Efecto Mariposa 🦋 ~ 𝓾𝔃𝓾𝓻𝓮𝓷 [✓]

𝚂á𝚋𝚊𝚍𝚘

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Todo comenzó durante una mañana cualquiera, de una primavera como cualquier otra; cuando por azares de la vida olvidó poner su despertador y debía llegar a la facultad en tiempo récord. Recuerda el regaño de su padre al salir por la puerta principal, la voz suave de su hermano deseándole suerte y a su madre pidiéndole que tenga cuidado. 

También puede recordar que casi es atropellado de camino, que el clima era agradable y que las hojas de las flores de cerezo se enredaban hábilmente en su cabello. Viéndolo de esta manera, habría preferido poner más atención en los pequeños detalles que esa mañana le había brindado.

Directamente, ¿Qué si ya conocía a Tengen? Por supuesto que lo hacía y, fue precisamente durante esa mañana caótica que lo vio por primera vez. Porque, hay que ser honestos, ¿Quién no conocía a Tengen Uzui ya?. 

Uzui era un estudiante despreocupado, demasiado relajado, muy llamativo, cabe resaltar, a pesar de que eso probablemente ya lo sabes.

Chocaron de camino a clase y derramó parte de su pintura sobre el mapa que se supone utilizaría para su exposición de ese día, tal como pasaría en un clásico drama adolescente, de esos que a todos les encanta ver. Recuerda que vio al chico de cabello plateado un par de segundos antes de recoger el mapa y comenzar a correr nuevamente, Uzui intentó disculparse, aunque debido a su retardo poco o nada le interesó el mantener una conversación con él. 

Se arrepentiría de esa decisión por el resto del año.

Una vez pasada la exposición, en la que le bajaron puntos por las manchas de colores sobre su trabajo, se dio cuenta del error que había cometido. El chico era lindo, naturalmente, con sus ojos color granada y sus accesorios tan extrañamente llamativos, olvidarse de él fue poco menos que imposible.

Tuvo que esperar a la llegada del verano para saber su nombre y con ello, saber algunas otras pequeñas cosas que no había notado antes. Fue gracias a Mitsuri que se dio cuenta de que conocía a todos los amigos del chico, comenzando por Iguro y, es entonces que las cosas se ponían cada vez más interesantes. Por cada nuevo aspecto que sabía sobre el chico de artes, más aumentaba su interés en él.

A pesar de que la chica de cabello rosado le había invitado a pasar la hora del almuerzo con ellos en más de una ocasión, para su pronto fracaso se dio cuenta de que le avergonzaba estar cerca del chico. Era lógico, a final de cuentas, lo dejó gritando como estúpido en el pasillo del jardín principal con pintura sobre la ropa y una disculpa entre los labios, ¿Cómo podría acercarse a él sin parecer un idiota?. 

Simple, solo no tenía que acercarse a él. 

Poniendo en práctica su para nada elaborado plan, decidió que con el pasar de los días aquel interés pasajero se iría de su cabeza. Más, los diamantes no se desvanecen y el color púrpura sobre el cielo no llega a desaparecer.

Así que, de a poco, se resigna a ser un simple observador ocasional.

De vez en cuando, cuando la clase de artes se desarrolla a campo abierto, puede disfrutar del chico peli plateado pintando sobre un lienzo. 

Es así como llegamos al invierno, cerca del final de curso, cuando está siendo arrastrado por el chico de artes que tanto ha admirado hasta su aula de clases. 

Tal vez, en aquel momento, más allá del nerviosismo que sintió por ser un completo insulto al modelaje, se sentía nervioso porque finalmente habían podido conversar, porque había sujetado su mano, porque había decidido que él era algo digno de plasmar. 

Ahora, se encuentra en el piso apoyando su espalda contra la base de la cama, tejiendo una bufanda con los ganchillos entre sus manos, ayudado únicamente por la luz que la lámpara de mesa le proporciona.