❝ 𝑯𝒆𝒃𝒊 ❞ 𝐉𝐮𝐣𝐮𝐭𝐬𝐮 𝐊𝐚𝐢𝐬𝐞𝐧

🐍|04

—¿Hebi? — preguntó con una cara de confusión.

Suguru dejó salir un poco del humo de su cigarro.
Matar a Hebi, era su objetivo desde el día que le fue entregado el mando de Michiko.
Claro había una razón para aquello, una estúpida e lamentable razón.

—Hoy conociste a Michiko Teshigawara, ella es la unión entre una maldición y un humano. — respondió Gojo luego de un corto silencio.

Yuji no subo que decir, ya que le era un poco difícil entenderlo. ¿Acaso Michiko era igual que el?
Entonces ella también debía morir o solo la maldición en su interior.

—A la edad de cinco años su cuerpo fue entregado como sacrificio hacia una maldición que se mantuvo oculta durante un largo tiempo, ella le entregó su cuerpo para que se fusionaran. Haciendo que también se convirtiera en una maldición. — explicó Suguru dejando a un lado su cigarro para acercarse a él.

Su mirada expresaba tristeza e cansancio y tal vez un poco de culpa.

—A nosotros solo nos importa salvar a la verdadera Michiko, para eso debemos exterminar todo de Hebi: la maldición de las serpientes. — siguió Gojo sin mirarlo. — Nadie sabe sobre esto, así será un secreto entre nosotros.

Itadori bajo su mirada con una extraña sensación en su pecho, apenas hoy la había conocido pero aún así no se creía capaz de poder acabar con ella. Sakuna estaba dentro de él, su destino ya estaba decidido así que no podría cambiarlo... Pero tal vez el de Michiko si.

—Entiendo, yo me haré cargo. — dijo con seguridad. — Haré lo que será para que ella salga ilesa.

Gojo y Suguru se miraron entre sí, afirmando con sus cabezas.
Esto apenas comenzaba, aún faltaba muchas cosas por hacer y la principal era alejar a los ancianos. Si ellos se enteraban de Michiko y Hebi ya no habria salvación para ninguna.

Michiko Teshigawara

Observó en silencio la luna través de su ventana, el silencio domino su habitación y una pequeña sensación de soledad la invadió.

—Michi... ¿Tienes miedo? — Hebi susurro contra su oído logrando que un pequeño escalofrío pasara por su cuerpo.

Sonrio de lado, ella no sentía miedo sólo ansiosa e cansada. Aunque en su interior tenía una pesadilla que deseaba que nunca se hiciera realidad.

—Temo perderte... —respondió lentamente. — Si te alejan de mí, entonces me quedaré sola y nadie me protegerá...

Ella recordaba las acciones de su madre, el hecho de entregarla sin temor o culpa como un simple sacrificio. Los incontables miedos que vivió cuando aún era una niña.