El arte del amor (LucaxAlberto)

9.

La pescadería quedó sola y con la cortina abajo cerca de una hora.

- ¿Luca?

Giulia fue la primera en llegar, había terminado sus entregas. En el momento en el que notó la cortina abajo un mal presentimiento recorrió su espalda.

- ¿Papá? ¿Hermano?

La pescadería lucía bien, la mercancía estaba intacta, pero no había nadie.

- ¡Luca!

Giulia, asustada, ingresó a su casa y la recorrió buscando a Luca. Él era la única persona que se había quedado ahí y algo le decía que las cosas no estaban bien.

Al no encontrar a su amigo dentro, regreso al local a buscarlo.

- ¿Giulia? - Alberto y Massimo acababan de llegar y habían levantado la cortina.

- ¿Quién cerró? -preguntó Massimo - No vamos a vender nada así, ¿dónde está Luca?

- Giulia, ¿dónde está Luca?

La pelirroja tembló brevemente ante el tono de voz de su hermano.

- No lo sé, cuando llegué la pescadería estaba vacía y no había nadie adentro, ya busqué a Luca por toda la casa, pero no está, lo único que queda es su maleta.

Alberto, pese a las palabras de Giulia, entró corriendo a la casa y buscó a Luca; no podía creer que hubiera desaparecido de la nada, así no era él.

- ¡Luca!

Alberto gritó tras cada paso y cuando regresó a la sala se dio cuenta de que las palabras de Giulia eran ciertas. Solo quedaba su maleta.

- ¿Alberto?

Giulia se acercó a él cuando regresó con ellos y le entregó una pequeña nota.

- La encontramos en la caja registradora.

El pequeño papel estaba arrugado y parecía que lo habían escrito mientras la mano temblaba.

"Lo lamento"

Era lo único que se leía.

Por primera vez desde que era un niño, Giulia y Massimo vieron como Alberto lloraba.

Tras un par de horas, Massimo reportó la desaparición de Luca y él y Giulia preguntaron a todos en la plaza, pero ninguno de ellos había visto al chico, todos afirmaban que estaba trabajando como siempre.

Alberto se quedó en el sillón de su casa mientras se calmaba, quería salir a buscar a Luca, pero él mismo admitía que se encontraba demasiado afectado como para hacer algo bien.

Su cerebro no lograba procesar lo que había ocurrido.

¿Por qué Luca se iría de la nada?

Miles de ideas vinieron a la cabeza del moreno y no dejaba de moverse en el sillón hasta que su cuerpo chocó con algo, la maleta de Luca.

Alberto sabía que no debía hurgar ahí, era algo muy privado, pero esta vez necesitaba sentirse conectado con él.

Colocó la maleta sobre sus piernas y la abrió. En mayoría solo había frascos de pinturas a medio usar, muchos pinceles manchados con varios tonos y lápices de colores tan pequeños como su dedo pulgar.

Lo que más llamó la atención del moreno fue la libreta de dibujo que Luca siempre cargaba. Se preguntaba cuantas libretas habrá tenido el muchacho y dónde las habría dejado.

Empezó a ver todos y cada uno de los dibujos de Luca. El inicio del libro estaba lleno de edificios y parques, probablemente de Génova, dónde solía vivir. Poco a poco fueron cambiando de bellos paisajes a personas, manos y tipos de cuerpos. Una dulce risa salió de los labios de Alberto al notar que en algunos bocetos, las manos y ojos de las personas estaban desproporcionadas y cuando encontraba algún que otro boceto rayado, juraba que podía escuchar a Luca quejarse por haber arruinado aquel dibujo.