patinaje sobre hielo y se derrama sobre los que reinan en él. Sobre los que deben amar y odian, sobre los que deben odiar y aman, mientras todos intentan borrar de sus manos la escarlata mancha de la culpa. ❃ Esta histor...