Gritos de pánico

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El sol se empezaba a esconder, el cielo naranja ámbar y los pajarillos que aún revoloteaban por él daban una tranquilidad indescriptible. Las calles estaban vacías, las luces de las farolas empezaban a brillar a su paso. No sabía a donde se dirigía ni lo que pasaría al llegar a su destino. Solo tenía una cosa en mente; Kageyama no se puede enterar de esto. Fue lo único que permaneció en su cabeza tras dar esa, casi, involuntaria respuesta. Caminaba cabizbajo, mirando al suelo, evitando tener en su campo de visión a la persona que tenía delante. No quería volver a llorar.

La figura que estaba caminando en frente de él, se giró de repente, sin previo aviso. Señalando un pequeño parque que había a un extremo de la calle.

Mientras caminaban hacia ese lugar, de vez en cuando, echaba miradas rápidas al pequeño para ver su rostro y su cuerpo. Le encantaban. Las miradas se hicieron más frecuentes, cosa que Shouyou notó e hizo que la incomodidad aumentara.

-Shou-chan, la verdad... no sé cómo hacer para que ese chico "Ceño fruncido-kun" no se crea lo que vio –Metió las manos en los bolsillos, sonriendo despreocupadamente.

Hinata se paró en seco, después de un tiempo alzó su rostro con decisión, dejando ver las lágrimas en su rostro junto con unas ruborizadas mejillas. Al ver esa expresión, Fushimita se sonrojó notablemente.

-¡¡Dijiste que me ayudarías!! –El pelirrojo se acercó al otro, aún manteniendo una considerable distancia.

-Pero nunca dije que lo conseguiría –Fue acortando la distancia entre ellos, haciendo retroceder al más bajo hasta llegar al muro de una de las casas –Podría intentarlo solo por ser tú –Puso las manos contra la pared a los lados de la cabeza de Hinata, agachándose para ponerse a la altura de su cara.

Hinata solo permaneció inmóvil, viendo ese rostro que tenía delante.

-Haré lo que sea...-Musitó.

Kai se apartó, posando sus manos en la cadera. Resoplando.

-Que digas eso me hace sentir derrotado... Si que te gusta ese chico.

Continuaron su camino con algo más de tensión. Hinata evitaba en todo momento mirarle, sobre todo a la cara, el escozor de su estómago comenzaba cada vez que dirigía una mirada a ese chico. Su cuerpo estaba tenso y rígido, en algunas ocasiones parecía que el albino tiraba de él como si fuera un muñeco de trapo atado a una cuerda.

Kai lo tomó del brazo, arrastrándolo fuera del camino principal de aquel parque, metiéndose en el pequeño bosque que lo formaba.

El pulso de Hinata se aceleraba, tenía miedo, mucho miedo, pero esto era lo único que podía hacer. Kai tiró de él hacia delante,  haciendo que sus rostros se encontraran entre la oscuridad del atardecer y el verde del bosquecillo.

-¿P-por qué hemos venido aquí? -Se atrevió a preguntar el pequeño cuervo, esquivando la mirada de esos intensos ojos azules.

Kai solamente se limitó a conducirlo hacia un árbol para evitar su huida.

–Qué prisas Shou-chan, solo te diré que espero que pienses en tu novio para que no te pongas a lloriquear de nuevo -Esbozó  una terrible sonrisa que hizo que la piel de Hinata se erizara y su cuerpo empezara a zarandearse de miedo, intentando salir de allí. Ante esa respuesta, Kai cogió sus muñecas, sujetándolas encima de su cabeza con una mano, mientras con la otra le desabrochaba la chaqueta lentamente. 

Hinata se volvió a mover nervioso. Fushimita terminó de abrirle la chaqueta, metiendo su fría mano por debajo de la camiseta de deporte. Hinata se respigó, soltando un leve gemido al helado tacto en su torso. Kai subió hasta su pecho, dando caricias suaves por sus músculos y sus pezones. Hinata volvió a gemir. La piel del albino también se erizó ante aquellos sonidos, dirigiéndose hacia la boca del menor, lamiendo sus labios con lujuria y con la mano libre acariciando su torso sin contenerse; tocando su espalda, sus abdominales, su pecho, su entrepierna... 

DesmoronamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora