3. Decisiones

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No se porque acepté esto, soy la persona más indecisa que pueda existir, cuando compro ropa, zapatos u otra cosa me tardo más en pensar que llevaré al final que ver y probarme todo.

Estaba sentada en el piano, eran las 7:55 y ya estaba lista para irme, me había despertado antes de que la alarma sonara, la ansiedad supongo.
He escuchado tanto las canciones que ya me he aprendido la mayor parte de sus letras.
Inconscientemente empiezo a tocar algunas teclas.

Mi voz suave sale – Un salto mas y vamos a voltear – era la parte más fácil y reconocible para tocarla en piano solo con escucharla – La música y la luz de la ciudad – lamo mis labios y tomó aire para la parte alta – Por que la noche debe continua-a-a-a-ar.

– ¿Que cantas? – Alonso me interrumpe y mis manos abandonan las teclas, él está parado a mi lado, no había sentido su presencia.

– Oh nada, ignora mi tarareo – toma asiento junto a mi.

– Deja la modestia, sabes perfectamente el talento que tú y yo poseemos – tenía razón, desde pequeños hemos sido privilegiados con la voz, aunque yo no lo practico, Alonso se ha preparado más.

– ¿En donde dejas a Ángela? – aprieto una risa, en realidad se le daba fatal.

– Sabes que es una foca – si, lo era, ahora Alonso y yo nos estábamos riendo. Alguien se aclara la voz atrás de nosotros. Nos miramos antes de voltear. Ángela está allí, genial.

Sus brazos están cruzados, una ligera sonrisa y una ceja alzada. El cabello suelto en el tono rubio perfecto pero con raíces oscuras, los ojos la delatan como hermana de Alonso, son azules, ambos heredados de papá.

Los tres tenemos rasgos similares, como el cabello castaño y con ondas suaves, la piel, algunos gestos nos han dicho también. Aunque yo soy quien más se parece a mamá con respecto a los ojos marrones claros.

– Oh vamos, hermana mayor, sabes que digo la verdad – Alonso se para y la rodea con su brazo por los hombros.

– Que bueno verte cerrillo – me rio ante su comentario, como dije, Alonso es castaño con tendencia a rojizo.

– Ya píntate las raíces hermana – se defiende.

– Ya déjala en paz – digo mientras me acerco y la abrazo, él se acomoda y estamos en bolita. Ángela rara vez está en casa como papá, ella es protectora, con seriedad pero siempre ha sido abierta, atenta y flexible con nosotros.

– Yo también los extrañé, estaré acá por varios días, así que ya me pondré al tanto con Nana.

– Nos hemos portado bien – aseguro, un par de travesuras inocentes en casa nada más.

– Eso ya lo veremos.

Veo la hora, 8:15 es hora – Me voy al trabajo – mi hermana tiene ojos de incógnita – Ya te pondrán al tanto, y antes de que preguntes, ya desayuné y me cepillé los dientes.

– Buena chica – me sonríe y le doy un beso en la mejilla.

– Te acompaño al auto – Alonso toma mi mano y comenzamos a caminar.

– Aún no sé qué canción elegir, ósea si tengo una favorita pero no se si estoy bien.

– Confío en que lo harás bien, Tranquila.

– ¿Seguro que no quieres escuchar para ayudarme? – le ruego con la mirada

– No – le da un toque a mi nariz con su dedo – lo harás bien.

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Me preguntaba una y otra vez que le diría a Alexander mientras veía la hora en mi teléfono cada cinco minutos, son las 9:35 am, Sam me ha dicho que él llega a las 10.

MPAmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora