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Sentí el vacío mientras caía, así que cerré los ojos con tanta fuerza para esperar el golpe.

El golpe no llego, pero aterrice en unos brazos fuertes y abrí los ojos; alguien me había salvado del golpe que me esperaba, sin ser consiente me tome de sus brazos y lo mire directo a los ojos.

No podía creer que estuviera pasando por el típico cliché de un libro romántico, así que intente poner los pies en el piso literalmente.

Mi pie me punzo tan fuerte que intente agarrarme nuevamente de él, sus ojos me atraparon primero; eran los típicos ojos color marrones comunes pero tenía un chispa y no sé que era, fue extraño teniendo los ojos marrones tenía un brillo cuando miro los míos que tuve que esquivarle la mirada.

— Te doblaste el tobillo, seguro es un esguince — me tomo en sus brazos — dime donde esta una oficina o algún lugar donde pueda revisarte el pie.

— Mi camerino, es por allí — señale a la derecha con la mano.

A pesar de que muchas personas estaban prácticamente en sima de mí, gritando y diciendo cosas absurdas de un héroe; ya sabré yo porque mi caída dramática hizo un buen show.

El sostenía mi peso sin problema, y mientras entraba en el pasillo, una de las chicas grito que no podía estar ahí y bueno él la ignoro y siguió su camino.

— ¿Cuál es?

— Esa de allí.

Empujo la puerta y entramos, me dejo sentada en una de los sillones; lo cual no les había comentado que mi camerino era tan grande que podía tener una cama matrimonial y tendría espacio aun.

El héroe de la noche se dirigió a la puerta el cerro y se dirigió a mí.

— Es parte de tu trabajo hacer un baile perfecto y luego pelear con las escaleras — dijo para aliviar el ambiente.

Me sentí mal, él creía que era fingida mi caída — No fue intencional mi caída, si es lo que piensas.

— No quería hacerte sentir mal, fue un simple comentario.

— Bueno no importa y gracias, de no ser por ti esa caída me hubiera cobrado mucho.

— Lo sé, te ves un poco débil para lo bien que bailas.

— Lo tomare como un cumplido.

— A ver preciosa — se agacho para subir un poco mi tobillo.

— ¡Auch! — en serio me dolía mucho.

— Es causa del tacón, es muy alto y provoca una torcedura.

— Solo no lo toques, me está punzando y duele.

— Solo desabrochare el tacón — sostuvo mi pie — ¿De acuerdo?

— Si — Hizo el intento pero estaba un poco apretado así que no pude con el dolor y grite un poco fuerte mientras las lágrimas corrían por mis mejillas.

— ¿Por qué está tan apretado?

— Soy Bai.. la.. ri..na — dije sollozando y respire profundo — Debo tener los tacones bien puestos para evitar tropezarme en el escenario.

— Sé que eres la Princesa del Bar ¿Cómo te llamas? — dijo limpiando mis lágrimas.

— Eliha Kirng ¿Tu cómo te llamas?

— Peters Linces — lindo nombre.

— Gracias de nuevo.

— No he terminado, ¿Quieres irte conmigo?

— ¡¿QUÉ?!  — para mi sorpresa mi pie dolía un poco más.

— No quise que sonara de esa manera, se que te duele, a causa del golpe y de lo apretado del tacón; debes ir conmigo al hospital. Soy médico.

— No puedo ir, gracias por todo estaré bien.

— Oye — limpio mis lágrimas de nuevo — te ayudare a salir sin hacer un escándalo, si es lo que te preocupa — vio la preocupación que emanaba mi cara — ¿Eliha cuántos años tienes?

— No puedes decirle a nadie — asintió — 17 años.

— Esta bien preciosa, se que tienes miedo por tu trabajo porque eres menor de edad, yo te ayudo; tengo que revisarte ese pie y aquí no tengo como ayudarte.

— No me conoces, ¿No tienes porque ayudarme?

— Eres una preciosa princesa del bar, pero eres una odiosa grosera.

— Ahora me insultas.

— Vamos — me tomo la mano y se levanto — te ayudo.

Cuando hizo el movimiento para cargarme en sus brazos, alce la mano.

— Dame un minuto, me pulsa mucho.

Al verlo de pie me di cuenta que era muy alto, cabello negro y un poco largo, tenía la espalda ancha y se veía un poco mayor que yo, que tanto No lo sé, el chico gritaba “SOY MUY COMÚN” pero a pesar de eso era muy lindo, tenía su encanto.

¡Que estoy diciendo, si apenas lo conozco!

— Ya paso el minuto — asentí.

Cuando me tomo en sus brazos me aferre a ellos, no pude ocultar mi dolor y deje escapar un sollozo.

— Pronto estaremos en el hospital — seguía sollozando — ¿Dónde está la puerta trasera, o la salida de emergencia?

— No lo sé.

— ¿Cómo no sabes, si trabajas aquí?

— Llevo aquí dos días, no lo sé.

No puede ser muy difícil, camino por el pasillo lentamente y vio una de las bailarinas.

— Eliha, Frank  estaba loco buscándote, casi tumba la puerta del camerino pero asumió que ya te habías ido.

— Si ya me voy, dile que hablare con el mañana.

— ¿Dónde está la salida de emergencia? — le pregunta él.

— Por allí derecho, la única puerta gris.

— Gracias.

El se alejo tanto que ya estábamos fuera del bar, sentí el frio contra mi cuerpo y abrió sin esfuerzo la puerta de la camioneta, para dejarme en el asiento de adelante.

— Vamos aguanta un poco en cinco minutos, llegamos.

Solo asentí, recosté mi cabeza del vidrio; solo quería que dejara de doler y fue así como cerré los ojos por un minuto y no supe que paso después.

Ya había desaparecido el dolor porque “la princesa del bar”, osea yo me había quedado dormida.

Bailar para SalvarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora