六: Nezuko

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 El entrenamiento había comenzado para todos por igual, asistían juntos después de sus clases, compartían el dolor y el sufrimiento de las lecciones impuestas por el señor Rengoku, quien no era un viejo suave que digamos, hasta no verlos desplomar...

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 El entrenamiento había comenzado para todos por igual, asistían juntos después de sus clases, compartían el dolor y el sufrimiento de las lecciones impuestas por el señor Rengoku, quien no era un viejo suave que digamos, hasta no verlos desplomarse por el cansancio no los dejaba retirarse. Tal era que los muchachos habían tenido que empezar a ir con las hermanas de Kanao, Shinobu y Kanae, las cuales habían estudiado medicina para que los ayudaran con los espasmos musculares provocados por el entrenamiento, a pesar de que sólo había transcurrido una semana desde el inicio de este.

—No puedo sentir mi cuerpo... —se quejaba Zenitsu— de nada nos va a servir tanto entrenamiento si probablemente muramos en el intento.

—Eres demasiado llorón, Monitsu —se mofaba Inosuke—. Para suerte de todos, cuentan conmigo, el poderoso Inosuke.

—No puedo creer que ustedes siempre estén peleando ¿cómo son amigos? —comentó Shinobu, llegando a la sala dónde todos estaban. Aoi le ayudaba a atenderlos, esta sólo había aceptado aprender defensa personal, quería ayudar, pero sabía que no podía, le causaba un pánico enorme el siquiera pensar en enfrentar a uno de esos seres contra los que Tanjiro tuvo que enfrentarse.

—Aunque no lo parezca, se llevan bien, sólo son algo distintos— le respondió Tanjiro. Estaba sobre el sofá principal, Kanao a un lado de él apoyando las compresas para el dolor en los hombros de este, sabía el esfuerzo que este ponía en el entrenamiento, era el último de todos en caer rendido.

—El rubio me debe dinero, no puedo dejarlo hasta que me pague. —Bufó Inosuke.

—¡No te debo y nunca te he debido dinero, bestia! —se quejó Zenitsu.

La forma que tenía Inosuke, para decir que quería a sus amigos y no los dejaría, era algo rara a vista de los otros presentes, Tanjiro esbozó una sonrisa, por un lado, sabía cómo era Inosuke, y por el otro como era Zenitsu, de alguna forma siempre se iban a llevar bien, aunque discutieran entre ellos la mayoría del tiempo.

Poco después de Shinobu entró Kanae con unas vendas, esta se puso a atender a Zenitsu, así como Shinobu a Inosuke, junto a Aoi para que lo mantuviera a raya, ya que este decía que no necesitaba a nadie que lo ayudara ni necesitaba nada para el dolor, era un pequeño dolor de cabeza para las otras. Sin embargo, sabían del esfuerzo que este ponía, se retiraba poco antes que Tanjiro, unos escasos minutos era la diferencia entre el aguante de ambos.

—Todavía no puedo creer que hayan aceptado entrar, son aún bastante jóvenes para enfrentar algo así. —musitó Kanae, presionando las compras contra el cuerpo de Zenitsu.

—Realmente es difícil aceptarlo, pero por lo que he leído, con las historias del abuelo y demás, decía que la era de los demonios fue una era temida por todos, era difícil vivir por las noches, ya es difícil actualmente, no quiero imaginarlo con ello. Hay mucho en juego.

Tanjiro se mostraba decidido a seguir hasta fortalecerse por completo, y lo haría, se esforzaría para protegerlos a todos. Sus amigos fijaron su vista en él, se notaba que tenía dolor en los músculos por el entrenamiento, el entrenamiento de Shimjuro para él era el más pesado de todos, se compadecían al verlo realmente.

El resurgir de los cazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora