Universidad

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Tres horas en carretera y todo el camino mi cara sobre mi antebrazo posado en el marco de la ventana del impecable auto de Michelle, sintiendo la brisa y el sol que me relajan. Ella y Millie me llevaron a la ciudad de Charlottesville. Me hubiese gustado que todos estuvieran, pero de nuevo un caso está activo; de hecho, Millie trabajó desde el auto.

No permití que subieran, me dejaron en la entrada de mi nueva residencia. Un edificio con una fachada semimoderna con árboles y jardines hermosos rodeándolo. Al momento de despedirnos, Millie no paraba de llorar de "alegría"; según ella. Eran lágrimas sin frenos. Por eso no quise que subiera, tomaría la loca decisión de plantarse en mi habitación para no dejarme.

—¿Montgomery, por qué lloras tanto? —preguntó Michelle.

—Es que no puedo creer que ya no veré a la chica maravilla —contestó de manera inconsolable, voz chillona, un pañuelo de papel en la mano y el rímel totalmente corrido.

—Cierto, como no estamos a tres horas de distancia —ironicé—. No es como si me estuviese yendo del país. Hablaremos todos los días, mensajes, Skype y nos veremos en unos cuantos meses.

—¿Puedo quedarme contigo? ¡Seré una sombra! No molestaré ¡Lo juro! Ya me acostumbré a tu compañía. Te haré la manicura como te encanta y no permitiré que se te arruine —dijo con rapidez, abrazándome fuerte.

—¡JAJA! No, no puedes —respondí, resistiendo al apretón que me dejó sin aire para hablar—, Michelle, llévatela antes que yo cambie de opinión.

—Ya, Montgomery, suéltala —la apartó metiéndola al auto—. Cualquier cosa, lo que sea, no dudes en llamarme. Intentaré que la mujer arco iris no me arrebate el celular al oír que eres tú —me regaló una sonrisa que devolví y me entregó un suave abrazo.

Sentí tristeza en ese momento, pero al mismo tiempo estaba emocionada. Me quedé parada en la acera viendo cómo se alejaban. A una distancia prudente, Millie sacó la cabeza por la ventana y me miró, lanzando un beso con su mano y diciendo con ella: "Hasta pronto". Estudiaré literatura y tomaré algunas clases de psicología.

Miré a mi alrededor, procesando en dónde estaba. Tomé mis maletas y entré al edificio a través de una gran puerta negra con cristales. Quien estaba tras un mostrador en el recibidor era un señor mayor, bien peinado, luciendo sus canas y un uniforme bien presentable. Huele a chicle de frutas y mucha loción. Me entregó una hoja de registro la cual firmé con el pensamiento puesto en Washington. Acabo de llegar y ya extraño mi rutina.

—Muy bien señorita Abigail. Aquí tiene su llave ¡AH! —se detuvo antes de entregármelas—. Las luces se apagan a las 10pm, después de esa hora no se aceptan visitas Y ¡CUIDADO! con perder las llaves —me dijo en un intento de regaño, pero es tan simpático que no le salía—. Es mucho papeleo conseguir otro juego —finalmente las entregó.

—Gracias señor...—miré el nombre en el broche de su chaqueta—, Wilson.

—No, por favor, así sí me siento anciano —colocó la mano derecha en su pecho en forma de gracia—, dígame Greg.

—Está bien —tomé de nuevo mi bolso—, lo haré si usted no me llama Abigail, nadie lo hace, en casa todos me dicen Abby.

—Es un trato.

Subí las escaleras y paré en el primer piso. Hasta ahora el edificio lo veo muy decente. Julia me asustó con eso de que las residencias son antiguas, escalofriantes y en su mayoría con un ambiente tenue que inspiran depresión con muchos ruidos y olores raros provenientes de los muros.

A.J's Voluntad de Crecer [COMPLETA ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora