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Cuando el de ojos rojizos aún tenía un destello de inocencia.

Katsuki solía hacer la tarea en compañía de su madre. Intentaba apresurarse para poder salir a jugar con los niños que vivían en el barrio vecino.

La rubia ceniza era muy estricta con el pequeño en cuanto a sus responsabilidades como estudiante.

Siempre que cumpliera con los deberes, era de jugar todo o lo que quisiera.

El menor tenía un gesto gracioso cuando llegaba un nivel alto de concentración, sacaba la lengua y la mantenía por un lado. Mitauki entre risitas disfrutaba ver ese gesto. Una vez que el niño terminó de contestar la hoja con problemas matemáticos, volteó a ver la ventana y ya veía a los demás jugar con la pelota.

Ya, ya. — Dijo el cenizo impaciente y pasó la libreta en dirección a su madre.

Veamos... — Miró con atención todos y cada uno de los ejercicios básicos a los que se estaba enfrentando su hijo. — Vas por buen camino Katsuki, pero tienes que desarrollar bien las operaciones. No solo el resultado.

Ash— Cruzó sus bracitos en su pecho y soltó un bufido, digno de un niño mal criado.

La maestra lo dejó de instrucción cariño. Anda Katsuki, no te cuesta nada.

Con un chasquido de lengua tomó su lápiz y rellenó el vacío de información con rapidez.

Por suerte, el espacio era el suficiente, se giró a ver a la adulta. Ella también estaba escribiendo en una libreta, pero no alcanzaba a ver qué.

—¿Ahora si?

Katsuki sólo asintió.

Apenas fue ahí cuando notó lo que su madre hacía.

No estaba escribiendo. Estaba dibujando...

Los dibujos son para niños, entonces... ¿Porque?

Ma.— Recibió un sonido en señal de que le estaba oyendo— ¿Ese soy yo?

El pequeño miraba atentamente el espacio descubierto de la hoja, ya que la otra parte no era visible por su brazo de su madre.

Oh, ¡me atrapaste!— Elevo el cuaderno y se lo mostró al de ojos curiosos — ¿Te gusta?

Es...— El oji rubí tomó la libreta entre sus manitas y observo atentamente.

El niño se vió a si mismo plasmado, concentrado en su tarea y con la lengua de fuera, se veía muy tonto, pero su asombro fue más por que no sabía que su progenitora fuera capaz de crear tal retrato tan bonito.

Supongo que está bien, pero ¿cómo lo hiciste?— Obviamente no iba a regalarle un cumplido a su madre, ella no dejaría pasar la oportunidad de molestarlo con eso.

Claramente el menor había dibujado antes, pero no se comparaba con los trazos que estaba viendo. A él no le salía nada que no fueran personas con palitos y bolitas.

Si practicas mucho, serás mejor que yo. Recuerda que la práctica hace al maestro.

—Ay ma..

Es cierto, deberías intentarlo— Miró a su hijo y al ver que no decía nada, siguió hablando — Katsuki, tu puedes hacer lo que sea que te propongas, eres un Bakugou.

Los rubíes brillaron fuertemente ante esas palabras.

Él podía hacer lo que quiera. Y por raro que parezca, si le interesó un poco dibujar mejor que el resto.

◤ The Only Smile I'll Draw is Yours;  KatsuDeku◥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora