Introducción

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Mi discapacidad es de por vida pero de pequeña, mis padres se enfocaron en la rehabilitación, en decirme que si me esforzaba la superaría, cargando sobre mis pequeños hombros una gran responsabilidad. Realmente solo seguían los consejos médicos, no hacían nada malo. La idea era superar el obstáculo y dejarlo atrás. Nadie me habló de pequeña que la discapacidad me acompañaría siempre y que eso no sería culpa mía. Nadie se molestó en explicarme como convivir con mi discapacidad por que lo que debía hacer era superarla.

Y esa idea sigue vigente hoy en día. Glorificamos a aquellos que superan paraolimpiadas, que dan charlas motivacionales, que conseguimos llevar una vida independiente y mas o menos stándars. Pero nos olvidamos de muchas personas con discapacidad que no han podido acceder a estudios o a un trabajo. O incluso habiendo conseguido todo eso siguen bajo el yugo paternalista en su casa y en la sociedad. Mientras la sociedad no sea completamente accesible para todos eliminando barreras arquitectónicas y mentales, no conseguiremos la verdadera igualdad ni empoderarnos.

Me sorprendo de la cantidad de personas de mi edad que siguen viviendo con sus padres dependiendo aun económicamente y emocionalmente de sus decisiones. Y la sociedad lo acepta y lo promueve como algo que está bien. Seguimos siendo niños eternos cuando no es así. Podemos disponer de nuestro propio dinero (si no estamos incapacitados judicialmente), podríamos decidir como gastarlo, podríamos decidir como relacionarnos con el entorno, podríamos tener derecho a la intimidad y a decidir sobre nuestra elección afectiva y sexual (fijese que utilizo el condicional) si realmente nuestro empoderamiento fuera importante para nuestra sociedad. Pero realmente nuestro bienestar fisico y emocional recae solo en la familia y en nosotros mismos. No existe ninguna red de apoyo oficial para adultos con discapacidad. Es un sálvese quien pueda.Asi que mayormente dependemos de nuestros padres que nos siguen viendo como niños eternos.

Pues no, necesitamos aceptar que somos personas con discapacidad adultas, con plenos derechos, con anhelos y deseos propios y que nuestra discapacidad no debería interponerse en ellos. Estoy hablando de algo tan simple como llevar una vida afectivo sexual normal. Muchas veces la abstinencia provocada por todo lo anteriormente expuesto (dificultades con todo tipo de barreras para relacionarnos socialmente y en el ámbito laboral) puede llegar a desarrollar patologías como la ninfomania o la satiriasis.

Discapacidad y sexualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora