¡ME GUSTAS MUCHO!

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CAPÍTULO 4

Veinte minutos llevaban afuera de la casa. La nieve que había tapizado de blanco todo a su paso en la víspera de Navidad, había quedado como un mero recuerdo y solo el aire invernal de enero prevalecía, provocando que sus mejillas y narices se tornaran rojas. El motivo de estar expuestos a tal clima era que cierto gato se había salido de la casa sin el permiso de su dueña.

—Cómo da lata ese gato, ¿por qué el jefe le regaló eso? Los perros son mejores, esos sí te hacen caso, no que los otros puro pelo sueltan, arañan y son bien socarrones, les hablas y te ignoran.

Exclamó Ramiro rascando su cabeza.

—Haru ama a los gatos, ya lo sabes y tenía todo un año rogándole a su padre por uno.

Interrumpió su conversación cuando su celular vibró en la bolsa de su abrigo. Lo tomó y sin desbloquearlo leyó el remitente, que no era más que un número por demás conocido por él.

Desde la fiesta de cumpleaños de Himura, Takato había mantenido contacto con Chunta mediante mensajes; los cuales, al principio eran breves. Un simple "que tengas lindo día" o "que tengas dulces sueños", para después convertirse en pláticas casuales sobre las actividades realizadas en su día a día. Había tomado todas las precauciones, eliminaba todos los mensajes y mantenía en silencio su celular, se sentía como si nuevamente fuera un estudiante de secundaria cuyo corazón se aceleraba cada que llegaba una notificación. Sabía que jugaba con fuego, pero le era imposible detenerse. Desde el principio había sentido una atracción hacia el otro que no podía entender, por lo que decidió continuar con la interacción, quería saber de qué se trataba y si tenía algún significado mayor. El ojiverde no le había dicho que le gustara, si bien había sido algo coqueto con él, no había pretendido nada más y sus mensajes eran por demás inocentes.

Entonces recordó la primera sorpresa que este le dio. Justo el 25 de diciembre le había llegado un enorme ramo de flores y no solo a él, sino también a Haru. La tarjeta decía: "Con cariño, del tío Azumaya". Al principio tuvo miedo de que Himura sospechara, pero el castaño había preparado un regalo para él también, por lo que se sintió más tranquilo.
pasados los días, la comunicación entre ambos fue creciendo; y, si bien, no habían establecido las reglas de su comunicación, el otro parecía entender perfectamente la situación. Le mensajeaba solo en horas que sabía el otro no se encontraba en casa y en cuanto Takato dejaba de contestarle él no insistía, concibiendo que el tiempo se había terminado.

El azabache quitó uno de sus guantes y rápidamente tecleó "4:00 pm". En cuanto vio que este había sido leído, sonrió levemente y devolvió el celular a su bolsillo. Mientras que el moreno, que había seguido cada movimiento permanecía callado, como antes había dicho "él no sabía nada".

—¡Bss bss bss... bsss bsss bsss!

El sonido como de abejas zumbando, atrajo la atención de ambos adultos hacia la pequeña que caminaba por el patio llamando a su gato escapista.

—¿Acaso mi bebé piensa invocar a la abeja reina? – preguntó Takato con una sonrisa — no creo que sea la manera más efectiva de hablarle a copito.

—Su amá tiene razón patroncita. Se les dice así, oiga bien. – Pronunció agarrando aire y colocando ambas manos alrededor de su boca cual megáfono — ¡Haaaaaaashiba Hashiba, Hashiba, Haaaaaashiba, Hashiba, Hashiba! – gritó a todo pulmón con voz de vendedor ambulante.

Poco duró el gusto de la burla, pues atrás de ellos apareció quien había sido llamado con insistencia, provocando en ambos un escalofrío, principalmente en cierto moreno que sintió como una gota de sudor resbalaba por su sien.

CAGEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora