Capítulo 8

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Paso una semana desde lo sucedido, Leonardo y Miguel Ángel no se habían dirigido la palabra, pero no porque no quisiera, más bien porque su padre se los había pedido. Para el mayor aquello no era un problema, al contrario estaba muy tranquilo y eso lo disfrutaba, aunque si tenía fuertes roces con sus otros dos hermanos. Al menor aquella petición no le gusto nada, deseaba tanto hablar con su hermano, pero aun así sentía mucho miedo de estar solo con él.

Michelangelo no podía aun entender porque su hermano se molesto de esa forma, Donatello y Raphael le habían pedido que dejase de pensar en eso, que seguramente solo había sido su miedo a perderlo el que hablo ese día.

Hoy, estaba tranquilo viendo la tele, hasta que noto al menor sentarse en el sofá y miraba en completo silencio la tele, aquello le disgusto un poco a Leonardo, quería estar solo y aquella presencia no se lo permitía. Aunque pronto dejo de sentirla, al girarse solo vio el osito del menor y con él un sobre que llevaba su nombre.

Desconfiado se acerco y tomo la dichosa carta, la saco del sobre y empezó a leerla. Al terminar suspiro y dándole vuelta escribió unas simples palabras, la dejo de nuevo en el sobre y junto al oso, se paro y dirigió al dojo, para meditar antes de salir a patrullar nuevamente.

A los minutos el menor volvió por ella, suspiro un poco al ver que esta seguía tal cual, aunque le desconcertó el hecho de que estaba a un costado del oso y no sobre él, con temor la tomo y saco del sobre, noto que había sido cambiada de posición, así que la abrió y vio allí mismo la letra de su preciado hermano, con unas simple palabras. "TAMBIÉN TE QUIERO HERMANITO Y LAMENTO LO QUE HICE".

Michelangelo brinco de emoción al saber que al fin habría paz entre ellos dos nuevamente, tomo su oso y feliz volvió a su cuarto sin notar que dos pares de ojos los veían con tranquiladas, sabiendo que nuevamente podrían tener un poco de paz.

Leonardo también había visto la reacción de su menor y una pequeña sonrisa estaba posada en sus labios, desde un inicio supo que lo que hizo no estaba bien, pero su miedo había hablado y ya luego fue castigado, lo que le dolía mucho más aunque no lo demostrara. Un suave suspiro escapo de sus labios, pensando que al fin podría volver a tenerlo a su lado como siempre había sido.

Pronto llego la hora del patrullaje los cuatro jóvenes salían tranquilos, ya no se sentía aquella pesadumbre de descontento, una vez arriba se dividieron en grupo, pero antes de que Leonardo pudiera decir algo, Raphael y Donatello se dieron a la "fuga", aquello le causo gracia al menor, pero lo agradecía muchísimo.

Leo: bien, vamos –empanzando andar-

Miguel Ángel lo siguió tranquilo, con todo lo sucedido entre ellos había olvidado por completo el problema por el cual había surgido dicho conflicto. Decidido, se adelanto y le rebaso, deteniéndose y deteniéndolo a él también, lo que sorprendió al mayor.

Mikey: no crees que antes de eso, debemos hablar –viéndole tranquilo con una pequeña sonrisa-

Leo: -sonríe suave- tienes razón, pero no aquí, déjame llevarte a un sitio donde podamos estar tranquilos

Mikey: -sonríe- si –haciéndose a un lado-

Ambos jóvenes corrieron y saltaron por los edificios, hasta alejarse de la ciudad, el menor miraba todo un poco desconfiado, Leonardo por su parte disfrutaba aquello, ya que al fin podría hablar debidamente con su pequeño niño. Al llegar al lugar pensado, se estiro un poco y sentó en la orilla de aquel edificio. Michelangelo también se sentó y pudo apreciar un panorama completamente hermoso, aquella oscuridad era iluminada perfectamente por las estrellas y la luna llena de esa cálida noche.

Mikey: guau, Leo esto es realmente hermoso –emocionado-

Leo: -sonríe- debíamos tener un buen sitio para charlar con mucha paz –suspira-

Mikey: -lo mira de reojo- lo lamento

Leo: -le toma suave la mano- no Mikey, fue mi error, nunca debí irme sabiendo que tu irías tras nosotros

Mikey: -lo mira atento, escuchando con franqueza lo que dice-

Leo: -suspira- al menos debí dejarte una nota o mandarte algún mensaje, pero me sentí tan estresado, que incluso trate mal a los chicos y April

Mikey: -suave le acaricia la mano con la que le sujetaba, tratando de transmitirle calma-

Leo: -sonríe y lo mira apenado- perdóname, nunca debía hablarte mientras el miedo y la ira me rodeaban –susurra-

Mikey: aun así, fue tonto de mi parte el salir, solo habían pasado unos minutos de la hora impuesta y... -suspira algo molesto-

Leo: -suave le apega a él- solo hacías algo natural, hasta a mi me suele pasar cuando no debo salir, no puedo evitar el no estar preocupado por ustedes

Mikey: si, pero tu confías en nosotros y en nuestra capacidad, yo... yo lo deje de lado y me deje llevar por esa estúpido presagio –molesto-

Leo: -acariciándole el caparazón- tranquilo, te aseguro que eso no pasara, estamos más que listos para afrontarlo

Como si el destino les hubiera escuchado, un sonoro aullido se dejó escuchar, provocando que se les erizara la piel, se abrazaron entre ellos y miraron atentos y con temor a su alrededor.

Mikey: po-podemos ir a casa? –le ve asustado-

Leo: por supuesto –se levanta y le ayuda- andando

Juntos emprendieron el camino de regreso sin saber que una fiera bestia les veía desde la oscuridad. Ya en casa los cuatros se dispusieron a ver una película antes de irse a descansar, mañana no tendrían entrenamiento, ya que su padre iría con April, para darle las últimas lecciones.

Raph: vamos quiero ver esta ahora no mañana –molesto-

Leo: cálmate Raphael, solo está arreglando un par de cables –sonríe tranquilo-

Mikey: te juro que yo no le hice nada –viendo al de morado-

Donnie: lo sé Mikey, esta vez, se que no fuiste tú –sonríe habiendo terminado-

Una vez todo listo, la película dio comienzo. Era una de suspenso, por lo cual el menor estaba abrazando a Leonardo, quien encantado lo abrazaba de forma protectora, para el aquello no era nada aterrador, pero sabía que su pequeño travieso era todo asustadizo ante películas así.

Al terminar cada uno se fue a su cuarto, aunque el de rojo esperaba como siempre a que su pecoso hermano llegara y se metiera entre sus cobijas, ya que siempre hacia lo mismo ante películas como esas. No paso mucho para que escuchara su puerta abrirse y cerrarse con suavidad, para luego sentir como un cuerpecito se colaba entre sus mantas y se acurrucaba cuidadoso entre sus brazos.

Raphael adoraba esos momentos, aunque no lo dijera le gustaba tenerlo allí y poder proteger sus sueños. Lo abrazo y con calma se fue durmiendo.

Premonitions [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora