Capítulo 10: Serendipity

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Frío, sin corazón, despiadado, cruel

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Frío, sin corazón, despiadado, cruel.

Esos eran los adjetivos que las personas a su alrededor habían usado para describirlo a lo largo de su vida, palabras que él mismo usaría, porque sabía que su actitud repelente era lo que más lo definía para los demás y no era en realidad algo de lo que se avergonzara.

Pero hubo un tiempo dónde era diferente.

Había una vez un pequeño niño, inteligente, carismático, que sonreía con facilidad, que aún rebosaba con carisma a pesar de su timidez. Había una vez una persona que lo conocía mejor que nadie, un amigo, una mano que lo sostenía tan fuerte que parecía que nunca lo iba a soltar. Igual que en los cuentos de hadas, un ser llegó a perturbar su paz, a espantar su alegría y llenar sus días de amargura, a oscurecer su aún inocente corazón.

Recordaba bien aquel día. Al llegar a su casa después de la escuela le había contado a sus padres que había ocupado el segundo lugar y que su mejor amigo había ocupado el primero. Yoongi aún no entendía en ese entonces que eso no era realmente un motivo de celebración, pero él estaba orgulloso de sí mismo y de su amigo, y no había lugar para las nubes negras que eventualmente se instalarían permanentemente sobre su cabeza.

Llegó entonces el nudo de la historia, con una voz firme y grave, una voz en la que confiaba, una voz que ese día recitó,

—No críe a mi hijo para ser segundo después de alguien.—Su padre no era un monstruo ni un villano, pero su ceño fruncido y el filo de cada palabra eran suficientes para matar algo dentro de sí, una llama que se apagó como si sus palabras fueran un ventarrón—. Los amigos no existen, Yoongi. Es mejor que lo sepas desde ya. Puedes ir a tu cuarto.

Contrario a los cuentos de hadas, no hubo un desenlace. No hubo un momento de epifanía dónde Yoongi se diera cuenta de que importaba más su felicidad, dónde decidiera enfrentarse a su padre y seguir saliendo con su mejor amigo. De ahí en adelante las cosas solo empeoraron.

A pesar de que no hubo un castigo directo, su padre dejó de hablarle por el resto del siguiente periodo, y aquella discusión causó un daño irreparable en su relación con su amigo, a quién sacó de su vida sin explicaciones, tan solo palabras crueles, quizá las primeras de muchas, producto de la frustración creciente por el silencio de su padre.

Las palabras dieron vueltas en su cabeza, y cuándo al siguiente corte ocupó el primer lugar y su padre volvió a dirigirle la palabra, había aprendido la lección. Desde ese momento, en su vida solo existían dos tipos de personas: aliados o enemigos. Solo aquellos que no eran su competencia directa podían entrar en la primera categoría, y muchas veces se sentía inclinado a pensar que solo sus padres podían entrar en ella. Sus familiares cercanos y lejanos, su hermano mayor, y todos y cada uno de sus compañeros de clase eran una fuente de comparación; todos eran enemigos de una u otra manera. Ninguno había podido entrar en su vida con facilidad, ninguno podía pasar del fuerte límite que había aprendido a marcar desde aquel incidente.

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⏰ Última actualización: May 07, 2023 ⏰

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Tiempo y hojas caídas | ksj + myg ; jhs + ksjDonde viven las historias. Descúbrelo ahora