Así se hace en la madre Rusia

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Los días iban pasando, y como en cualquier curso, al final tenían que preparar un "show" con lo aprendido durante el verano. Teniendo esto en cuenta, los entrenamientos iban subiendo cada vez más de nivel. Vaya que los rusos se lo tomaban muy en serio, Otabek se sentía frustrado, no sabía si él era el lento o simplemente los demás iban demasiado rápido, lograban estirarse sin complicaciones, hacer las posiciones básicas de ballet sin problema y se doblaban como goma de mascar.

El rubio lo era la excepción, constantemente era llamado por la profesora para poner el ejemplo de cómo debía hacerse dicho paso, pirueta o salto, era digno de admirar. Era uno de los que continuaban en el curso, era genial y al mismo tiempo triste, muchos de los pequeños no aguantaron la presión y decidieron salirse, quedando cada vez menos y solo los de mayor edad (en un rango de 8 a 13 años... Eso sólo si contamos a Otabek, el cual era el más grande de la clase, de no ser así, entonces el rando sería de 8 a 10 siendo Yuri el mayor) Otabek trataba de no rendirse, pero cada vez la profesora era más exigente, aunque era dulce, paciente y en ocasiones comprensible, no era de doblarse el corazón cuando se trataba de repetir alguna secuencia o tratar de que el kazajo lleve su pierna un poco más allá del nivel de su cabeza.

Dolía, su cuerpo llegaba destrozado, las piernas le temblaban y en ocasiones ya no respondían ni para caminar. Comenzaba a cuestionarse, si realmente eso era para él, ¿Realmente podía dedicarse a eso? A veces sentía que iba a morir.

- ¿Qué dices si hoy, después del baño, salimos a pasear? Aunque sea un poco, para relajarte... Hijo, te he notado muy tenso, me preocupa que algo no esté yendo bien. - propuso su mamá con gentileza y un poco de preocupación un día cuando estaban a media comida.

- Suena bien... - Respondió un poco desanimado y sin dirigirle la mirada.

- Cariño, puedo comprender que sea difícil, pero si algo que no te parece, sabes que puedes decirme, cuentas conmigo... Además, no es por nada, pero tu entrenador me ha dicho que ha visto mejoras.

Bien, hagámos un intermedio aquí.

Si bien Otabek lleva los cursos, más que eso es como si fuera a una escuela normal... Bueno, no tanto, tiene dos fines de semana para descansar. Además de enseñarles ballet, también los ponen a ensayar en la pista de hielo, aunque claro, los ejercicios de los novatos a comparación de los de mediana edad o los mayores, no eran tan laboriosos. Platicando con su madre, llegaron a un acuerdo con su entrenador, para no dejar de ensayar sus programas y coreografías para los concursos, así que prácticamente, Otabek no descansaba. Sabía perfectamente que era débil y ante los demás era solo alguien más intentando ser bueno en algo para lo que simplemente no nació. Sentía que en vez de mejorar, cada día iba de mal en peor, pero para ojos de su entrenador, esto no era así; su expresión corporal al bailar, las piruetas en incluso algunos saltos, eran más firmes a comparación de sus inicios, tenía una que otra falla, si, pero de eso su entrenador se encargaría de pulir. Ahora sí, teniendo esto en cuenta, regresemos a la historia.

- No creo que sea así...

- Cariño, mírame - Otabek levantó la mirada cruzándola con la de su madre - Debes saber, que al final, sea por lo que sea, logres lo que logres, el esfuerzo que estás haciendo ahora, será bien recompensado y no importa lo que pase, yo nunca dejaré de amarte. Decidas lo que decidas, diga lo que diga tu corazón yo te estaré apoyando. Siempre estaré contigo. - su madre se estiró para darle un cálido beso en la frente. Otabek no comprendía en ese entonces a lo que se refería su madre, en su mente solo estaba el patinar perfectamente y en un futuro, llevar el oro a su lugar natal.

- Gracias... Y... Si es que aún es posible, ¿podríamos ir al centro comercial? Mientras ensayaba mis audífonos se rompieron y... Necesito unos nuevos.

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