PREPARATIVOS

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CAPÍTULO 33

PREPARATIVOS

Con cada día que pasaba la paciencia se le iba terminando y la desesperación por ver sus más retorcidos sueños cumplidos le impedían dormir de noche. Había trabajado duro en encontrar a los miembros fieles que se encontraban dispersos del ahora desaparecido Clan Himura. La mayoría habían sido exterminados, pero otros tantos huyeron lejos de los dominios del ahora Oyabun Hasegawa. El odio de Hashiba estaba dividido en muchas partes y dirigido a varias personas, pero ahora su poder era insuficiente para dar guerra; ni siquiera era capaz de matar a una mosca sin que todo el peso de la ley le cayera encima. Así que enfocó toda su energía en un solo objetivo, aquel que le causaría más satisfacción que cualquier otro y que sin duda iría a él sin resistencia alguna.

Así, maquinando sus planes una y otra vez, trabajó incansablemente en reunir gente que lo apoyara. Un elemento determinante en su éxito fue el patrocinio de Yurie, pues gracias a esto pudo moverse sin preocuparse por sus necesidades básicas. Tras su búsqueda, dio con varios hombres. Los acogió, comunicó sus intenciones y delegó tareas específicas, todas y cada una de ellas, enfocadas a encontrar a cierto omega.

La incapacidad de dar con su paradero lo frustraba, pero su sed de venganza era tanta que la idea de rendirse jamás pasó por su cabeza. Entonces cuando creyó que tal vez jamás vería materializado su sueño, un golpe de suerte cayó sobre él.

Hashiba al no tener ninguna pista del paradero de Takato, pero intuyendo que volverían a Japón por la llamada que Yurie le había hecho, estuvo visitando con frecuencia el panteón con la esperanza de encontrarlo. Pronto el camino de casa hacia el camposanto se convirtió en su rutina diaria. Cada que encontraba el sepulcro intacto una furia incontrolable le hacía apretar sus puños hasta dejar sus nudillos blancos. Entonces, cuando comenzaba a hartarse de sus esfuerzos infructuosos, un día, simplemente encontró flores frescas adornando la tumba.

Se agachó para tocarlas, sintiendo aún la humedad en estas. Esbozó una sonrisa siniestra y echando su cabeza hacia atrás rio como desquiciado. Allí supo que solo debía seguir vigilando y pronto el fruto de su esfuerzo se vería cosechado.

Fue así como hacía 2 semanas atrás el objeto de su obsesión se presentó ante él. Takato visitaba la tumba de su abuelo, pero la pequeña Haru no estaba con él. Hashiba siguió todos sus movimientos como un depredador atento ante las acciones del pequeño e indefenso siervo saboreándose el momento en el que encajaría sus colmillos y desgarraría a su presa.

Había sido una tarea muy difícil encontrarlo, pero al final todo valdría la pena. A partir de ese día siguió al omega, percatándose de la vigilancia de la cual parecía que el chico no se había dado cuenta. Conoció su casa, su rutina y sus ojos se iluminaron cuando al fin pudo ver a su "pequeña señorita." Ella lucía, ante sus ojos, como el mismísimo retrato de su padre. La nena caminaba de la mano del omega, vestida con el uniforme de Moribiru. De inmediato frunció el ceño con desagrado al percatarse de que tal escuela era una pública, algo que consideraba inaceptable para la educación de la hija del jefe Himura. Por lo que maldijo aún más a Takato. Quería ahorcarlo ahí mismo, pero se contuvo tanto como pudo, primero tenía que hacerlo padecer un infierno y no descansaría hasta ver cumplido su plan.

Tras pensarlo mejor, se dio cuenta de que el que Haru estuviera en una escuela pública facilitaba las cosas para él, la vigilancia no era igual y solían contratar a personal de apoyo manual sin tantos requisitos, por lo que encontró en ello la posibilidad de acercarse. Además, los sujetos que cuidaban del omega y la niña a la distancia, una vez que la menor entraba a la escuela se retiraban.

Su plan ahora iría en marcha.

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Takato corría por el pasillo de la escuela como loco, minutos atrás había recibido una llamada que desestabilizó su mente y corazón por completo haciéndolo temblar. Con esfuerzo retenía las lágrimas de desesperación e incertidumbre.

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