ALIADO

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CAPÍTULO 2

ALIADO

CINCO AÑOS DESPUÉS

Eran las siete antes del meridiano y el día comenzaba con su rutina favorita. Apenas salía de la cama se colocaba la bata y caminaba por el extenso pasillo que era iluminado por los rayos mañaneros, los cuales, se reflejaban en los jarrones de vidrio mostrando hermosos puntos de colores en las paredes. Le encantaba ese pequeño espectáculo que la naturaleza le regalaba, pues le hacía recordar a cuando era pequeño y su abuelo creaba arcoíris con el chorro de agua que salía de la manguera. Mientras avanzaba, su largo y hermoso cabello se balanceaba con gracia. Dos zancadas más y había llegado a la última habitación.

Abrió la puerta lentamente y con cuidado se introdujo en el cuarto. Este se encontraba ligeramente iluminado, cortesía del pequeño foco con forma de estrella al lado de la cama. Sorteando objetos que había en el piso, llegó hasta la ventana que daba hacia el jardín, recorrió las cortinas y en un instante el cuarto se llenó de luz dejando en evidencia a la persona que aún dormía plácidamente.

De inmediato una sonrisa se dibujó al contemplarle, esas, eran las únicas que mostraba con sinceridad y amor infinito. Caminó hasta colocarse al borde de la cama y una vez a su lado, pasó su mano por la cabeza, mejillas, nariz y espalda de quien yacía reposando sin obtener respuesta alguna. Por lo que decidió poner en marcha el plan "B".

—Despierta cariño mío, ya salió el sol – susurraba con dulce voz al tiempo que llenaba de besos las mejillas calientitas y regordetas que se asomaban por entre las cobijas.

—¿Ma-mami? – preguntó una voz adormilada tallando sus ojitos y parpadeando varias veces.

—¿Quién más podría ser, sino yo? – respondió de inmediato Takato.

—Mmm ¿papi? y ¿Hashi san? – dijo dando un gran bostezo.

—¿Así que ellos te dan besitos? Mami está celoso – exclamó fingiendo molestia.

—¡No! bueno, sí... pero los de mami son mis favoritos – la pequeña mostró una adorable sonrisa que derretía el corazón.

—¡Ah! ¡mami es muy feliz! – dijo al tiempo que abrazaba con fuerza a la niña — ¡mi Haru chan es tan adorable!

Ante el acto, la infante comenzó a reír animadamente.

—¡Mami tu cabello me hace cosquillas! – indicó moviendo sus manitas para quitárselo de encima.

—Entonces voy a cortarlo, así ya no te atacará cuando te abrace – habló con tono decidido uniendo su nariz con la de su hija.

—¡Ni lo pienses! – exclamó Himura con voz imperativa. Llamando de inmediato la atención de Takato y Haru. Este llevaba rato recargado en la puerta observando la escena. — Mami se ve absolutamente hermoso con su cabello así, ¿no lo crees mi princesita? – preguntó al tiempo que besaba y tomaba entre sus brazos a la niña que inmediatamente asintió — ¿Ves, Takato? A Haru y a mi nos gustas más de esta forma.

Sin rodeos, el mayor extendió su brazo izquierdo para tomar de la cabeza al ojiazul, le acercó con ansias y beso con pasión su boca de fresa. A lo que de inmediato la de ojos ámbar colocó sus manos sobre su rostro para no ver nada. Si algo había heredado de su padre, eso era el color de los ojos y nada más. Esas orbes resplandecientes lucían como un sol que derretía todo a su paso, nada que ver con los de Himura, los cuales, pese al hermoso tono, mostraban frialdad y maldad.

Tras el beso Takato mostró una sonrisa forzada, su bella rutina mañanera terminaba en cuanto ese hombre irrumpía en su burbuja de felicidad. Siempre era lo mismo, todos los días antes de irse al trabajo, el tipo entraba, tomaba a la niña en brazos y besaba al ojiazul. Como marido, su papel era totalmente reprochable, pero como padre el maldito se lucía; pues Haru era su completa adoración. Algo realmente sorprendente dada la personalidad del sujeto, mirarle con la niña era como estar con una persona totalmente diferente, hasta parecía humano.

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