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Aquel día las entregas fueron muy tranquilas por lo que Giulia insistió en hacerlas ella sola. Alberto se había ido con Massimo y Luca impartió sus clases, todo como cualquier otro día.

Gracias a Alberto, Luca tomó la decisión de quedarse un tiempo en Portorosso, en parte esperaría a que Ercole se olvidara de su existencia. Sabía que no podía aportar mucho con el dinero que le daban de las clases así que tendría que buscar un trabajo de medio tiempo. Las personas ahora eran más amables que cuando llegó, seguro que encontraría algo, pero no hoy, sentía una energía que no había sentido nunca, sus dedos cosquilleaban, estaba inspirado y lo único que quería hacer era dibujar.

Luca se sentó en aquella playa escondida que tanto amaba y se sumergió en su libreta por el resto del día.

Por su parte, Alberto se encontraba en el bote con Massimo, tenía que hablar con él.

- Bien hecho hijo -dijo Massimo mientras subía las redes llenas de pesca y Alberto subía al bote para ayudarlo.

Una vez que terminaron, se tomaron un breve descanso, la pesca de ese día había sido realmente abundante.

- ¿Papá? -la voz de Alberto salió más temblorosa de lo que le habría gustado.

- ¿Qué pasa hijo?

- Es que... Yo... ¿Qué piensas de Luca?

- Creo que es un buen chico, ha sido muy amable desde que llegó y es más trabajador de lo que imaginé -dijo recordando los momentos en los que trató de ayudar en la pescadería, aunque claramente no servía para degollar los pescados.

- ¿Te agrada?

- Sí, me agrada, ¿por qué preguntas?

Alberto se quedó en silencio unos segundos, no sabía cómo explicar su situación, tenía miedo de ser rechazado por la persona que lo cuido más que su propio padre, solo quería hacer sentir orgulloso a Massimo aunque sabía que cuando era un niño le había causado varios problemas.

- ¿De verdad me amas sin importar qué? -habló sin pensar, cubriéndose la boca con sus manos.

- Alberto - Massimo no tardó en responder -, te amo sin importar qué, me siento orgulloso de la persona en la que te convertiste. A pesar de nuestras diferencias, te convertiste en un adulto responsable, un hijo excepcional y un hermano mayor increíble.

El moreno sintió una reconfortante calidez en su corazón.

- Eres mi hijo, y no importa que te guste Luca, aún así te amo.

Alberto sintió que su corazón se detuvo por un segundo y se alma intentó escapar en ese mismo instante.

- ¿Lo sabías? -preguntó temeroso y avergonzado. Las partes de su cara que todavía tenían escamas moradas ayudaban a disimular su sonrojo.

- La discreción nunca ha sido lo tuyo y quizás Giulia me ayudó un poco a unir los cables sueltos.

- Voy a matarla.

A un par de kilómetros de dónde se encontraban, Giulia sintió un fuerte escalofrío recorriendo su espalda. Quizás esa noche sería buena idea ponerle seguro a su puerta.

Massimo rio mientras ponía su mano sobre el hombro de Alberto y le sonreía.

Ambos hombres regresaron a la pescadería y siguieron con sus deberes.

Estaba atardeciendo y los dedos de un joven artista habían terminado de cosquillear. Había pasado toda la tarde dibujando a aquel ser que tanto se parecía a él. Esta vez tenía una imagen en su cabeza que quería trazar en un lienzo; podía ver cada pincelada, cada combinación de color, cada pequeño detalle, cada pequeño cambio de color en esos hermosos ojos verdes.

El arte del amor (LucaxAlberto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora