Salgo del baño con una toalla enrollada a la cintura, y sacudo mi cabello mientras voy en busca de algo para ponerme antes de que los chicos lleguen. Hace como media hora volví de la academia, y agradezco infinitamente que el ensayo de hoy haya estado tan tranquilo y poco agotador, porque no soportaría tener que convivir con cansancio en este momento. Muchas veces me he quedado dormido en medio de este tipo de reuniones debido a eso, y no es muy placentero porque luego despierto gracias a las bromas que siempre me han querido jugar, aunque es una suerte que logre abrir los ojos antes de que sus malvadas manos lleguen a tocarme por completo. En situaciones como esas, lo único que hago es largarme del lugar, o salgo de la habitación para ir a la de mis padres, si es que nos agrupamos en mi casa.
—¿Qué...? —arrugo el ceño al ver un mensaje en la pantalla de mi celular, el cual acaba de sonar justo antes de que pueda quitarme la toalla.
Anson: El bóxer negro te quedaría mejor, pero si quieres el blanco...
—¿Qué diablos? —volteo a mirar cada rincón de mi habitación, y luego mis ojos caen en la ventana, la cual se encuentra cerrada y con la cortina abajo. ¿Cómo demonios supo qué ropa interior iba a ponerme?
Rápidamente vuelvo la vista hacia el celular, y escribo una respuesta.
Yo: ¿Estás mal? Sigo en la academia.
Envío el mensaje, y luego tiro el aparato a la cama antes de morderme el dedo pulgar con nerviosismo. No creo que exista la posibilidad de que esté acechándome, ¿cierto? No hay manera, claro que no. La puerta de mi habitación está cerrada, la ventana también y está tapada, por lo que es imposible que esté mirándome ahora mismo, aunque... la tapa de mi laptop está arriba, así que...
—Por favor, no puede ser... —susurro al notar que está apagada, porque al parecer olvidé cerrarla.
Suspirando, me alejo del escritorio y paso una mano por mi cabello mojado mientras coloco la otra mano en mi cadera, pensando. ¿No estará jugando conmigo otra vez? Puede ser que haya sido pura casualidad, y si en verdad fue así, fingiré no estar en casa. En esta situación es mejor mentir, porque si Anson sabe que de verdad llegué, es obvio que dirá que estoy muerto de la vergüenza en este instante solo para burlarse de mí, como siempre lo hace. Se aprovecha del corazón débil que tengo, y eso me incomoda mucho más de lo que quiero admitir.
"Ding, dong."
Deslizo la mirada hacia la cama, y la pantalla del celular se ilumina avisando que tengo un nuevo mensaje, por lo que, estando tranquilo, me muevo hacia él y lo tomo entre mis manos mientras muerdo mi labio.
Anson: Ah, ¿sí? Creí que estabas en casa, ya que a esta hora llegas siempre, ¿no?
Al terminar de leer, alzo una ceja y veo la hora. Tiene razón al pensar eso ya que es muy tarde para que yo esté en la academia en un horario normal, pero de igual forma, no puede estar tan seguro de eso.
Yo: ¿Me espías? Pensé que tenías otras cosas más importantes que hacer.
Anson: Sí, pero en mis pequeños descansos me gusta divertirme un poco.
Yo: ¿Y yo te doy diversión? Deja de jugar conmigo así, no es placentero.
Mis ojos se mueven leyendo el mensaje después de enviarlo, y luego suspiro tomando asiento en mi cama. A veces creo que me irritan las acciones de Anson, pero es que ni siquiera sé qué pienso al respecto. Todo se me hace tan confuso, e intento creer que en verdad estoy molesto por todo esto, pero mis neuronas no logran sincronizarse, y termino creyendo que no me importa y que no es nada especial, aunque al mismo tiempo pienso que para mí, sí es algo que merece ser analizado, sí así lo decimos.
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OSADO Y SINVERGÜENZA
Romance¿Qué tan osado puede llegar a ser alguien? ¿Qué tan sinvergüenza puede ser quien juega con la inocencia de uno? Es cruel, demasiado cruel. Le encanta ser la llave de cada puerta, y luego enterrarla detrás de un par de perversas palabras. Muchas ve...