Capítulo Once

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Movió sus caderas intentando evitar lo que iba a venir, pero al final, no consiguió nada

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Movió sus caderas intentando evitar lo que iba a venir, pero al final, no consiguió nada. Abrió su boca con el fin de dar otro grito de placer y lloró como nunca antes por la tortuosa sensación.

Sí, está ya era la quinta vez que ese maldito se corría en él.

— ¡E-esto es fantástico hash~! —exclamó aquel drogadicto moviendo sus caderas y continuando con los duros movimientos— ¡N-nunca lo habíamos hecho tantas veces...! ¡agh~!

Su pecho dolía junto con su parte baja. Intento silenciar sus gemidos que al final no lo conseguia, y así, tembló de miedo.

Olivier no podía gritar ya que nadie lo escucharía. En dónde estaban eran las llamadas cabañas la colina, las cuales, son las más novedosas y únicas en tener una pequeña casa de madera con un inmenso jardín urbano a su alrededor alejadas de las demás viviendas.

«¡Mierda!» grito en su mente al sentir como esas penetradas volvía a provocar que se corriera en las sábanas negras.

Una mano se aproximó a su miembro y tapó su pequeño agujero provocando otro quejido de dolor.

— Vas a tener que acostumbrarte, amor~ porque a partir de ahora estarás así siempre. Te voy a drogar todos los días, y voy a satisfacer mi pequeña entrada una y otra vez. Esto es lo que siempre debí de hacer ¿no lo crees?

Otra estocada hizo aquel azabache haciendo que las piernas de Olivier dejaran de resistirse y sonrió al ver que aquel ya dejaba de moverse asustado.

— Oh~ ahora la droga ha hecho por completo efecto.

Sí aquella cosa hizo que el muchacho empezará a pedir por más, su cuerpo se movía conforme a las embestidas mientras que sus manos se acercaban a su miembro y lo masturbaban.

— Mi pequeña perra en celo ¿quieres más?

Su cabeza decía que no, pero, su cuerpo lo pedía a gritos que sí. Dejo que ese chico lo girará dejándolo boca abajo mientras volvía a subir de nivel el vaivén. «¿¡Qué carajos estoy haciendo!?» dijo en sus pensamientos empezando a masturbar su miembro que las sábanas y luego a levantar más su trasero para que quede a merced de aquel chico.

Volvió a derramas aquellas gotas saladas y pidió a gritos en su cabeza que aquel adulto viniera y lo salvará porque ¡no quería estar de esta manera para siempre! ¡claro que no!.

— Ahh... —jadeo agarrando los cabellos cafés— no quiero que me vuelvas a traicionar ¿entendido?

Olivier gimió y lloró más.

Ian soltó los mechones y tiro la cabeza a la cama. Deslizó sus manos en su cabello y retiró su parte del chico. Se levantó de la cama y fue directo donde su móvil que sonaba.

El de ojos jades lo observó mientras entrecerró sus ojos cansado ¡pero! no podía dormirse en este momento ¡por supuesto que no!.

— ¿Qué? —su voz sonaba agresiva, claro, lo habían interrumpido en un momento tan excitante—.

Sugar DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora