Prólogo

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Su peor día de secundaria fue, simultáneamente, el primero de todos.

Le había sido asignado hacer el discurso de bienvenida junto con uno de los chicos de último año, Kim Mingi, y como siempre estaba confiado y decidido a estar adelante y tomar el mando como siempre lo había hecho. El único problema es que Mingi y él tenían una historia que no se podía permitir olvidar.

Con tan solo dieciséis años, Yoongi ya sentía el peso del mundo sobre sus hombros, y siempre se las había arreglado para ignorar las críticas que llovían sobre él. Yoongi no se hacía el amable, y esto le había costado amistades y aliados que él creía no necesitar. Sus padres le habían enseñado que estaba solo en este mundo y no debía permitirse confiar demasiado en los demás. Para él, ellos no eran personas, eran tan solo competencia andante, un montón de blancos de tiro que debía quitar del camino si quería llegar a la cima.

Lo que Yoongi no parecía poder ver era que los demás lo veían de la misma manera. Especialmente, el hermano de Kim Minki, Kim Sung-ho, quien en repetidas ocasiones había manifestado su odio hacia él, e incluso había intentado hacer que Yoongi sucumbiera a su acoso a través de tácticas sucias como el abuso físico. Pero Yoongi era demasiado astuto, hábil y capaz de defenderse por sí mismo, cosa que le molestaba profundamente al enemigo, y que a lo largo de la escuela media había hecho que Yoongi siempre saliera con una sonrisa victoriosa de sus encuentros.

Yoongi sintió un alivio profundo al notar que Sung-ho no iba a ir a la misma secundaria que él. Ese fue su primer error: pensar que porque él no estuviera por fin lo iba a dejar en paz.

—…Y así como el río fluye sin parar, nuestra vida nunca pierde movimiento, y hoy, en su primer día de clase en secundaria, descubrirán que aunque sea difícil mantener el ritmo de la corriente, hemos nacido para ello.

Yoongi giró los ojos mientras esperaba en la fila de adelante del auditorio, brazos cruzados en el pecho, mientras esperaba a que Minki terminara de hablar para seguir con su discurso. A diferencia de Minki, él no se había molestado con cursilerías y frases baratas, y había intentado ser lo más realista posible, sin metáforas tontas e innecesarias que solo quedarían como un eco en la mente de sus compañeros.

—Quiero que sepan que en esta secundaria aceptamos a todos sin juzgar a nadie, y tenemos una mente abierta a las nuevas generaciones, que no tienen miedo de expresar su identidad de manera libre.

Yoongi debió haber sospechado que algo andaba mal por la manera en la que Minki lo miraba fijamente mientras pronunciaba las palabras, pero estaba demasiado distraído repasando sus notas en su mente para notarlo.

—Es por eso que admiro mucho al compañero que viene después de mí, Min Yoongi, por su valentía. Yoongi, puedes amar a quien tú quieras, sin restricciones.

A Yoongi le tomó varios segundos procesar que su nombre había sido pronunciado. Fueron los susurros a su alrededor los que le hicieron darse cuenta de lo que estaba pasando, de cuales habían sido las declaraciones asociadas con su nombre, y abrió sus ojos con terror.

Terror; era algo que pocas veces había sentido, siempre siguiendo las recomendaciones de sus padres de ser fuerte, de no dejarse tambalear por el miedo, de mantener la cabeza en alto a pesar de todo. Pero en ese momento, mientras veía aquel secreto oculto en las profundidades de su corazón, uno que se había jurado a si mismo mantener hasta el día de su muerte, ser mostrado a una audiencia de gente que lo resentía como menos y lo odiaban con todo su ser como mucho, hizo que todo sus cuerpo se paralizara en un instante.

—Un aplauso para nuestro compañero que cerrara este discurso de bienvenida para que puedan proseguir a sus salones por el primer día de clase. Yoongi, puedes seguir.

Tiempo y hojas caídas | ksj + myg ; jhs + ksjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora