¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Al subir al cuadrilátero Artemisa pudo sentir las miradas de sus amigos, también la de Gloxinia, y la cual le estaba robando poco a poco la atención. Apretó los dientes mientras se reprendía a sí misma, pues iba a poner todo de su parte para ganar aquella pelea y, más que por el dinero, lo haría por venganza.
Indirectamente, quería enviarle un mensaje a Galand; nadie se metía con su familia.
"¿Ansiosa?" se burló el de cabello plateado, sonriendo con mucha arrogancia.
La fémina le miró con desprecio, quedándose callada.
"¡Ya conocen las reglas!" Ban saltó al centro del cuadrilátero, alzando los brazos para llamar la atención de los presentes. "¡Nada de armas, están prohibidas! ¡Sólo usarán brazos y piernas, lo necesario para destrozar!" se rió solo, provocando que Artemisa le mirara con hastío. Sin embargo, pasó saliva cuando sintió su boca muy seca, se estaba resistiendo para no cruzar miradas con Gloxinia. "¡Tres oportunidades para dejar fuera a su contrincante, el primero en caer al suelo hará que el otro gane puntos! ¡Y bien... con ustedes, la diosa y el mandamiento del amor!" la pelinegro deseó burlarse del alias de Estarossa, pero se contuvo.
Luego de oír los aplausos, Ban dio inicio a la pelea quitándose de en medio. En una cuestión de segundos el mandamiento se lanzó hacia la fémina, esperando tumbarla o empujarle, no obstante, Artemisa se movió con verdadera agilidad y le esquivó exitosamente.
"Aprenderás a no jugar con nosotros, pequeña y estúpida niña." le gruñó Estarossa en voz baja, a su vez, seguía lanzando golpes hacia ella.
La de cabellos negros dibujó una mínima sonrisa, una que sólo un pelirrojo notó, para después estampar su pequeño pero poderoso puño en la mandíbula de su contrincante. Aprovechando su aturdimiento, Artemisa arremetió contra él una vez más, golpeando su estómago con una fuerza bruta que logró sacar todo el aire de su musculoso cuerpo.
El público jadeó por la sorpresa, mientras tanto, la chica proporcionó una patada en el pecho de Estarossa para tumbarlo al suelo. Todavía no contaba como punto, y fue por eso que Artemisa se inclinó y golpeó el rostro del pandillero, consiguiendo mucha sangre.
Estarossa jadeó de dolor, atónito por la fuerza y agilidad que la fémina poseía.
"¡La diosa obtiene su primer punto!" tras el anuncio la multitud estalló en aplausos y gritos de apoyo. "¡El mandamiento del amor sólo tiene diez segundos para ponerse de pie! ¡De lo contrario, otro punto será sumado a la diosa!" avisó Ban.
"¿No seguirás jugando conmigo, Rossa?" la pelinegro lo provocó, sonriendo con cinismo y maldad; le sentaba maravillosamente.
Estarossa gruñó con ira, tosiendo mientras se ponía de pie con la mirada abarrotada de rabia. "Maldita." susurró.
