2._Movimiento

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La muchacha inclinó el rostro a un costado con una ingenua expresión y guardo silencio.

-Señorita, creo que sería prudente que se retirará. No está usted presentable-le dijo Whiss cerrando los ojos y cubriendo los de Bills con la mano.

La cara de Olimpia se puso roja y subió corriendo la escalera. No era correcto que esos caballeros la vieran en ropa de dormir. Cerró la puerta tras de si y sopló la vela para brincar a su cama. Se escondió bajo las mantas totalmente avergonzada,pero eso se esfumó rápido una vez recordó el rostro de Shin. Otra clase de rubor se apoderó de su cara en ese momento y pensando en aquella máquina, Olimpia se durmió.

Bills y compañía se retiraron a descansar también. Shin se quedaría con Whiss permaneciendo en el cuarto gran parte del tiempo. Para justificar aquello le inventaron al señor de la casa,que estaban incorporando dos nuevas melodías al repertorio del pianista para su función ante el rey. El hombre no cuestionó el propósito del ocultamiento del automata,pero si insistió en querer ver cómo trabajaban en ello. Por esta razón Bills tuvo que darse a la tarea de fingir que  preparaba un mecanismo de relojería que, supuestamente,era lo que permitiría al automata tocar las nuevas piezas musicales. Su paciencia no era mucha por lo que el hombre terminó haciéndolo enfadar más de una vez.

Durante dos días Olimpia no pudo ver al automata y aquello la tuvo bastante desanimada. No estaba segura del porqué,pero era incapaz de apartar la imagen de Shin de su cabeza. Esos días hasta soño con él en las noches y en las siestas. Lo veía tocar también ponerse de pie para caminar hacia ella y besar su mano de forma galante, amorosa. Empezó a preguntarse cómo sería su voz,cómo sería la textura de sus manos,entre otras cosas que asaltaron su imaginación. Olimpia sólo tenía dieciséis años y todavía no había sido cortejada por ningún jóven. De amores sabía nada y de besos sólo rumores más lo que vio una tarde entre su dama y el capataz. El corazón de Olimpia rebosaba de ingenuidad como de sueños primaverales,impropios de una señorita de su clase,pero naturales a su edad. Aquel automata le había robado el corazón,como al poeta lo hace el amor inalcanzable. Suspiraba por la supuesta figura de madera accionada por un mecanismo de relojería. En dos días se consumió de amor como Romeo y Julieta.Por eso aquella tarde de sábado, incapaz de soportar más la ausencia del objeto amado, Olimpia aprovecho que su padre tuvo que salir por un asunto de negocios y fue a hablar con Whiss. Escogió hablar con él porqué el otro individuo tenía un temperamento muy fuerte y la asustaba. Sin embargo,el alto de peinado estrafalario escondía un carácter bastante duro también y no le permitió ver a Shin.

-Lo siento mucho,pero en estos momentos no es posible una función privada -le dijo el carpintero.

-No quería una función,sólo deseaba mirarlo un momento-le dijo Olimpia en voz baja y no volvió a insistir en el tema.

La dama de compañía de la muchacha,presenció la escena y tuvo una idea. La mujer prácticamente había criado a Olimpia y la quería muchísimo. No dudaba en consentirla incluso en contra de los deseos de su padre. Discretamente la llamó a la cocina para explicarle  su idea. La mujer había observado que esos dos,Bills y Whiss, tenían un apetito bastante grande con debilidad por la buena comida. Aprovechando que había horneado unas galletas y tartaletas,la dama invitó a los huéspedes a degustar sus preparaciones a la cocina, algo que ellos aceptaron sin ninguna sospecha,pues su anfitrión no escatimaba en gastos para hacer su estadía más placentera. Y mientras ellos devoraban los exquisitos pasteles,acompañados de un buen té, Olimpia se colaba en la habitación de Whiss.

La muchacha era pequeña y delgada. Sus pasos eran muy ligeros y por poco sorprende a Shin de pie en la habitación, terminando de vestirse pues se había cambiado de atuendo. Hacía calor y se estaba poniendo un traje más ligero. Cuando el pomo de la puerta giró,Shin apenas atinó a sentarse en el borde de la cama y quedarse quieto allí,esperando que su furtivo visitante se retira pronto. Un escalofrío bajo por su espalda,cuando vio a Olimpia cerrar la puerta detrás de sí.

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