Epílogo

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Siete años después

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Siete años después...

Descubrió su boca y suspiró cansado, dejo los cortantes en la bandeja de metal para después quitarse los guantes.

— Ya está listo.

Los ayudantes de inmediato continuaron con la labor de coser la herida y limpiar la sangre que escurría.

Paín limpio sus manos en el recipiente de agua y después las secó con la pequeña toalla que le dio la enfermera.

— Doctor White, un nuevo cirujano lo está esperando en su oficina.

Hizo una mueca por las palabras de la joven, sabía perfectamente porque lo estaban llamando a ese lugar.

— ¿Llegó otro?

La chica asintió: — Un doctor, por lo que sé fue muy reconocido y recomendado de la universidad de la egresó.

Solo eso le faltaba, otro joven idiota que venía a este a lugar por el simple hecho de hacerce el famoso. ¿Cuántos nuevos venían con eso? Sí muchos, y eso vaya que le molestaba, pero, ¿acaso escuchó mal? ¿un médico reconocido y elogiado? Tks... seguramente debe otro novato que al momento de emplear la teoría en la realidad, todo lo hace todo mal.

— Por lo que escuche, ese joven se trasladó a esta ciudad porque quiso iniciar su carrera aquí. Los rumores dicen que aquel rechazó muchas ofertas y para que decir que viene de familia acomodada.

Paín hizo oídos sordo, le cargaban los enredos o cuchicheos que hacían sus subordinados.

Dejo colgado el traje y aquel gorro blanco y abrió la puerta de la habitación.

— Tks...

Se fue por el camino opuesto de donde debía ir hacia su oficina ya que ahí debía de estar ese nuevo, ya que en sí, no deseaba lidiar con otro novicio.

Maldita sea, realmente odia ser el jefe de la sección de cirugía ya que de por si tiene que hacer ese tipo de cosas.

— Esto sí que es infeliz.

Aspiró el cigarro y luego dejó salir el humo de su boca. Sí, tal como decía era tal como se sentía.

Todavía recordaba ese tiempo en que tenía una hermosa relación, pero por su culpa, aquel amorío término en el fondo del basurero.

— Qué soy un imbécil... —se dijo a sí mismo—.

Recordó cuando el joven salió de la habitación ¡con su equipaje!, Paín solo lo observo sin mencionar alguna palabra, y cuando lo iba a hacer, el chico ya se fue. Intento llamarlo e incluso buscarlo, pero no había rastro de él, toda información de Olivier desapareció como por arte de magia.

Agacho su cabeza, apoyó sus manos en el balcón y observó la gente que circulaba en la primera plana del lugar.

Después de eso, hablo con Lyria. Sí, aquel discutió ese tema tan estresante del diseño de moda, pero gracias a las palabras del de ojos jade, lo hizo reflexionar.

Sugar DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora