Querido lector (a):
Tú a mi posiblemente no me conoces, no sabes quien soy o lo que soy, pero yo sí se quienes son todos ustedes.
Podría sonar raro, podrías creer que estoy loco por hacer esta carta para ti, pero quiero que sepas que nunca estas solo, que aquí estoy yo, yendo y viniendo, sonriendo y llorando, sosteniendo tu mano o simplemente siguiendo tus pasos de forma silenciosa y segura.
Sabes, te envidio, nadie te grita, nadie te maldice por llevar a los moribundos al mundo de los muertos, nadie te llama perra o dice que le haces los mandados, te envidio porque puedes volver paginas atrás y volver a sentir aquella inocencia que había entre dos amigas que se querían mucho. Tal vez yo tenía la mayor parte de la culpa, talvez no debía de haberme acercado a ninguna de ellas, pero ¿Cómo iba a saber que los celos iba a cegar a una de ellas y a matar a la otra? No lo sabía, creo que ese es el castigo a nosotros los ángeles y arcángeles por enamorarnos y desarrollar sentimientos por los humanos.
Querido lector o lectora, yo aquí y ahora, a través de la pluma y teclado de la escritora, puedo decir que te envidio, porque podrás sentir la paz que yo no puedo tener; al tener un trabajo tan pesado como este, pero quiero pedirte una cosa.
Si en algún momento te hice daño, si me lleve a alguien a quien amaras con locura, te pido una disculpa, no quiero que me odies, no quiero que me tengas rencor, solo quiero que comprendas que es mi trabajo, es la labor que dios me encomendó al crearme, es mi trabajo. Si te lastime te pido perdón, si te hice llorar hasta quedarte dormida o si te deje sin lagrimas, si te hice gritar o romper alguna cosa para que pudieras quitarte aquel sentimiento, te pido una disculpa, una sincera.
No quiero que me odien, nadie me conoce y siento que todos me señalan. Nadie sabe que me siento solo, que deseo compañía, que cuando hablaran de mi, lo hicieran con sentimientos sinceros, con palabras cálidas, no frías como si de dos témpanos de hielos se trataran, quisiera que alguien me dijera “Muerte, te he traído una rosa para alegrar tu día”, que cuando llorara me pidiera que le de una sensación de compañerismo, pero se que jamás será así, nadie me dirá que necesita mi ayuda, nadie sonriera cuando digan “Azrael” porque para todos ustedes y para muchos, soy un monstruo que no sabe lo que es tener familia, por más que la desea.
Querido lector (a), no se si yo te caigo bien o si crees en mi, solo te pido que cuando escuches el canto de un búho, no cierres los ojos y maldigas, sino que sonrías y pienses que puedo escuchar tu dolor, que te ayudare a desahogarte. Quiero que cuando tengas miedo de algo, me llames, me nombres que yo estaré dispuesto a escucharte, porque yo también siento, no soy solo un saco de huesos, yo también puedo llorar a tu lado, puedo reír y puedo ser aquel que te escuche, aunque no pueda responderte, solo quiero que sepas que aquí estoy y que jamás te dejare.
Atte. Azrael, el arcángel de la muerte.
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𝖳𝗁𝗈𝗆𝖺𝗌 𝖬𝗈𝗋𝗍𝖾𝗆
Paranormal✓ 𝐄𝐝𝐢𝐭𝐚𝐝𝐚 ✓ Cuando Dios creo a su ejercito de ángeles, le otorgo a uno de ellos habilidades sorprendentes y los bautizo bajo el nombre de Azrael, el arcángel de la muerte. Azrael vago por el mundo durante milenios, realizando su labor de lle...