4._Espinas

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El cristal de la ventana estaba roto y a través del orificio entraba el helado viento de la mañana. Shin tenía una herida en el hombro,pero no era grave, pese a lo que la cantidad de sangre en la manga de su camisa, sugería. Detrás de él estaba Olimpia, cubriéndose con una sábana y con el rostro empapado de lágrimas. Su padre le había disparado a ella. De no ser porqué Shin la cubrió con su cuerpo y la arrojo a tiempo al suelo, seguramente el agujero en el cristal estaría en su pecho.

-Por favor,señor...Cálmese-le pidió Shin levantando las manos hacia él y enseñando las palmas.

-¡Cierra la boca, farsante,
timador! ¡Voy acabar contigo y después con esos dos! Me han estado viendo la cara todo este tiempo,pero tú...Tú eres el peor de todos...Voy a...-la último frase quedó a medio terminar,pues la mano de Bills sujeto el mosquete y de un tirón se lo quitó de las manos.

La sola mirada de ese sujeto bastó para hacer retroceder al señor de la casa,que dió unos torpes pasos hacia atrás chocando su espalda con la columna de la cama.

-Le suplico que se tranquilícese-le dijo Whiss que entró después de Bills-Podemos explicarle todo.

-¡Cierra la boca rufián! ¡Los voy a denunciar por todo lo que han hecho! ¡Ya verán! ¡Los hombres del rey...!

-Sea sensato por favor-le dijo Whiss caminando hacia él y logrando interrumpirlo sólo estirando su brazo hacia su hombro-A usted es al que menos le conviene que esto se sepa ¿A pensado en lo qué pensaran de usted cuando todos en la comarca sepan que metió a unos timadores en su casa y deshonraron a su hija? No sólo eso sino que pensaba llevar a estos rufianes ante el rey...Señor, piénselo bien.

El hombre estaba indignado a más no poder. Como hubiera querido ser veinte años más jóven y poder medirse a golpes con ese trío de truhanes que lo engañaron de una forma casi ridícula. Lo peor de todo es que ese tipo estirado con aire de sodomita tenía razón. Decir la verdad lo dejaría en ridículo ante todos. Su reputación,su dignidad estaban manchadas. Como no podía desquitarse de ellos,se fue sobre su hija. Parecía un elienado. Con las manos estiradas,para sujetar ese frágil cuello y triturarlo entre sus dedos,brinco hacia la muchacha sin llegar a alcanzarla,pues Whiss lo tomó por debajo de las axilas y lo contuvo.

-Será mejor que hablemos.En su despacho estaría bien. Vamos señores,la dama tiene que vestirse-les dijo y medio cargando al hombre salió de la habitación,seguido por Bills que apoyó en su hombro el mosquete,para señalarle a Shin que fuera con ellos también.

El muchacho miró a Olimpia,
que le estrelló la mano contra su cara como un latigazo.

-Te odio-le dijo y levantó la mano para darle otra bofetada, pero se contuvo y le exigió se fuera.

Incapaz de decir algo que hiciera de ese evento algo menos cruel para los sentimientos de Olimpia, Shin dejó la habitación. La miró desde la puerta una última vez y entonces pensó en decirle dos palabras,pero el florero que por poco le da en la cara,se lo impidió. Cuando finalmente estuvo sola con su dama,la muchacha se echo a llorar en los brazos de la mujer. Se sentía tan devastada,tan estúpida que no quería ver a nadie nunca más. Se encerraría en ese cuarto hasta su muerte,
que sentía respirar en su nuca. La noche más bella de su vida se transformó en una pesadilla venenosa que le estaba secando el aliento. Cómo si eso no fuera suficiente,su padre trato de matarla dos veces.

-¡Eres una estúpida, Olimpia!-le gritó el hombre-Este sujeto no es un muñeco,nunca lo fue. Todo este tiempo te ha estado engañando y tú, mujerzuela,te dejaste embaucar por él y un cuento de hadas ridículo. Estás deshonrada. Nunca te podrás casar ¿Por qué tenías que salir igual de imbécil que tu madre? Este bastardo te endulzó el oído y tu le abriste las piernas...

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