Un año, había pasado más de un año y ahora una Phoenix de 11 años se encontraba saltando por su cuarto, oh bueno, así había sido hasta que cayó estrepitosamente de cara al suelo. La razón de tan impetuoso comportamiento no era otra si no que estaba preparando sus cosas para asistir a su primer año en Hogwarts. El día que su carta fue entregada no había sido más tranquilo pero afortunadamente su madre, Atenea ya se había acostumbrado a su extraño comportamiento. El día en el que Athenea decidió llevar a su hija a comprar sus útiles no había sido más tranquilo y es que, así como la mayoría de los días desde hacía poco más de un año, se había transformado en momentos graciosos y especialmente vergonzosos para Atenea; su hija por alguna razón se comportaba como si viera todo por primera vez, hacia preguntas raras a extraños y saltaba de un lugar a otro. Su hija nunca había sido tranquila, pero ahora parecía que la alimentaba a base de chocolate o algún alimento que aumentaba mucho su energía, a ésto se le sumaba el hecho que la pequeña parecía carecer de vergüenza.
Volviendo al presente, la pequeña niña termino de arreglar su baúl, lo cerró y bajo a comer. Si algo no había cambiado era el gran apetito de la pequeña, aunque constantemente se quejaba de la falta de picante en la comida.
Cuando terminó de comer le pregunto a su madre a qué horas salía el tren el día siguiente, Atenea aun renuente le dio los datos, la mujer no estaba entusiasmada que su hija estudiara en Inglaterra, creía que lo mejor hubiera sido que estudiará en Beauxbatons. Sin embargo la menor había estado tan emocionada que después de un par de suplicas Athenea terminó por acceder.
El tiempo pasó con tranquilidad y se llegó el momento de ir a la estación, llegaron por medio de una aparición, y, con cuidado de no ser vistas por muggles, se dirigieron al lugar que marcaría una pauta en su nueva vida.
Phoenix como era costumbre caminaba dando saltitos emocionada, la realidad era que desde poco antes de su cumpleaños número 10 la niña se había vuelto más infantil.La niña camino empujando su carrito, había hecho de todo para vivir la experiencia, nunca había estado más emocionada por chocar contra una pared, bueno si lo decías así se escuchaba bastante extraño. Madre e hija caminaron "tranquilamente" hasta el espacio entre los andenes 9 y 10, al llegar allí la niña tomo vuelo y corrió, al estar a punto de llegar al muro su emoción estaba desbordante, pero entonces entraron las dudas, ¿si había corrido al muro correcto? si no era de esa forma se llevaría un buen chipote. Antes de que se diera cuenta ya había pasado al otro lado, estaba tan sorprendida que se quedó estática mirando todo, momentos después Atenea que iba tras de ella cruzó y la regaño por quedarse ahí parada como tonta.
Después de una larga despedida, Phoenix logró zafarse de su madre y su gran lista de cosas que debería y no hacer. La niña subió su baúl con ayuda de un atractivo Hufflepuff que parecía ser mínimo de tercer curso, el chico había sido realmente muy amable y tenía una hermosa sonrisa.
—Por Merlín eres tan guapo —como era costumbre para ella, Phoenix pensó en voz alta.
—Ah, gracias —el chico estaba algo sonrojado por el comentario de la niña.
—este, si jeje gracias por lo del baúl, adiós —la pequeña pelinegra salió corriendo completamente roja y avergonzada por lo que había dicho.
Después de un rato y varios intentos de bajar el sonrojo, por fin lo había conseguido y se encontraba caminando por uno de los vagones del Expreso de Hogwarts, cuando escucho una conversación que le resultó familiar.
—Se llama Scabbers y no sirve para nada, casi nunca se despierta. A Percy, papá le regaló una lechuza, porque lo hicieron prefecto, pero no podían comp... Quiero decir, por eso me dieron a Scabbers —dijo una voz conocida para ella, entonces sin mucha demora la pelinegra se paró en la entrada del compartimiento siendo notada por los dos niños solo unos instantes después.
—Disculpen, ¿puedo sentarme aquí? El tren está bastante lleno —había preguntado en voz suave pero fue escuchada por ambos sin problema.
La niña esperó un poco y luego recibió un asentimiento de parte de ellos y un ademán para que se sentara, Phoenix se sintió aliviada, la verdad era que no había pensado muy bien lo que había hecho, había sido impulsiva, su lado fan le había ganado.
La niña tomó asiento al lado del niño con gafas redondas.
—Por cierto, soy Phoenix Black— dijo con una pequeña sonrisa nerviosa.—Harry Potter.
—Ron Weasley.
—Es un placer —dijo sin más la pelinegra.
Después de unos momentos la plática entre ellos continuo, esta vez incluyendo a la niña.
—... y hasta que Hagrid me lo contó, yo no tenía idea de que era mago, ni sabía nada de mis padres o Voldemort —Harry terminaba su relato sobre la vida con los Dursley.
Ron hizo un sonido de sorpresa.—¿Qué? —cuestionó el de gafas.
—Has pronunciado el nombre de Quien-tú-sabes —hizo una pequeña pausa —Yo creí que tú, entre todas las personas... Dejó la idea en el aire.
—No estoy tratando de hacerme el valiente, ni nada por el estilo, al decir el nombre —dijo Harry —Es que no sabía que no debía decirlo. ¿Ven lo que les decía? Tengo muchísimas cosas que aprender, seguro que seré el peor de la clase.
—No lo creo. Muchos vienen de familias muggles y aprende rápido, seguro que tú también.—mencionó la ojigris con una dulce sonrisa.
La conversación siguió por otro rumbo, hasta el momento en que una mujer se asomó y les hizo una pregunta por la que Phoenix había estado esperando.
—¿Quieren algo del carrito? —El corazón de Phoenix así como toda ella se encontraba emocionado, dios estaba siendo testigo de los acontecimientos de su libro favorito.
Ron murmuró que llevaba bocadillos con él, mientras que Phoenix pues ella estaba en su propio mundo, entonces paso Harry murmuró el clásico.
—Lo quiero todo —mierda, si esto seguía así a Phoenix le daría un infarto. Estos niños no conocían la definición de diabetes pero todo bien.
El tiempo siguió pasando e incluso Phoenix había cogido una rana de chocolate obteniendo el cromo de Agripa, por el cual había tenido una acalorada negociación con Ron.
Pasado un rato se oyó un golpe en la puerta del compartimento, y allí lo vio, otro de sus personajes favoritos, Neville.
—Perdón, ¿Por casualidad no habrán visto un sapo?
Los tres negaron con la cabeza.
—¡Lo he perdido! ¡Se me escapa todo el tiempo!—Ya aparecerá —dijo Harry.
—Sí. Bueno, si lo ven... —Y se fue.
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Reencarnar en Harry Potter
FanfictionAlejandra García, una estudiante de último año de preparatoria con un carácter explosivo y alegre, despierta en un cuerpo diferente al suyo, para ser exactos en el cuerpo de Phoenix Black, hija del convicto Sirius Black. Siendo un personaje no menci...