-No pensé que aceptarías esto...- Dijo Raquel mirando fijamente a la pelirroja con una leve sonrisa en la cara.
Alicia: -Ni yo...
Raquel: - Y te arrepientes?
Alicia: - Claro que no Raquel...- Dicho esto la pelirroja se levantó dirigiéndose a la puerta dispuesta a salir de aquella habitación. - ¿Pero si se enteran? Viste como todos se rieron. Contigo y conmigo no será la excepción.- Alicia estaba muy preocupada y no por ella, sino que le hicieran el mismo daño a Raquel.
La castaña se levantó y se acercó a la pelirroja, le dio un abrazo e hizo que esconda levemente su cara en su cuello, rodeando con sus brazos la cintura de la pelirroja. - Todo estará bien... a la mierda si se ríen, yo quiero estar contigo, Alicia, que se jodan los demás. -
Alicia soltando una leve sonrisa asintió, aún estaba algo insegura, pero al ver la tranquilidad de Raquel, esta se relajó un poco.
Así, de esta manera pasaron los días y meses, Alicia insistió que su relación fuera privada, no quería que Raquel sufriera lo que ella, porque sabía perfectamente lo que costaba salir de aquello, la rabia y toda aquella impotencia. Así que era la forma perfecta de proteger a su castaña.
En cambio, a Raquel le desagrado un poco aquello, no le importaba que podrían decir o hacer, nadie le iba a poder separar de Alicia, quería hacerle saber a todos que Alicia era su novia, no tenía vergüenza en decirlo. Había cambiado, ya no era la chica que era antes, no le importaba lo que dijeran los demás, pero aquí había un problema que no comprendía como Alicia; Raquel nunca había sido molestada, era la popular del grupo, además de que alguna vez fue la novia del chico que todos adoraban aunque fuera un idiota, por esto le impedía ver o creerse que alguien la podía molestar.
Pensaba en un plan... un plan para que Alicia se tratara de convencer en hacer pública la relación, ¿pero cómo? Tal vez con la ayuda de Zulema, ella sabía que las hermanas eran inseparables y la mejor persona para hacer entrar en razón, era Zulema, así que se levantó decidida de aquella cama, hizo la rutina lo más rápido que pudo y se dirigió a la casa de las Zahir.Llegó con entusiasmo, tocó la puerta con algo de prisa... al cabo de segundos, la pelinegra abrió la puerta mientras le daba un mordisco a aquella manzana que poseía en sus manos.
Zulema: - Hola castaña, ya le digo a Alicia que baje.
Raquel: - No, Zulema, vengo contigo... quería hablar de algunas cosas. Necesito tu ayuda.
Zulema hizo una leve mueca mientras salía completamente y cerraba la puerta. - Ya te digo yo que no me van las mujeres y menos la de mi hermana.
Raquel: - Deja el ego, Zulema, no es por eso, necesito que me ayudes a convencer a Alicia de que hagamos nuestra relación pública.
Zulema le miró y no pudo evitar soltar una risa mientras se tapaba la boca. - Tía, estoy ocupada, quiero comer mi manzana, no estoy para bromitas.
Raquel: - No es broma, Zulema, es algo que de verdad quiero, tú eres la persona que puede convencer a Alicia de lo que sea, sabes que ella cuando se le mete algo a la cabeza, no hay cosa que se lo saque, pero contigo es diferente, a ti sí te escucha.
Zulema: - Bueno, es que ayer cuando te caíste de la bicicleta te pegaste fuerte y quedaste idiota, no sabes lo que dices... Raquel, no sé si te has fijado, pero nadie quiere a las lesbianas y mis padres no son la excepción, Alicia menciona algo y la mandan a un puto convento y tú serás la burla del colegio.
Raquel: - No, Zulema estás equivocada, eso no pasará... aparte no dejaré que le vuelvan a hacer o decir algo. Solo quiero...- No pudo terminar de decirle cuando Zulema la interrumpió.