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Las hojas se removían danzantes sobre el pavimento. Una ligera brisa refrescante se presentaba en la mañana de ese día, mientras que una joven ignoraba todo a su alrededor a excepción de algo.

O mejor dicho, alguien.

Sus piernas le servían de soporte para su cuaderno. Los colores estaban revueltos alrededor de ella, sin orden alguno, listos para entrar en acción a su dulce labor.

Atrapar a ese atractivo rubio entre sus pliegos.

Dejó a un lado su color vainilla y sopló para retirar los excesos. Uraraka no supo en que momento se engolosinó con aquel joven, su lado racional le gritaba todo tipo de patochadas, su mal humor era evidente, era sumamente grosero y se picaba con cualquier con cualquier comentario hacia el.

Pero aún así. Bakugou no era todo gritos, ella misma vio un lado sensible oculto entre su gusto por el dibujo.

El intercambio de colores se desembocó en una explosión de sus sentimientos. Tan puros y energéticos.

Como ella.

Sus ojos castaños se zarandeaban del rubio al papel, que al igual que ella, tenía la nariz sumida en sus dibujos. Su mano no se detenía, se movía lenta y despreocupadamente, Katsuki cambiaba mucho cuando perdía noción de su entorno. Él no tenía un simple hobbie.

No.


No podría ser tan simple.

El desbordaba pasión.

Su entrecejo se suavizaba, pero no demasiado. Al final de cuentas, era de Katsuki Bakugou de quien estamos hablando.

Mismo que es lindísimo, por cierto.

Por fin soltaba el aire que contuvo sin darse cuenta y miró un momento su obra, ya terminada.

Oi, ¿que crees que haces?— Centró su atención al dueño de esa ronca voz.

Dio un brinquito del susto y de súbito cerró la ventana a sus sentimientos... o al acoso, ¿eso podía ser considerado acoso? ¿Que lo dibuje sin que el otro lo sepa es malo?

¿Q-Que? — claramente falló como ser humano y las palabras se atropellaron en sus labios— ¡Ah! ¡Bakugou-Kun! No te había visto por aquí...— Era mentira, y ya se estaba avergonzando mucho y sus chapitas parecían querer hacerle competencia a un semáforo que marcaba el alto.

Tch.

¿Que sucede?

¿Acaso tiene que pasar algo?— Gruñó.

Si, nunca me buscas. — La castaña podría jurar que sintió una punzada debido a sus propias palabras — Te repito, ¿qué pasó?

El cenizo no dijo nada y le aventó un papel doblado que, gracias a sus reflejos rápidos, atrapó.

Al desplegarlo, deslumbró un texto corto, pero directo.

«Espero tengas un hermoso día, tal y cómo tu.»

¿Y esto?

No sé de donde jodidos salió. —Hizo una pausa— por un momento pensé que era tuya, cara redonda.

¿Eh? ¿Porqué?

—Me da la pinta de que te gustan estas cosas tontas.— Soltó un suspiro exasperado.

Auch, era cierto, pero aún así...

Hmm voy a ignorar eso, — Miró con detenimiento de nuevo y pensó que la letra delataba que provenía de una chica... o un chico muy cuidadoso... poco probable, pero no se descartaba— ¿recuerdas a alguien que pasará cerca tuyo?

La brisa revolvía sus cabellos de forma sutil, Uraraka quiso recordar por siempre la forma en la que el rubio se veía, sus ojos escarlatas tan estilízalos y alargados, mientras el sol le dedica el más bello de los destellos.

Su vista inevitablemente se dirigió a sus labios carnosos y un revoltijo indescriptible se encontraba peleando en su estómago.

No.— El mayor desvió la mirada y prosiguió— Debe haber sido una de las idioteces del inútil de Monoma, ese imbécil ya no sabe que hacer para hacerme enojar.

—Pienso que si esperamos a ver si llegan más, lo descubriremos.

Como sea.



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¿Hola qué tal?

No se desesperen, porque aún no sale el pecosito, si, es un Katsudeku, pero aún tengo que ir preparando el terreno,

Espero que les vaya bien y puedan seguir leyendo!

—Nao

◤ The Only Smile I'll Draw is Yours;  KatsuDeku◥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora