Los sentimientos
estaban prohibidos
para alguien
como ella.
Una hechicera que
hizo todo lo posible
para salvarla.
Una maldición que
busca una nueva forma
de divertirse.
En un mundo en donde
los errores cuestan
demasiado; Michiko
Teshigawara...
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"Michiko Teshigawara, una hechicera que cambió su propio destino. Creando un mundo perfecto, solamente para ella y su maldición."
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La luna alumbraba a todo el pueblo, campesinos y mujeres embarazadas caminaban con fervor hacia un enorme templo.
Las puertas se cerraban con violencia al verlos pasar junto a ellas, una pequeña niña sujetaba firmemente la mano de su madre.
—Mamá... — murmuró con temor. — ¿Hacia dónde vamos? —preguntó.
Su madre no respondió, como podía decirle: que su vida estaba apuntó de acabar. Bajo su mano brindando suaves caricias sobre su cabellera.
—Iremos a ver a una diosa muy poderosa. — sonrió. —No tengas miedo. Todo estará bien, cariño.
La pequeña afirmó llena de inocente y pureza, el camino era largo para sus cortas piernas. Se sentía cansada y de cierta manera observada.
—Mamá... Me siento extraña... — susurro deteniendo sus pasos.
Su madre bajo la mirada, soltando su mano para alejarse de ella. Ya no podía avanzar más, solamente los sacrificios tenían permitido seguir.
—Lo siento Michiko... Perdoname.
Todo se volvió oscuro, solamente podía escuchar los gritos de dolor y sufrimiento. El viento soplaba con fuerza y pasos resonaban por sus oídos.
—Oh... Una inocente alma... — murmuró una voz detrás de su espalda.
Un fuerte escalofrío recorrió todo su cuerpo cuando una fría mano se posó sobre sus ojos. Cómo si tratará de ocultarle los horrendos actos frente a ella, cuando por fin sus ojos fueron descubiertos: pudo apreciar un enorme e dorado templo, en la cima de el había una gran serpiente negra con ojos rojos como las misma sangre que sus pies tocaban.
