— ¿Por qué sigues insistiendo en ir a verla? Ella no quiere. Deja que viva su vida.
Al escuchar los vocablos del ajeno, solo se digno a soltar una carcajada y continuó observando la pantalla de su móvil.
— Y por favor, deja de psicópatearla.
Oliver se cruzo de brazos al ver como este se negaba a dejar el objeto en paz.
— Al principio eran fotos de garabatos o dibujitos de ropa junto con edificios, pero ahora... —siguio moviendo el pequeño aparato del mause con el fin de bajar y ver más el perfil de la chica— son fotos de ella con un chico, no con dos chicos. ¿Pero qué diablos hace?
El menor rodó sus ojos. Era de admirar su sobre protección como padre, sin embargo, ¿acaso no hay un límite en estas cosas?
— Nunca me dijiste como murió tu esposa.
El hombre al escuchar eso, dejó de ver aquella imagen en la cual aparecía su hija junto con dos hombres, para así, solo dedicarse a ver al opuesto.
— Cáncer... —respondio moviéndose junto con la silla quedando en frente de Olivier— ¿por qué lo preguntas?
Obviamente dijo eso para que dejara de ver el perfil de Lyria.
El de ojos jade se dedicaba a apreciar un cuadro en el cual aparecía Paín junto con Lyria, y a su lado, una mujer.
No eran celos ni nada semejante, solo que le incomodaba el hecho de que estaba casado y que su mejor amiga es su hija. Muchas veces pensó en encontrar otra pareja, seguir con su vida juvenil con el fin de no involucrarse con este sujeto que es unos cuantos años mayor que él... Pero al final, debe de aceptarlo, lo ama.
— Por nada...
Ante eso solo se quedó admirando el semblante de Oliver, y luego de unos cuantos segundos, se decidió a hablar: — Eramos amigos, desde niños... —continuó con una tenue sonrisa observando el punto que veía el menor— al principio fue amor a primera vista, pero, después de tener una aventura en mi adolescencia... ese amor se desvaneció ya que en ese momento deje de sentir lo lo que sentía antes por ella, y así, solo le hice creer una mentira por unos cuantos años...
Aquellos orbes observaron los azules, bueno no era nadie para decirle eso, ya que, en su estadía en otro país vaya que engaño a este hombre, incontable veces con su compañero de habitación.
Sinceramente eso le provocaba tener vergüenza, no obstante, lo que hizo fue mucho peor.
— Como nuestras familias eran amigas, además de tener influencias, se arreglo el compromiso desde que eramos niños, y yo cuando ya era más joven, no podía hacer nada ya que no quería romperle el corazón, y claro, debía de obedecer a mi padre.
Acercó su mano al objeto que poseía el retrato familiar mostrando un leve arquear de labios.
— Su familia se dedicaba al arte, en realidad su apellido es conocido por tener incontables galerías y diseños tanto de moda u otros alrededor de diversos lugares.
Pero de a poco eso se fue apagando, mostrando nuevamente un semblante desilusionado de sí mismo por sus propios actos.
— Después que naciera Lyria, su condición empeoró, y ante eso, yo siendo un médico, no podía hacer nada.
Al notar la tristeza que comenzaba a surgir del contrario, de inmediato se acercó quitando con suavidad de sus manos el objeto para así agacharse y acariciar el rostro.
— Por años le mentí a mi hija sobre las artes, porque no quería que me recordara a su madre como a la familia de esta, ni tampoco el engaño que le daba día a día, incluso en sus últimos momentos de vida.
Sus pulgares acariciaron la zona baja de los ojos con gentileza con el fin de limpiar las pequeñas lágrimas que se escapaban.
— Mirate, ya estas viejo y te haz vuelto un llorón.
Por aquellas palabras no evito dejar escapar unas pequeñas risas aliviando la presión que lo consumía.
— Cuarenta y siete años, no soy un vejestorio.
Recalco acercando una de sus palmas donde una de las manos que se se posaba en su mejilla.
— No lo niegues... —expreso comenzando a mover los cachetes del contrario—.
Quería mimarlo con el fin de que aquella pregunta quedara enterrada en el pasado. No sabía que al preguntar eso podía abrir ciertas heridas del pasado de este ser, en verdad debió pensarlo dos veces antes de hacer tal interrogatorio.
— Eres un viejito, uno pervertido y sabroso... Pero eres el mío y de nadie más.
Ahora sí sus dientes se daban a conocer en su boca, producto por una sonrisa de oreja a oreja la cual indicaba los indicio de deseo.
Al menos eso funcionó para que este volviera a sumergir ese dolor.
De a poco Oliver se fue sentando en el regazo de este hombre, quedando así por completo en sus piernas y dejándose en caer en ese fornido pecho. Al sentir un beso que se situaba en uno de sus párpados, eso provocó que la comodidad comenzará a crecer en su torso.
Paín dejaba pequeños besos en el rostro de su pareja y delizaba sus manos con el fin de que este no se cayera de sus piernas.
— En verdad eres lo mejor que me sucedió en toda mi vida, bueno, lo segundo mejor después de mi familia.
Soltó un quejido ante el golpe pero después solo mostró su semblante cálido al contrario. Por otra parte, Olivier, se enojo levemente, pero, es verdad, no puede negar el lazo familiar de padre e hija, ni tampoco cuestionar su antigua relación.
Con lentitud las manos robustas comenzaron a descender hasta llegar a la zona inferior del menor, con el único objetivo de provocar ese sentimiento de placer.
— No arruines como siempre el momento, Paín.
Espetó agarrando la muñeca y dirigiendo esa extremidad para que se situara al rededor de su cuello.
Resoplo y solo obedeció. Cerro sus ojos apoyando su frente en la ajena para así mantenerse por un incontable tiempo junto con este, con el único objetivo debsentir su calidez y compañía.
— Aunque no estaría mal hacerlo en la noche~
Respondió con una sonrisa besando descaradamente los labios del mayor, solo por unos segundos para después frotar su nariz junto con la de este.
White correspondió el gesto de alegría, suspiro y se alivio. Aunque había hecho cosas imperdonables durante toda su vida, algo estaba claro, este hombre aún así sin importar los defectos que tiene.
— Te lo agradezco, Olivier.
Actualizado 26/11/23
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Sugar Daddy
RomanceOlivier Stone, es un universitario y como todo universitario, posee unos pequeñitos problemas. Bueno... ¿por dónde iniciar? Uno: El dinero no le alcanza. Dos: Sus notas no son suficientes para pasar algunos ramos. Y tres: Terminó su relación. ¿Qué m...