Tendré Que Irme

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«Una pareja. Una hija en camino. Una casa aislada y tranquila, con diferentes animales de granja. Hay caballos, un burro, cerdos, gallinas y un perro. Una familia será formada con la esperanza de crecer y prosperar».

Los animales era a lo que mi padre, Andrew Johnson se dedicaba y mi madre, Anya Johnson de la huerta que rodeaba la propiedad. Un negocio pequeño, familiar, local y sano.

Mamá me contó que al nacer, ellos no podían estar de acuerdo con el nombre que llevaría, hubo una lista de más de veinte nombres que mi madre escogió. Al final terminó sorprendiendo a su esposo con el nombre «Abigail».

—¿Por qué Abigail? —extrañado le preguntó a mi madre.

—Es un nombre hermoso y quiero que ambos participemos en él —respondió.

Mi padre aún no entendía cómo él participaba en mi nombre si no lo escogió. Era un acertijo, que no tardó en descifrar. Mi casa por dentro: una biblioteca hecha hogar. Cientos de libros y uno de ellos era hebreo, siendo el único de esa clase sintió una corazonada y al abrirlo, una página marcada con una cinta roja señalaba su significado: "Mi Padre Es Alegría". Conmovido fue a buscar a mi madre y le dio las gracias junto con un beso.

—De cariño, le diremos Abby —contestó dándole un beso en la frente a su recién nacida bebé.

A veces el tiempo es cruel, injusto y desequilibrado. Por cuestiones naturales, un niño incluso menor de cinco años no puede recordar en lo absoluto su niñez. Esos recuerdos se desechan para implantar nuevos y ¿Mejores? Pero... ¿Qué pasa si aquellos eran los buenos? Allí estaría la injusticia. Conforme crecemos, la mente humana puede memorizar los peores, eclipsando así los buenos.

Depende de qué tanto impacto hayan tenido aquellas acciones y si les diste importancia en ese preciso instante es que podrás recordarlas; por buenas o malas que sea.

Quizá ese sea mi caso, únicamente tengo presente lo que mi mente escogió y lo que mi madre me contó.

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4 años después...

Juego con las gallinas y con Samy, un labrador color oro ¡Mi pasatiempo favorito! Todas fuera de su corral reunidas y comiendo en un gran círculo. Corro a través de ellas para dispersarlas mientras Samy me ayuda persiguiendo algunas ladrando y arreando las que salen del perímetro.

Mi mamá riega las plantas y la ayudo mientras me enseña cómo cuidar la tierra. Su largo cabello negro, recogido en una cola baja con un pañuelo de colores muy vivos ondea con el viento. Siempre la observo a detalle, su suave piel, su sonrisa que opaca la de cualquiera con esa hermosa dentadura blanca y labios siempre rojos. Una mujer escultural y de ojos verdes color esmeralda. Posee una armoniosa voz que disfruto cuando canta canciones que pasan por la radio y con las cuales me hace bailar en medio de la sala sujetando mis manos y mis pies sobre los suyos para guiarme. Mis ruidosas carcajadas llenan el lugar para también hacerla reír a ella.

Mi papá, alto, mucho más que mi mamá, de tez blanca pero bronceada por estar horas al sol. No pasa un día sin que llegue a abrazarme con cosquillas incluidas. Su ruda voz asustaría a cualquiera, pero no a mí, eso es lo mejor cuando lee mis cuentos preferidos, cambiando el tono y las expresiones para cada personaje.

La cena es mi momento favorito, mamá cocina como nadie. Se molesta cuando Samy se sienta a un lado de nosotros viendo con atención cómo comemos y mi papá a escondidas le da de probar.

"Él también es parte de la familia" —su excusa cuando mi madre lo ve con esos grandes ojos amenazantes.

La mayor parte del día no lo veo y lo extraño mucho cada que toma su rústica camioneta y se va; como ahora, no está, fue al pueblo a vender las hortalizas y llegará al atardecer.

A.J's Voluntad de Crecer [COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora