Versión navideña y erótica de esta novela de Cornelia Funke
Ana Skyla pasa las navidades sola. Es la única pega que encuentra a sus numerosas aventuras con hombres casados. Todo son ventajas: solo aparecen bajo su mejor versión, no tiene que aguantar partidos de fútbol, ni compartir su cama en horario nocturno. Pero en estas fechas puede sentirse un poco sola, así que toca buscarse compañía y no siempre va a ser un consolador. Un buen libro puede ser un buen amigo, amante, consejero. Esta vez, escogió una novela policiaca que tenía pendiente desde hace tiempo. Pero lo que no sabía era que, en la noche mágica de noche buena, todo es posible.
En la comisaría 67 estaban de celebración discreta por ser Nochebuena, los pocos incidentes habían sido rápidamente resueltos. Los agentes García y Peláez se dirigían a la oficina donde se había improvisado una pequeña celebración. Embutidos en sus ajustados uniformes se dirigían por el pasillo de la comisaría. Abel y Juanjo bromeaban sobre la última detención. Realmente, los dos eran muy atractivos. Sus pantalones marcaban un buen culo y un buen paquete y sus camisas escondían a duras penas unos pectorales depilados. De repente, ambos especímenes de hombre se encontraban en el comedor de Skyla. Ana estaba recostada en el sillón, en pijama y envuelta en una manta. Medio despeinada y cero glamour. Dejó de leer inmediatamente, bastante tenía con resolver lo que había provocado.... Los dos caballeros estaban tan desorientados como ella, solo querían llegar al pica pica navideño, no esperaban atender a una mujer tan sorprendida como ellos pero ahí estaban .... Necesitaban volver a su historia.
Sin nociones básicas de brujería, lo único que se le ocurrió a Ana es reescribir la historia para justificar su vuelta a su historia pero se guardó esa información y les invitó a una pequeña bandeja de turrones. Moverse con ese pijama tan fino suponía ofrecer una visión bien clara de sus pezones erectos por desprenderse de la mantita y la inusitada visita. Pronto descubrió que los policías estaban más hambrientos de pezones que de turrones. Ella misma estaba bastante excitada por la situación, esos uniformes ajustados y esas porras y esposas que colgaban de sus cinturones. Su imaginación voló.
La bandeja de turrones quedó completamente olvidada cuando ambos fortachones se dedicaron a quitarle el pijama a Ana para interrogar a esos dos pezones claramente culpables. Ambos mordieron y sobaron sus generosas tetas sin que ella opusiera resistencia a la autoridad. Su cuerpo se iba calentando y sus piernas se abrían deseando recibir atenciones en su húmedo coño. Ellos parecían algo tímidos a la hora de quitarse la ropa pero Abel sacó su porra reglamentaria (no la anatómica) e hizo que Ana la lamiera. Juanjo terminó de desnudarla por completo, viendo así su coño depilado y le puso las esposas, obligándola a mantener las manos por encima de su cabeza, tumbada en el sofá. Completamente desnuda y esposada, estaba a su disposición. Ana no podía ocultar su excitación, la porra de Abel dio unos golpecitos sobre su clítoris y se corrió inmediatamente. Estaba lista para algo más. Abel y Juanjo se desnudaron para atender sus demandas sin palabras. Sus pollas estaban ya erectas cuando se turnaban en la boca de Ana y Abel seguía torturando la entrada de su coño con su porra. Ana succionó y lamió con ansia ambas pollas sin saber muy bien quien era su propietario, ya que iban follando su boca alternativamente, mientras su vulva palpitaba presa del orgasmo con los golpecitos acompasados de la porra. Una de las pollas escapó de su boca pero enseguida fue ocupada en su totalidad por la segunda que le folló la boca bruscamente. El otro policía levantó sus dos piernas, apoyándolas en sus hombros y hundió su lengua en su coño empapadísimo que estalló en otro orgasmo mudo ya que su boca estaba completamente ocupada con el pene del policía que seguía encima de ella. Estaba completamente inmovilizada pero esto no la libró de los espasmos del placer que recorrían su cuerpo. Abel le succionó el clítoris mejor que cualquier aparatejo electrónico, con la propina de acercarle después su buena polla a su coño ya listo para ser invadido. La embistió con tal fuerza que su clítoris volvió a verse estimulado y el orgasmo se volvió mudo en su boca ocupada. Pero Juanjo quiso cambiar de agujero y así oír sus gritos de placer. Así que la levantaron como si fuera una pluma y se tumbó en el sofá, Abel, con una fuerza inusitada colocó a Ana encima de Juanjo de manera que este la penetrara por el coño por su propio peso. Juanjo la mantenía encima suyo con su polla metida hasta el fondo y sujetándola por las esposas. Pero aún tendría otro punto de apoyo. Abel la inclinó hacia delante y aunque su coño estaba ocupado, se le ofreció su culo bien abierto. Y no lo dudó. La penetró bruscamente. Y así, Ana tuvo su doble penetración navideña, sintiendo que se iba a romper de dolor y de placer. La cabalgata duró hasta que ambos agujeros se llenaron de leche y Ana pudo descansar satisfecha.
La vistieron, la arroparon y le pidieron, por favor, que les devolviera a su historia. Ana cogió la novela y leyó que ambos caballeros llegaron a la sala de la comisaría donde se celebraba la fiesta con todo el personal, desaparecieron de su salón y llegaron ¡desnudos! Mierda, miró a su alrededor, los uniformes seguían en su comedor, y la porra... ¡Mmmm!
ESTÁS LEYENDO
Discapacidad y sexualidad
Não FicçãoConvivir con discapacidad a veces puede ser complejo a nivel sentimental. También tenemos sentimientos y deseos. Conjunto de experiencias reales o fantaseadas vividas por protagonistas diversos.