Olimpia abrió los ojos cuando su dama apartó las pesadas cortinas de la ventana. Lo primero que hizo fue llevarse los dedos a la boca y acariciar sus labios delicadamente. Intentaba reproducir el cosquilleo que sintió al besar al automata. Fue mágico. Saltó de la cama y fue detrás del biombo a cambiarse para bajar al salón,pues desde su cuarto oyó una melodía de piano que la llamó con ímpetu,como la noche recién pasada.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-Puedes hablar-exclamó la muchacha un tanto asombrada. En sus sueños eso nunca antes había sucedido.
Él asintió con la cabeza. Fue un movimiento delicado que a la luz de la luna adquirió un toque mágico. La fría luminosidad del astro nocturno pintaba todo con un tono azúl y el cabello del supuesto automata brillaba como zafiros a los ingenuos ojos de Olimpia.
-Ayúdame-le dijo Shin-Por favor libérame de esta prisión de madera en que he sido atrapado...
La muchacha echo el cuerpo hacia atrás y él se quedó con la mano extendida hacia ella.
-Este cuerpo que vez no es más que el resultado de un cruel hechizo-le dijo Shin,quién en ese momento lidiaba con una terrible dicotomía.
El muchacho le explicó que era víctima de un embrujo creado por una dama que él despreció tiempo atrás. Aquella mujer despechada capturó su espíritu y lo encerró en el automata que Bills y Whiss construyeron. En aquel cuerpo de madera él sólo podía mover los ojos y tocar el piano que siempre fue su gran pasión. No había sido capaz de moverse más allá de eso hasta que llegó a la mansión,hasta que la conoció a ella que había hecho latir su corazón de nuevo. Su amor era lo único que podría ayudarlo a volver a la vida otra vez. Podía parecer un cuento ridículo,pero los cándidos oídos de aquella candida muchacha,de escasa visión no fue así.
-¿Cómo puedo ayudarte?-le preguntó Olimpia, a quién la historia la conmovió profundamente.
-Con un beso-le contestó Shin que daba gracias de llevar esa máscara puesta.
Un beso cada noche, iría desprendiendo de su espíritu la madera que lo aprisionaba,le dijo él. La luz azulada escondió el rubor en las mejillas de Olimpia,que con las manos entrelazadas sobre su pecho se acercó a Shin para cumplir con aquella petición que para ella era una añoranza. El corazón de la niña parecía un huracán metido en un recipiente de cristal pese a que todo, lo único que hizo fue tocar con su boca la de aquella máscara de madera,pero a través de la cual pudo sentir la tibieza del cuerpo detrás.Ella lo atribuyó a otra cosa y el resultado fue el de un excelso ensueño. Que efímero momento y que enloquecedor resultó aquel beso,que fue el primero de todos para Olimpia, que al apartarse un poco se detuvo a contemplar la mano del automata que estaba todavía extendida. Tras mirarla con atención descubrió que no estaba hecha de madera y busco recibir de ella una caricia, logrando su objetivo.
Shin hizo todo un show para sentarse junto a ella, que aprovecho para descansar su cabeza en su hombro donde Shin,como en toda su ropa, escondía una especie de cáscara de madera que engañaba el tacto de los curiosos. Olimpia terminó por dormirse a su lado haciéndole algunas preguntas respecto a su estado y su pasado. Shin logró responder con bastante creatividad a todas ellas. Y es que para empezar,el verdadero relojero era él.