CAPÍTULO 25
¡NO MÁS MENTIRAS!
Después de la interrupción que dio como resultado que Junta fuera desterrado de su asiento, las horas en el avión parecieron eternas. Cuando Junta regresó del baño tras calmar su ánimo y su parte dura, pudo ver cómo todos habían caído profundamente dormidos; sin embargo, él no podía hacerlo, pues al haberse sentido eufórico cuando la respuesta de Takato fue un sí a irse con él, olvidó por completo de que en casa, él era alguien realmente conocido.
Su mente trabajaba rápido con el fin de buscar una solución a los inconvenientes que podría tener y de forma totalmente egoísta agradeció que tanto Haru como Takato no hablaran tanto español, porque así dependerían completamente de él. Entonces, giró la cabeza hacia cierta persona que ahora entraba abruptamente a su ecuación modificándolo todo, y que además sí sabía perfecto español. Ramiro.
Sabido era para él, que el hombre podría hacer cualquier cosas por Haru y Takato, y que por supuesto sería leal y no les ocultaría nada, por lo que al verlo tan tranquilo acompañándoles, era una señal de que no sabía bien la historia, mas que lo que Ayagi pudo haberle contado, que tampoco era mucho.
Debía encontrar la manera de mantener la información a raya, hasta que pudiera encontrar la ocasión perfecta para confesarse ante Takato. Lo amaba, sentía que cada fibra de su ser le pertenecía a su amado y de solo imaginar que este se alejara de él, era como si muriera en vida quitándole todo sentido a su existencia, y ni qué decir de la nena. Para Junta, Haru ya era su hija, su pequeña cachorrita a la que llenaría de mimos y cuidados. Por nada del mundo iba a perderlos.
Pronto y tras cabecear un par de veces, la voz tras la bocina indicó que se acomodaran porque estaban por aterrizar en suelo Español, más precisamente en la capital, Madrid.
El tiempo para reflexionar había terminado, dando paso solamente a actuar.
En cuanto el avión pisó el suelo, Haru saltó de su asiento asomándose por la ventanilla sin poder apreciar mucho; en cambio, cuando descendieron y comenzaron a caminar hacia la salida de la mano de su mami, sus preciosos ojos color oro escrutaron todo a su alrededor maravillada por la cantidad de gente y la diferencia de idioma, pensando a dónde se habían ido los kanjis, el hiragana y katakana.
Uno de los pasajeros comenzó a hablar realmente fuerte, asustándola. Ahí estaba otro choque cultural para ella, acá la gente era más bulliciosa, animada o escandalosa. En la que pláticas animadas surgían sin importar si los demás los escuchaban; incluso las personas que llevaban audífonos, parecían no tomar en cuenta si se podía oír perfectamente la melodía que reproducían.
—Mami... - exclamó mortificada la pequeña, quien no imaginaba que Takato se encontraba tan nervioso e impresionado como ella.
Aunque en el aeropuerto de Narita habían visto muchos extranjeros, lo cierto era que el ambiente resultaba completamente diferente, haciéndole caer en la realidad de que en verdad estaban ya muy lejos de Japón.
Junta en cuanto notó el semi estado de shock en el que tanto madre como hija se encontraban, pasó su brazo izquierdo rodeando los hombros del asustado omega, mientras que con la derecha cargaba a Haru, quien de inmediato se abrazó a él.
—Shh, tranquila cachorrita. Ahora mismo pasaremos a que nos revisen nuestros pasaportes y maletas, esto es normal. – Dijo besando ambas cabezas, la del omega y la niña. Quería que se sintieran relajados, pero era obvio que simples palabras no funcionarían, por lo que con mucho cuidado comenzó a secretar feromonas inoloras que fueron bañando a Takato y Haru. Estas eran algo sumamente especial, pues solo salían cuando un Alfa u omega quería transmitir paz y seguridad a sus seres amados.
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CAGED
FanfictionAtrapado en una relación abusiva con un sanguinario jefe Yakuza, el omega Takato Saijo pasa sus días resignado y viviendo solo por un fuerte motivo. Hasta que de pronto la vida le sorprende al ponerle frente a él a su destinado, quién para su mala s...