Las sombras de Elena

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Elena investigó su deseo en la red. Deseaba ser castigada y no sabía cómo explicarlo. En múltiples webs de psicología se habla de ello como fantasía común en las mujeres y que no deben de sentirse culpables por ello.... ¿Pero qué pasa si quieren pasar de la fantasía a la realidad? De eso, no hay nada en webs decentes. Habría que bajar al submundo de BDSM para encontrar algo así y no estaba segura de que ella encajaría en ese entorno. Si ya despertaba miradas de curiosidad cuando entraba en un autobús con su silla electrónica, no se quería imaginar entrando en un club de BDSM. Quizás castigada no era la palaba correcta, ni si quiera dominaba el argot de este mundillo. Pocas veces había podido experimentar, cualquier petición en ese sentido había sido recibida con una cara de incredulidad perenne de su amante, que la descartaba como una locura sin ni si quiera valorarla. Pero el deseo de Elena seguía ahí.... Los deseos surgen de lo más profundo del cerebro, y esa parte reptiliana no entiende si el cuerpo que lo acompaña está condicionado por una discapacidad o no.

¡Oh, si! Tenemos el "gran" referente literario de Las 50 sombras de Grey hablando del tema sin tapujos. Millones de mujeres excitadas leyendo como maltratan a una mujer por su propia decisión. El pequeño detalle de que el tipo esté podrido de dinero, quizás le haga más lícito tener ciertas desviaciones y permitírselas. Pero fuera de esa obra de ficción, nada justifica seriamente ese deseo. En ningún sitio, Elena encontrará explicación a su deseo de manera simple y llana. Sin deseo de remisión de su amante "maltratador". No olvidemos que en esa gran obra, el maltratador es redimido y justificado. ¿Pero realmente esto es necesario? ¿Por qué no aceptar, simplemente, que es parte del juego, de la relación?. Elena no deseaba tanto, su deseo más íntimo no incluía ni helicóptero ni una sala secreta color burdeos. Solamente se moría por unos azotes en su culo, y un amante con carácter dominante. ¿Una petición inadecuada viniendo de una mujer con discapacidad? Otra vez nos volvemos a quedar en la superficie. Claro que cualquier mujer con discapacidad es más vulnerable que cualquier otra mujer y es arriesgado vivir aventuras, quedar con desconocidos o pedir que le azoten ¿Una auténtica locura? Entonces ¿Por qué Elena se moría por pedírselo a su ciberamante casi recién conocido? Habían chateado largamente y parecía dispuesto a complacerla en todo. Realmente, ninguna parte de su cerebro consciente la incitaba a pedir una cita con ese hombre, pero lo deseaba tanto... ¿Aceptaría entrar en el rol de amo dominante obviando su silla de ruedas? ¿Cuántos hombres encontraría dispuestos a hacerlo? Evidentemente, estamos hablando de algo acordado. Ese hombre siempre había sido muy ardiente en sus mensajes ¿por qué no iba a serlo en la vida real? Elena debía dar el paso, debía escribirle y despertarle sus más bajos instintos y creía saber cómo.

"Querido, hemos hablado largamente de nuestros deseos y fantasías. Has recorrido cada centímetro de mi piel con tus palabras, has dirigido mis dedos hacia orgasmos intensos. Solo leer tus palabras hace que humedezca y que desee más, dejarte cumplir tus fantasías en mi piel, incluidas las que tanto has insinuado, casi con miedo, si, también esas.

Deseo ser sometida, mostrarme desnuda ante ti sin saber qué pretendes hacer y cumplir tus deseos. Sospecho y confío que esos deseos incluyan servirte, darte placer con mi boca para que luego me coloques con el culo en pompa solo para ti. Solo pensar en tus azotes, me humedezco. Si, azotes. Lo deseo tanto.... Y tú lo sabes. ¿Por qué? No tengo ni idea y no quiero psicoanálisis, solo sentir como el orgasmo me arrolla después de cada azote, de tus caricias fugaces en mi cuerpo desnudo a tu entera disposición. Sentir como tu erección aumenta con mi dolor y mi placer, sentir tu polla en la entrada de mi culo, poco a poco, golpeándolo sin entrar para invadir mi coño mientras me sigues torturando ambas nalgas. La humedad me inunda de nuevo. Deseo sentirte dentro, deseo que cumplas tus fantasías en mi cuerpo. Sentirte realmente dominante sobre mi cuerpo. Espero respuesta, amo"

Elena le dio al botón de enviar sin saber realmente si cumplía bien con su rol de sumisa dándole instrucciones a su amo.

El mensaje de Elena llegó al buzón virtual de su amante virtual. Arqueó las cejas sorprendido, no esperaba una respuesta así tan pronto. Realmente, Elena era más valiente o más loca de lo que había imaginado pero era algo que no iba a desaprovechar. Estaba dispuesto a bombardear el teclado con un millón de ideas, cuando una voz le interrumpió "¡Cariño! ¿Puedes venir?". Hacía apenas 15 minutos que había dejado a su mujer en la ducha y ya estaba dispuesta para salir. Elena debería esperar. Se dirigió al baño familiar pensando que una ducha rápida de su mujer indicaba que había quedado plenamente satisfecha con la sesión sexual que tuvieron anoche. Ángela no sospechaba en absoluto que él estuvo pensando en Elena cuando se corrió, se imaginó su cuerpo bajo el chorro de ducha, la había duchado tantas veces, en eso consistía su trabajo. Sin embargo, Ángela nunca había aceptado que la duchara, quizás para diferenciarse de su trabajo, pero sí le pedía ayuda para salir de la ducha. El orgullo no tiene nada que hacer contra la ley de Newton y una posible caída, fatal en su caso. Ángela tenía una discapacidad muy distinta a Elena. Ángela tenía fibromialgia a raíz de un accidente de coche. Conducía él. Aun recordaba el accidente, pero lo que más le reconcomía el alma es recordar el momento en que el doctor le comentó la triste posibilidad de amputar la pierna de su mujer. Él se sorprendió deseando que así fuera, siempre hubiera deseado acariciar un muñón ¿en qué lo convertía eso? Se miró al espejo lleno de vaho del baño y no se reconoció. Su mujer lo esperaba en el banco de ducha apenas cubierta por una toalla. Era hermosa, su pelo rubio y húmedo le cubría media espalda y uno de los pechos. El otro seno y su pezón se mostraba erguido por el efecto del agua caliente. Su vulva pudorosamente cubierta por la toalla y dos largas y hermosas piernas. Dos piernas, dos. Aquello que liberaba al hombre de convertirse en un monstruo por no ver hecho realidad su deseo. O que lo acusaba continuamente de serlo. La ayudó a calzarse antes de intentar cualquier movimiento. No hubo cariño ni afecto en esa acción, era pura rutina. A veces no sabía diferenciar su trabajo de su vida privada aunque todo ese equilibrio había saltado por los aires cuando Elena respondió a sus demandas. Ángela lo notó ausente y le acarició el pelo, buscaba en su marido una mirada que la identificara como su mujer y no una discapacitada más. Él tuvo que esforzarse para no buscar en sus ojos marrones, los ojos verdes de Elena. Ángela estaba exhausta por el simple hecho de ducharse y se aferró a él para incorporarse con cierta dificultad, la toalla cayó y su cuerpo desnudo quedó expuesto ante su marido, compañero, masajista y futuro doctor. Demasiados roles para una sola persona, para una sola pareja. Ángela buscó a su marido en esa persona pero estaba ausente, tan atento estaba el aprendiz a doctor a que no cayera. También se enfrentó al espejo de camino a la habitación y no encontró a la mujer invadida por orgasmos que fue anoche, liberada por un momento del dolor por el placer sexual. El espejo le devolvió la imagen de su cuerpo desnudo agarrotado por el dolor pero aun así deseoso de caricias, de encontrar el deseo en los ojos de su marido... Pero no era el momento, necesitaba recuperarse del esfuerzo de la ducha y agotada se echó en la cama. Su marido, casi mecánicamente, cogió aceite de almendras para darle friegas en las piernas, esas piernas tan afectadas por el dolor pero siempre tan suaves. Las friegas fueron subiendo paulatinamente y la respiración de la mujer se fue acelerando, su vulva temblaba indiferente al dolor muscular que la rodaba. Las caricias y pulsaciones llegaron a su clítoris. El epicentro del orgasmo empezó a expandir ondas de placer por todo el cuerpo y la sensación de dolor se volvió placentera o el placer de convirtió en dolor, no le quedaba muy claro a Ángela cuando estalló en un orgasmo.

La cuidaba muy bien, siempre la cuidaba. La familia valoraba mucho su actitud atenta hacía ella. Sólo él se veía como un monstruo, solo él sabía la verdad que lo atormentaba. Nunca podría ser dominante con Ángela, Ángela era su escudo, su conexión a la vida decente. Su carnet de "buena persona" simplemente por seguir casado con ella a pesar del universo oscuro. Y por eso la amaba, ella lo salvaría. 

Discapacidad y sexualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora