❱ 𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐟𝐢𝐯𝐞.

123 19 8
                                    


𝐜𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨
·𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞·

Al escuchar el claxon de un vehículo la de cabellos azabache asomó su cabeza por la ventana de su alcoba, en seguida encontró ese conocido auto de color rojo junto a la bella mujer de cabellos negros dentro de él y no pudo evitar girar los ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al escuchar el claxon de un vehículo la de cabellos azabache asomó su cabeza por la ventana de su alcoba, en seguida encontró ese conocido auto de color rojo junto a la bella mujer de cabellos negros dentro de él y no pudo evitar girar los ojos. A pasos rápidos salió de casa, forzando una cariñosa sonrisa al mismo tiempo en que la mujer la veía.

"¡Cielo!" chilló la mayor bajando del auto, en un parpadeo se acercó y abrazó a Artemisa con exageración.

"No sabes cuanto te detesto." susurró la joven en su oído, sin borrar su sonrisa.

"El sentimiento es mutuo, amor mío." devolvió la que la abrazaba.

Luego de romper el contacto, Artemisa abrió la compuerta de la cochera para que la recién llegada pudiera guardar el auto, y en silencio y cruzada de brazos la observó mientras lo hacía. Con discreción miró hacia la casa de Gloxinia y casi al instante se regañó a sí misma por querer verlo, por querer encontrar su mirada de nuevo.

Sólo habían pasado tres semanas desde lo ocurrido con los cigarrillos, unas en las que ella había decidido alejarse por completo de él, sin embargo, con cada transcurso de los días se sentía más malhumorada. En verdad, parecía querer tenerlo cerca de ella.

Tratando de sacarse al pelirrojo de la cabeza regresó al interior de la casa, encontrándose con la felina mirada de la mujer que sólo había ido hasta allí para reponer la mercancía agotada. Formó una macabra sonrisita y se acercó, sacando una pequeña navaja de su bolsillo.

"¿En dónde está?" inquirió Artemisa, jugando con la pequeña arma. "Debo confirmar que se trata de mi droga, dado que no confío ni un poco en ti, Merlín." agregó con una mirada más dura.

"Relájate, Artemisa." la mayor chasqueó su lengua con diversión. "Está bajo los asientos, ve a verlo tú misma." señaló la cochera con su mirada.

La de ojos celeste hizo una mueca, pero se movió con elegancia y desapareció de la vista de Merlín, quien volvió a reír para alejarse en busca de una cerveza. Un segundo más tarde, Artemisa abrió el costoso vehículo de la mujer y al hacer los asientos hacia adelante pudo notar el bulto bajo la alfombra de gamuza.

Merlín nunca tenía contratiempos con la policía, esto se debía mayormente a que sus padres hacían grandes esfuerzos por comprar a todos los oficiales posibles.

"Que tonta." susurró la joven mientras clavaba la navaja sobre la alfombra, comenzando a cortar para lograr llegar a su objetivo.

Una vez que pudo levantar el material, Artemisa pudo observar la cantidad de paquetes que habían, contándolos con sumo gusto, pues no paraba de imaginar el increíble monto de dinero que recibiría por todo. Con el dinero, sus padres le dejarían en paz por otro mes. Pensando en ello formó una nueva de satisfacción, en seguida comenzó a sacar los paquetes y después de un rato, tuvo el último entre sus manos.

𝗁𝗂𝗅𝗈 𝗋𝗈𝗃𝗈 ‹ ❪ 𝗴𝗹𝗼𝘅𝗶𝗻𝗶𝗮 ❫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora