Los sentimientos
estaban prohibidos
para alguien
como ella.
Una hechicera que
hizo todo lo posible
para salvarla.
Una maldición que
busca una nueva forma
de divertirse.
En un mundo en donde
los errores cuestan
demasiado; Michiko
Teshigawara...
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🐍—Mi mayor miedo, era perderte. Pero ahora, solo deseo que te salves de mi amor por ti.—🌑
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El transcurso de vuelta a la academia era un poco largo, debido a ello cuando llegaron el sol ya brillaba con fuerza.
—Michiko... — movió su hombro con suavidad para despertarla.
—Rayos, asqueroso sol. — dijo abriendo sus ojos con molestia y cubriendo su cabeza son la capucha del uniforme.
Como todos los estudiantes tenían permitido modificar su uniforme para que este pudiera adaptarse a sus habilidades, Michiko hizo unos cuantos cambios en el suyo: cambiando la falda por pantalón, añadiendo una capucha para cubrirse del sol, mangas largas y un cuello alto: creando así un atuendo que cubría por completo su cuerpo.
Suguru fue en el primero en bajar seguido de Teshigawara, la femenina bostezo estirando sus brazos.
—Ve a descansar, hablaré con Satoru. —dio un ligero apretón en su hombro.— Mañana comenzamos con las clases.
—De acuerdo, nos vemos luego, Suguru-sensei. —se despidió de él haciendo un reverencia.
Para luego comenzar su trayecto hacia los dormitorios, tenía la cabeza llena de deseos para que el sol desapareciera de una vez por todas. Cuando estuvo unos metros apunto de llegar, logró escuchar dos voces conocidas. Volteo rápidamente hacia la entrada de los dormitorios encontrándose nada más y nada menos con: Maki, Panda, Toge, Megumi y dos chicos desconocidos.
